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CORONAVIRUS EN MÁLAGA

A planta tras 35 días con coronavirus en la UCI del Carlos Haya de Málaga: «Nunca dejéis de soñar»

La familia de Mariluz agradece a todo el personal sanitario haber salvado su vida, tras estar crítica en varios momentos

Mariluz, a la derecha, junto a su hermana Patricia ABC

Fernando del Valle

Cuando Mariluz se empezó a sentir mal, aún nos tomábamos a risa lo del coronavirus en España . Cosa de los chinos. Otro apocalipsis más que se quedará en el susto. Corría finales de enero cuando esta profesora de instituto de Málaga de 55 años de edad tuvo que pedir la baja.

Empezó con gripe, pero la gripe derivó en neumonía doble . Pensaba que tenían la culpa sus achaques anteriores. Esta semana ha podido pasar a planta tras ser la primera paciente que ingresó por Covid en la UCI del hospital Carlos Haya de Málaga y pasar allí, crítica en muchos momentos, la friolera de 35 días . «Nunca dejéis de soñar», pide su familia a quienes están en situación parecida. Saben de lo que hablan.

El caso es que la gestación del virus en esta docente corre paralela a la historia de la pandemia que no se quiso ver . Mientras en todo el país seguían celebrándose actos masivos de todo tipo, Mariluz ya penaba por camas de hospital en los que de entrada no parecían darse cuenta de cuál era el bicho que la corroía por dentro. Su caso demuestra, además, que la enfermedad campaba por los cuerpos españoles mucho antes de que se desataran las alarmas sanitarias.

A mediados de febrero le dieron el alta en la clínica privada por la que pasó primero. Pero llegó la última semana del mes y de nuevo con fiebre volvió a ingresar . Esta vez en la Gálvez, una institución ubicada en el centro de la ciudad, que bullía tanto o más que siempre. Se acababa de celebrar el Carnaval.

A partir de aquí, como cuenta a ABC su hermana Patricia, se fueron desencadenando los sucesos. Su situación empeoraba, al tiempo en que, ya sí, comenzaba a llegar el goteo de positivos en toda España. En la segunda clínica privada por la que pasó decidieron hacerle el test. El 7 de marzo, a última hora de la noche, la familia recibía el mazazo. Mariluz estaba contagiada .

Cuando en la madrugada del lunes 9 aún se estaba recogiendo confeti morado de las calles de la ciudad tras las marchas feministas, tuvo que ser trasladada de hospital . De Gálvez, hasta el centro que durante mucho tiempo llevó el nombre del yerno de este médico ahora en vías de beatificación.

Ingresaba casi crítica en la Unidad de Cuidados Intensivos del Carlos Haya . Ahora el hospital está dedicado casi por entero a pacientes con coronavirus, pero entonces ella, con una neumonía galopante, tuvo el «honor» de ser el positivo que estrenaba la unidad de críticos.

Con los pulmones muy corroídos por el virus y otros órganos afectados, Mariluz ha pasado sedada buena parte de su estancia en la UCI. «Dice que ha tenido muchos sueños; no sabe los que son reales y cuáles no», afirma su hermana, también profesora. Su estancia se complicó en la mitad de la estadía por la irrupción de un hongo y una bacteria hospitalaria que complicaron más las cosas. Se temió por su vida en más de una ocasión.

Mariluz no podía, pero Patricia sí. Rezó mucho. Y siguió hablando con su párroco, titular de El Salvador, de quien asegura que «la gran labor social que hace a diario la ha volcado ahora con los afectados» de uno u otro modo por el maldito bicho.

Mariluz, aplaudida por los sanitarios al pasar a planta el pasado miércoles ABC

Confinada desde antes de que se decretara el estado de alarma -«son los valores que nos enseñaron nuestros padres»-, sus oraciones dieron fruto . Mariluz fue remontando poco a poco. El Viernes de Dolores fue posible desconectarla de la respiración asistida .

El Miércoles Santo, Mariluz, con su traqueotomía taponada, hablaba por primera vez con su familia mediante videoconferencia . Esta semana, tras tres negativos como tres soles, ha pasado a planta arropada por un gran aplauso de los sanitarios que la han tratado. Al fin Patricia se ha podido fundir en un abrazo con ella. «Gracias», es la palabra que no deja de pronunciar. «Al final este virus nos hará más humanos y mejores personas».

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