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FUNERAL

Málaga despide a Gregorio y se queda con el recuerdo de Chiquito

Cientos de personas acudieron al funeral en la Iglesia de San Pablo, donde sus cenizas reposarán junto a las de su amada Pepita

Despedida y misa fúnebre a Chiquito de la Calzada en la Iglesia de San Pablo FRANCIS SILVA

J.J. MADUEÑO

Chiquito de la Calzada se fue entre muestras de cariño. Este domingo por la mañana, cientos de personas despidieron al genio del humor en la Iglesia de San Pablo, aquella que tantas veces visitó como devoto de Jesús Cautivo y la Virgen de la Trinidad, en su barrio, donde una de sus calles pasó a la historia en el sobrenombre de Gregorio Esteban Sánchez. Rodeado de aquellos que le vieron nacer en el tercero de Calzada de la Trinidad, de los que estuvieron a su lado cuando el flamenco fue su medio de vida y de los que le acompañaron y ahora despiden como maestro del humor. Se marchó para siempre. «Nunca perdió el humor» , aseguró Manolo Medina, cómico que ha estado con Don Gregorio hasta el final de sus días. En su último adiós, imperó el respeto a quien «curaba las heridas con sonrisas» . «Gregorio se ha ido en busca de Pepita, pero siempre que un español diga "¡Hasta luego Lucas!" se seguirá recordando a Chiquito», relató Medina, quien habló en nombre de la familia y los amigos.

El humorista falleció en la madrugada del pasado sábado. Había ingresado por una angina de pecho unos días antes, era su segunda hospitalización en pocas semanas. Todo se complicó, acabó en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Carlos Haya, donde le sobrevino la muerte, que le abrió las puertas del reencuentro con Josefa García . Su gran amor. Aquella que fue su fiel compañera, incluso cuando el destino se lo llevó a Japón dos años para vivir del flamenco y ella le esperó en Málaga. Pero en 2012, unas dolencias cardiacas se la llevaron y con ella se fue Chiquito, del que Moncho Borrajo dijo que estaba «esperando la muerte» o, más bien, el pasaje para un recuentro que se hará bajo la protección de Jesús Cautivo . Será en los columbarios tras la capilla del Cristo donde descansen las cenizas de Gregorio Sánchez, justo al lado de donde, desde hace cinco años, reposan las de su amada.

Salió entre ovaciones, con su mirada risueña contemplando la escena desde uno de los cuadros que ocupaban su rincón en el Café Chinitas, su segunda casa. Donde acudía diariamente como fiel parroquiano a departir con su característico lenguaje, del que no se separaba mostrando que no era parte de un personaje, sino de una persona entrañable que cautivó a una generación de españoles convertidos en «fistros», «pecadores» y «torpedos». «Fue muy buena persona, nunca se creyó nada, era muy humildad. Un maestro, que ha dicho cosas graciosas, pero nunca irrespetuosa », aseguró Juan Chinchilla, vicario parroquial encargado del sepelio.

Su último adiós se le dio mientras estaba arropado por una bandera malagueña y entre aquellos que le quisieron. Estaba su familia y sus cuidadores, sus amigos, discípulos y compañeros. No faltó la representación política con el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, que le hizo abanderado de la Feria de la ciudad y el presidente de la Diputación de Málaga, Elías Bendodo, bajo cuyo mandato se le hizo hijo predilecto de la provincia . También el delegado de la Junta de Andalucía en Málaga, José Luis Ruiz Espejo, y el portavoz socialista municipal en la capital, Daniel Pérez, entre otros.

Estuvieron sus compañeros como Paz Padilla, que inició la campaña para reclamar la Medalla de Oro de Andalucía para Don Gregorio al gobierno andaluz –aún sin conceder–. Tomás García, que le homenajeará con un masivo ¡Jarl! en Málaga o Manolo Medina, que le recordó en el altar ante la mirada de Manolo Sarriá, Manu Sánchez o Edmundo «bigotes» Arrocet, compañero de reparto en «Conde Mor». Pepe de Campillos, Fosforito, Antonio de Canillas o Antonio Cortés fueron algunos de los flamencos presentes en la parroquia entre la gente del barrio, como aquellas señoras que salían a las 11.20 horas de una de las cafeterías de calle Sevilla –cercana a la parroquia– dándose prisa para ir a la misa. «Vamos que llegamos tarde y vienen famosos y nos quedamos fuera», apresuraba una de ellas.

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