SANIDAD
El SAS tiene bajo estudio siete casos de 'pinchazos' para la sumisión química de mujeres en Andalucía
La mayoría de las víctimas que son drogadas presenta alcohol en sangre, ya que ebrias son más vulnerables y se multiplican los efectos del estupefaciente

Una chica en una discoteca, una caseta o un espacio de ocio cualquiera, está bailando y siente un 'pinchazo'. Al rato de producirse esa punzada comienza a sentirse mareada, tiene hormigueo en las extremidades e, incluso, pierde la conciencia. Puede haber sido inyectada y está en peligro. Es una forma de inocular una droga que la anule y la someta a quien ha suministrado el estupefaciente. El Servicio Andaluz de Salud (SAS) tiene en estudio siete casos en Andalucía. Todos ellos están ubicados en Málaga. Según confirma el catedrático de Medicina Forense de la Universidad de Granada José Antonio Lorente, que ha sido designado como portavoz por el SAS para esta cuestión.
En cinco de las chicas no se han encontrado restos de droga y dos de ellas están aún estudio a la espera de la analítica del Instituto Toxicológico Nacional. «Puede ser porque sólo les pincharan y no inyectaran nada o porque fuera una cantidad tan mínima que ya la hayan eliminado», señala el doctor.
A este recuento hay que sumar las denuncias en Lucena (Córdoba), donde cuatro chicas dijeron haber sufrido un 'pinchazo' durante la feria. El caso del Puerto de Santa María (Cádiz), donde otra mujer dijo que había sido inoculada con una jeringuilla en una discoteca. Además de las dos chicas que acudieron al hospital de Puerto Real (Cádiz), donde dijeron que les habían pinchado en el concierto de David Guetta. «No hay que tomárselo a broma. Si sienten un pinchazo, tienen que acudir al centro de salud o a un hospital. Puede que le hayan inyectado alguna sustancia para someterlas», explica el catedrático, quien dice que el 'pinchazo' es en sí mismo ya constitutivo de un delito de lesiones.
Es peligroso. No sólo por los efectos de la droga, sobre la que algunos expertos apuntan a una sustancia sintética tipo éxtasis, si no por las consecuencias que puede acarrear incluso si no se inocula nada a la víctima. «Ya no es sólo lo que produce, si no que la persona pueda tener una alergia o le haga una reacción con algún medicamento que haya tomado. Incluso, sin que le inyecten nada pueden estar expuestas a contagios de Hepatitis o Sida, por ejemplo», afirma Lorente.
En el SAS hay un protocolo «bien engrasado» desde 2018, que se diseñó en el Hospital Costa del Sol de Marbella para atender a víctimas de abusos sexuales sometida con sustancias químicas de forma conjunta con los servicios sanitarios, la Policía y hasta el juzgado. «Deben buscar ayuda rápido y ponerse en manos de personal médico», remarca el catedrático.
El método se ha puesto de moda. Este verano se han denunciado casos por toda España, pero la sumisión química es algo antiguo. La droga más famosa es la burundanga, pero no es la que más se usa. Quetamina, diazepina, hipnóticos o MMDA son algunas de las sustancias que, normalmente disueltas en una bebida, sirven para anular la voluntad de otra persona. «El alcohol está en casi todas las víctimas. Es frecuente que hayan bebido», señala Esperanza López, médico forense del Instituto Médico Legal de Málaga.
Falsos pinchazos
Esta doctora explica que ya de por sí el propio alcohol es una droga que primero da euforia, pero luego actúa como un sedante. «Si se suministra otro sedante más se potencian los efectos. Además, una persona ebria está menos alerta y es una víctima más vulnerable y fácil», explica esta doctora, que tiene publicado 'Sumisión Química: Guía informativa para adolescentes y jóvenes'.
«En el caso de 'pinchazos' son todos mujeres. Los casos de abusos sexuales con sumisión química suelen ser mujeres jóvenes», remarca López, quien explica que este tipo de método para anular la voluntad también se da en otros ámbitos, como en vejaciones a mayores. «Se les seda con medicamentos para que no molesten», asegura la forense, quien dice que se han dado sustancias inhaladas para cometer robos cuando las personas estaban inconscientes.
Los expertos aseguran que se baraja también la posibilidad de que sea una moda y que a muchas mujeres se les pinche por el mero hecho de hacer la gracia. «El 'pinchazo' en una discoteca no es efectivo. Este tipo de sumisión se da en entornos controlados. Se somete a la persona para revele algo o para que firme algún documento, pero no en una discoteca porque causa dolor, por lo que pone en alerta a la víctima, que además tiene fácil pedir ayuda», señala Lorente, que sostiene que los 'falsos pinchazos' sólo para crear alarma también se producen cuando saltan este tipo de casos a la prensa.
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