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Música

Pastora Soler, esencia andaluza en Nerja

La cantante sevillana llevó su gira «La calma» al Auditorio Jardines del Festival de la Cueva

Pastora Soler durante el concierto de Nerja ABC

J.J. Madueño

Pastora Soler (Coria del Río, 1978) es esencia andaluza. Es algo que se palpa desde el primer acorde, aquel en el que se ilumina el abanico de tonadillera que preside el escenario y ella aparece con un vestido que recuerda a la tradicional bata de cola de las más ilustres copleras. Así se presentó en los jardines de la Cueva de Nerja, una ciudad a la que profesa devoción. Allí comenzó su repertorio «Desnudando el alma» en cada nota y en cada verso para agradecer el cariño recibido cuando se quedó muda y decidió parar su carrera.

Algo que está muy presente en su concierto con «Vuelves a la vida» y «Te despertaré» , que empezó los primeros coros con un público en pie ovacionando bajo la luna. Se preveía una noche grande por el ambiente, por la legión arcoíris entregada a esta diva a la que no paran de gritar piropos y de dar un cariño que ella devuelve con emoción y una voz única que es como un volcán en plena erupción. Prometió que todos bailarían y lo hicieron con un «mix» de canciones rítmicas, donde no faltaron «Dámelo ya» o «Corazón congelado» , que fue la banda sonora de la Vuelta a España en 2001.

Siguió con «Si tú me abrazas» y «No te atrevas a olvidarme» en esta inauguración de su gira de verano. Y dijo que tenía la suerte de hacerlo en el pueblo que la nombró «turista de honor» en 2012. «Quiero ser capaz de llegar a vuestros corazones», espetó al público con un vestido de flecos negro que recordaba a uno de esos históricos mantones de manila de la copla española. «Contigo» fue el calentamiento para que el público se entregara a sus baladas.

Fue otro «mix» con «Por si volvieras» , «Toda mi verdad» y «Sólo tú» , que fue antesala de uno de los momentos más especiales. Aquel en el que abraza esa tradición de voz pura en la que recuerda a Conchita Piqué acompañada solo de un piano. Coplas que calan hondo, hasta el centro de una cueva que celebra el 60 aniversario de su descubrimiento y en la que entre sus rocas milenarias se quedó impresa la versión de «Y sin embargo te quiero» .

A Rocío Jurado y a su hija

Sin temor, entona «Vive» con una voz que llenaba la montaña abrazando la vida y dando paso a la mujer libre de «Ni una más» . Así enfiló la recta final del concierto, en el que «La mala costumbre» recuerda que hay que decir las cosas que sentimos a aquellos queremos y por eso se baja del escenario para cantar entre el público que perdió un día, pero que le demuestra que nunca la olvidó. Quizá por esto el concierto se cierra con un abrazo para cruzar «La Tormenta» .

Pero nadie se quería ir. Zapateo en la grada y gritos de «otras» de un grupo de jóvenes que pedía «por lo menos tres más». Y le hizo caso, pero no fueron tres en los «bises», sino cuatro. Empezó recordando a Rocío Jurado, vestida de turquesa, el color con el que le brilla la mirada en un tablado simulado cunado canta «Qué no daría yo» , que interpreta en parte sin micro llenando el Auditorio Jardines de la Cueva de Nerja solo con la potencia de su voz, que llegó nítida hasta el final de la grada.

Eso fue antes de cantarle a su hija «Estrella» . Aquella persona por la que volvió a cantar, porque como ha reconocido en varias entrevistas fue a su hija a solas a la primera persona que le cantó tras su retirada y eso fue el germen de su regreso. Una vuelta en la que sigue brillando «Quédate conmigo» , canción con la que representó a España en Eurovisión en 2012. Tras la cual lanza un último mensaje al público en la que invita a todos sus seguidores a no desfallecer jamás con «Invencible» .

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