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Educación

Fin a la pesadilla del colegio de lata en Mijas

Los alumnos del C.E.I.P. Indira Gandhi presentan su centro de ladrillo a los padres que lucharon por hacerlo realidad durante siete años

Momento de la fiesta de presentación del colegio J.J.M.

J.J. Madueño

Hubo un tiempo que cuando llegaban a casa, los niños del colegio Indira Gandhi de Mijas decían a sus padres: «¿Por qué tengo un colegio de lata?» . Era el año 2010 y arrancaba una lucha social que culminó este viernes con una explosión de color en la fiesta de presentación del centro. En la pared de la sala de profesores se conserva una foto con solo siete maestras que comenzaron la aventura.

La Junta de Andalucía ni siquiera había puesto nombre a aquellos barracones de chapa en el aparcamiento del colegio Tamixa , pero los pequeños con 3 y 4 años los llamaban «sus chalés», recuerda Samara en la celebración, una de las niñas de sexto que vivió todo el periplo desde las primeras caracolas.

Entre goteras, charcos y demás servicios precarios imaginaron con sus profesores un mundo de fantasía. Aquel en el que eran caballeros y hadas en un castillo sin brujas malvadas, hasta que el sueño se hizo realidad siete años después . Fue gracias a la lucha popular del AMPA Las Caracolas, siempre peleando por tener una educación digna para sus hijos.

Pancarta en una de las protestas para pedir un colegio digno J.J.M.

Gritando que eran niños y «no sardinas» hasta en el Parlamento andaluz. Apoyados por unos profesores que ahora lloran emocionados. Por unos alumnos que vieron cómo aquellos barracones pasaban a ser el «nuevo colegio de Las Lagunas». El primero íntegro hecho con caracolas de Andalucía, que pasaría a la historia tiempo después como «Indira Gandhi» por ser el paradigma del fracaso educativo socialista en Andalucía.

En medio de esa lucha social, brillaba el ingenio. Entre las chapas nació una chirigota de alumnos que lleva cuatro carnavales cantando lo que pasa en las aulas. No podía ser menos, el primer año, recuerdan los niños, cantaban a unos «barracones a los que sobraba la ilusión» .

Fueron siete duros años de caracolas que no se olvidan. «Malos momentos, engaños y mentiras, que nos ayudaron a estar unidos para que los niños no sintieran que estaban solos », afirma Mariló Olmedo, presidenta del AMPA Las Caracolas durante todos ese tiempo y que lo dejó cuando los niños entraron en un colegio de ladrillo. Ella fue la cara visible de esta lucha social y en la fiesta de presentación levantó a todos los padres del colegio en ovación durante su relevo emocionado portando la bandera del centro.

Y es que, desde esos años, el centro es «una gran familia», añade su directora, Elisabeth Alarcón, que fue profesora en las caracolas y ahora gestiona este colegio de ladrillo. « Los niños eran la fuerza y hemos crecido junto a ellos. Este colegio no es un edificio, sino la gente», remarca Alarcón, que recuerda cómo le buscaban el lado positivo a estar en esos «chalés» de lata. «Hubo un día que nevó en Mijas y la sierra estaba toda blanca, le decíamos a los niños que tenían suerte porque en el cole de ladrillo eso no lo verían», relata la directora.

Vista genera lde la fiesa con todos los alumnos del centro en la pista deportiva J.J.M.

Los cursos de calor, hacinados, sin patios y obligados a salir al sol, acabaron el año pasado. La Junta de Andalucía por fin entregó un centro en el que poder dar clase, pero lo hizo a medias. Todo el curso pasado los niños compartieron lecciones con los operarios que estaban terminando de hacer el edificio. Se daba matemáticas mientras se ponían cristales o se hacía Educación Física en un patio desde el que se veían las máquinas portear materiales.

Sin embargo, este año el centro ya es suyo al fin. Desde septiembre el cole está terminado y el viernes tocó celebrarlo con los que lo hicieron posible. «Aunque haya sido complicado, fue bonito porque lo hicimos entre todos », afirmó Lidia González, que fue la directora del colegio durante todo el periplo por las caracolas, que emocionada por volver al centro que ayudó a levantar de la nada, deseó que «ojalá hubiera sido antes» .

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