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Levantando una iglesia en medio de chabolas

Con materiales donados, los inmigrantes del asentamiento del pueblo onubense de Lucena del Puerto levantan una capilla-centro de formación para buscar una salida laboral

Una cruz de penitente de la cofradía de La Misión presidirá la fachada del templo ABC

José Gómez Palas@p

Malviven en condiciones indignas en poblados de infraviviendas para poder ganarse siquiera un pequeño jornal trabajando en el mercado laboral agrícola. La mayoría de ellos son inmigrantes ilegales, simpapeles que arribaron a España en pateras después de una dramática odisea, a veces hasta de año y medio de duración, para lograr el dinero que les solicitaban las mafias. Con palés, cartones y plásticos levantan sus propias chabolas a cielo abierto en medio de un gran pinar. Son los pobladores del asentamiento chabolista de Lucena del Puerto, en Huelva , provincia a la que siguen llegando decenas de extranjeros buscando una oportunidad laboral en las campañas agrícolas.

Sin agua ni luz, sin saneamientos ni servicio de basuras, las condiciones de vida de las personas que se hacinan en este asentamiento son realmente penosas, insalubres e inseguras debido a la fragilidad de sus infraviviendas. Sin ir más lejos, el pasado mes de enero las llamas arrasaron varias decenas de chabolas en el segundo incendio en menos de un año , causados en su mayoría por una vela mal apagada, un hornillo de gas o una candela. En medio de tanta precariedad, instituciones samaritanas como Cáritas de Villarrasa o la hermandad sevillana de La Misión están intentando mejorar en lo posible las condiciones de vida de estas personas. «En realidad hay cinco asentamientos distintos, ya que los inmigrantes suelen agruparse por nacionalidades, creando guetos aislados. La población estable es de unas 60 personas por asentamiento, cantidad que llega a duplicarse coincidiendo con el inicio de las temporadas de frutos como el arándano, la frambuesa y la fresa», apunta el diputado de Caridad de la cofradía del barrio sevillano de Heliópolis, Javier Sánchez-Palencia.

Aparte de suministrarles algunos víveres básicos y algo de compañía, esta hermandad ha emprendido, pese a sus modestos recursos, una llamativa misión: la construcción de una iglesia-centro de formación en el asentamiento de Lucena del Puerto , una iniciativa que, según explica el hermano mayor, Ángel Sánchez-Matamoros, partió de los propios inmigrantes. «Hay una colonia de marroquíes en uno de los asentamientos que tienen hecha una mezquita. Los inmigrantes católicos nos pidieron contar con una iglesia o capilla en la que celebrar los cultos, y estamos intentando cerrar el compromiso del obispo de Huelva para que, una vez concluida, pueda asistir a su bendición».

Levantada con medios precarios, rodeada de chabolas y pinos, la iglesia va tomando forma : una empresa constructora ha donado el hormigón que servirá de pavimento; los bancos para los fieles serán los que fueron sustituidos en la parroquia sevillana del Claret ; y una cruz de las que portan los penitentes de la cofradía del Viernes de Dolores presidirá la fachada del nuevo templo.

Aunque también hay presencia de mujeres y de algún menor, el perfil mayoritario de las personas que residen en este asentamiento responde al de hombres con una edad comprendida entre los 18 y los 45 años y originarios de países como Ghana, Malí, Costa de Marfil, Marruecos, Rumanía y Senegal . «La mayoría no tienen papeles y les resulta muy difícil conseguirlos porque o trabajan sin contrato o lo hacen con los papeles de otros. Además, los ayuntamientos se niegan a empadronarlos para evitar un posible efecto llamada, con lo cual sus vidas se convierten en un círculo vicioso», dice el responsable de Caridad de la cofradía sevillana. «Nosotros llevamos asistiéndoles desde el pasado mes de diciembre, cuando se nos pidió colaboración para proporcionarles mantas. Desde entonces, nos hemos implicado en este asentamiento y hemos conseguido varios hitos, por ejemplo, que el Banco de Alimentos de Huelva nos introduzca en el listado de beneficiarios », señala Sánchez-Palencia.

La hermandad de La Misión también sufraga cada 15 días el suministro del agua no potable de unos depósitos gigantes que los inmigrantes utilizan para fregar y ducharse, al tiempo que promueve una campaña de donación de bicicletas, un medio de locomoción indispensable para ir a trabajar, a comprar alimentos o coger agua de fuentes y embalses, aunque para ello tengan que pedalear una o dos horas a pueblos limítrofes . «Cada vez que regalamos una bicicleta, los pobres se ponen a llorar de emoción. Es como si le regaláramos su más preciado tesoro», relata el hermano mayor de La Misión.

La cofradías sevillana realiza un llamamiento a cuantas empresas, entidades, instituciones y personas puedan colaborar en este proyecto donando mantas, víveres, agua o «bicicletas que la gente no use o en mal estado para repararlas y llevárselas» . Para ello pueden ponerse en contacto con la hermandad a través del correo caridad@archicofradiaclaret.org

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