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EDUCACIÓN

Escuelas contra la enfermedad en Málaga

Las aulas hospitalarias son una parte del tratamiento de los niños hospitalizados, ya que les hacen ver que hay un futuro para el que seguir formándose

Óscar y Jaime juegan en la ludeoteca durante su ingreso J.J.M.

J.J. Madueño

A Óscar le han detectado un tumor cerebral. No tiene diagnóstico, espera a unas pruebas para saber el alcance y si es benigno. Mientras tanto, debe estar ingresado en el hospital Materno Infantil de Málaga, donde sonríe mientras recuerda como las «seños» de las aulas hospitalarias le dan clases de matemáticas, lengua o ciencias. No hace fichas de inglés. Su madre, Daniela, es británica y Óscar, que quiere ser profesor, radiólogo o neurocirujano, les da algunas nociones sobre el idioma. Es una de las historias que hay en este colegio especial para los niños que no pueden ir a clase. Un lugar donde seguir preparándose para el futuro , mientras se pasa «un bache», como asegura Jaime, padre de Óscar.

Este tipo de aulas se crearon a finales de los años 80 por un convenio entre las consejerías de Salud y Educación. Desde entonces los servicios han cambiado hasta completarse una oferta educativa que permite a los niños seguir con el curso, pese a sus dolencias . La evolución es diferente en cada provincia, pero el principio es el mismo, como argumenta Rosa Rodríguez, responsable de estas aulas en Málaga: «Se trata de normalizar la vida de estos niños en el hospital» . Desde 2015, la profesora que les tutela en el hospital también lo hace en casa, para que todo este período extraordinario sea lo más lógico posible.

«Las aulas les ayudan a recuperarse. No se sienten desplazados de la sociedad»

Los 150 alumnos, que se estima que van pasar por estas aulas este año en Málaga en larga estancia, comenzaron las clases el pasado 10 de septiembre. Este lunes lo harán los estudiantes que son de Secundaria. En total pasarán por estas clases una media de 1.000 niños por provincia. «Les ayuda a recuperarse. No se sienten desplazados de la sociedad» , explica Raquel Molina, subdirectora de Enfermería del hospital Materno Infantil.

Para este fin, las profesoras están en constante colaboración con los colegios de origen de los niños. «Con las pizarras digitales organizamos hasta sesiones de videoconferencia para que puedan estar en clase», explica Rosa Rodríguez, que señala que hay profesores que incluyen a los niños en los grupos para que sus compañeros hagan trabajos con ellos en casa.

Una de las clases en el Materno Infantil J.J.M.

Es un empleo grato con momentos muy duros . Uno de ellos es cuando hay que decirle al niño que ese día no se da clase porque hay mucho papeleo. «Si están muy mal y no les puedes dar clase, tienes que inventar algo para que la culpa sea tuya y no de su enfermedad», apunta la seño Aure.

Dani entra con la camiseta del Barcelona a despedirse de sus amigos. Se va a casa. Está feliz y todos lo despiden. Como este chico muchos se van del hospital y empiezan una nueva vida. Sin embargo, en ocasiones, regresan con una recaída. «Siempre con optimismo. Cuando son niños que recaen hay que hacerles ver que deben estudiar , porque lo volverán a superar», añade la seño Teresa. Aure recuerda la «voluntad de hierro» de una niña que les dice que tiene que prepararse para cuando vuelva salir del hospital.

«Esto es un bache. Tiene buenas notas y queremos que siga así para que tenga un buen trabajo»

Es una guerra, tras la cual hay futuro. «Esto es un bache. Tiene buenas notas y queremos que siga así para que tenga un buen trabajo», señala Jaime, padre de Óscar. Los chicos dan lecciones de vitalidad, pese a los tratamientos, como cuando las «seños» tienen que ponerse a hacer los deberes mientras sus alumnos están recibiendo las sesiones de quimioterapia. Muchas veces el principal obstáculo son los progenitores. «La noticia de la enfermedad es un tsunami y, tras la ola, hay que hacerles entender que la escuela es vida », señala la seño Teresa.

Pero la vida no siempre triunfa. En muchas ocasiones el final «no es feliz». Hay que saber llevar el luto. Acompañar a las familias y estar con el niño hasta que se va. «Hoy le das clase y mañana no…» , dice Aure. «Es complicado. La escuela es un tratamiento más. Luego hay que estar con la familia y también con los compañeros, a los que dices que ya no volverá», señala Teresa, que remarca las relaciones estrechas que se crean con las familias. «Llegas a ser parte de ellos. Esos niños están contigo para siempre », añade Teresa.

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