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CORONAVIRUS EN MÁLAGA

«Cuando llegó el coronavirus, conocíamos cada residencia de mayores al dedillo»

Málaga puso en marcha hace 20 años una unidad clínica dedicada íntegramente a los geriátricos cuya experiencia ha sido clave en la lucha contra el Covid

Juan Carlos Morilla, en el centro de salud de Málaga donde tiene su «base» Francis Silva

Fernando del Valle

Cuando atiende a ABC, está organizando al detalle la tercera ronda de test que se le va a practicar a usuarios y personal de las residencias de mayores que tiene a su cargo. Juan Carlos Morilla , enfermero gestor de casos, fue nombrado en el inicio de la pandemia coordinador provincial para el Covid en las residencias de los distritos Málaga y Guadalhorce de la provincia malagueña, con 112 centros.

No fue una decisión arbitraria de Salud. Morilla es el principal artífice de que hace ya 20 años se creara en Málaga la primera unidad de gestión clínica específica para centros residenciales . El tubo de ensayo en el que durante dos décadas se han probado muchas de las medidas que explican los buenos resultados del modelo andaluz contra el coronavirus en los geriátricos.

Una experiencia novedosa que ha concitado reconocimientos dentro y fuera de Andalucía. La unidad, que empezaron conformando tres enfermeros y una administrativa (ahora son siete enfermeros, un médico y dos administrativos), cuenta con siete premios , tres de ellos nacionales.

El año pasado, el Ministerio de Sanidad les distinguió precisamente por un trabajo sobre prevención de transmisión de microorganismos multirresistentes en centros sociosanitarios. El bagaje existe: «Es raro el año en que no hay algo 'epidémico', nada que ver con el Covid, pero sí gastroenteritis, por ejemplo. Había entrenamiento », afirma Morilla.

«Cuando llegó el Covid, teníamos todos los contactos, conocíamos al dedillo las residencias por dentro y a su personal; sabíamos si se podían sectorizar o no». Morilla tiene claro que la información de que se disponía gracias a ese bagaje fue fundamental.

Como también el nivel de imbricación de dueños y personal de las residencias, a las que este método de trabajo no les es ajeno a estas alturas y le han visto hace tiempo sus ventajas. En aquel momento, se asignó una enfermera a cada una de las 112 instituciones. Ellas fueron las que llamaron a diario, hicieron las visitas y velaron por la sectorizacion de los centros , coordinaron las pruebas PCR y test rápidos con epidemiologia y activaron a los médicos referentes.

Día a día se catalogaba a usuarios que, si el tamaño del centro lo permitía, ocupaban uno de los cuatro sectores en que se dividieron (zona roja para positivos confirmados ; amarilla con sospechosos , naranja los preventivos que habían tenido algún contacto con positivos y verde los sanos ).

Si no se podían dividir por su tamaño o dificultades arquitectónicas, a los positivos se les derivaba a otros centros o directamente a la residencia de evacuación Arunda , que llegó a tener 33 mayores, cuando había sido concebida con hasta 160 camas. «Ese fue uno de nuestros principales éxitos: no tener que llenarla», afirma Morilla.

Las residencias se dividieron en cuatro sectores: en la zona roja se albergaba a los positivos, en la verde a los sanos; sospechosos y preventivos en las otras

Los números cantan. Si en Andalucía han sido buenos, en Málaga son aún mejores . Sólo Almería y Huelva tienen un menor número de fallecidos en centros residenciales que la provincia malagueña, con una población mucho mayor y donde, hay que recordar, comenzó pegando más fuerte el coronavirus.

En Málaga han muerto por Covid en residencias 59 ancianos, frente a los 147 de Sevilla, 122 de Granada, 74 de Cádiz, 68 de Córdoba, 59 de Jaén, 16 de Almería y ocho de Huelva.

Porcentualmente, el dato es incluso mejor, pues los fallecidos en geriátricos malagueños representan el 20,4% del total de la provincia. Un dato que sólo mejora Huelva, con el 16,6%. Cádiz lidera ese penoso ránking con un 88% de sus 84 fallecidos.

Morilla tiene también un reconocimiento para propietarios y personal de las residencias por lo mal que lo han pasado durante esta ingrata lucha de primavera. « Muchas han recibido un trato injusto . Sólo haciendo test diarios se podría evitar del todo que una enfermedad así entrara y eso es inviable tanto por presupuesto como por la molestia que representa para los usiarios», concluye.

Todo ha tenido su fruto, ahora que la mayoría de centros están «limpios» de Covid. «Ha sido una experiencia muy dura pero muy rica por la coordinación que hemos sido capaces de tener«, resume el enfermero, que tiene claro que de la respuesta más gratificante la ha recibido de los propios geriátricos. »Nunca he llamado a una residencia que no me haya dado las gracias y me haya dicho lo arropada que se ha sentido a pesar de lo que han pasado fatal.«

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