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La Universidad de Málaga ya puso freno al lenguaje inclusivo: correcto, pero poco práctico

La catedrática de Lengua Española Susana Guerrero apela a la sensatez: «Se puede incluir a la mujer sin cargarse el estilo»

Rectorado de la Universidad de Málaga ABC

Pablo Marinetto

«En los casos de vacante, ausencia o enfermedad del/la Decano/a o Director/a, sustituirá a éste/a un/a vicedecano/a o subdirector/a, nombrado/a por el/la Decano/a o Director/a al comienzo de su mandato ...». Así comenzaba uno de los artículos de los estatutos que la Universidad de Málaga (UMA) tuvo que modificar en 2019 por sugerencia de la Junta de Andalucía. El propósito de hacer visible a la mujer mediante el lenguaje inclusivo quedaba en un segundo plano ante tal galimatías de guiones y desdoblamientos. Pero de los errores se aprende. El traspiés sirvió para ver hoy publicado un texto más claro y, sobre todo, menos pesado.

«Se puede redactar un estatuto igualitario sin acabar haciendo la Constitución venezolana, que es una sucesión de formas desdobladas de principio a fin», explica a ABC la catedrática de Lengua Española de la UMA Susana Guerrero. Aunque no tomó parte en su redacción, la materia le toca de cerca. Desde hace décadas viene fomentando el correcto uso del lenguaje para promover la inclusión, un asunto en el que conviene alejarse de los extremos y apostar por el «sentido común».

Según apunta Guerrero, parte de la polémica que de manera constante gira en torno al lenguaje inclusivo radica en el abuso de las formas desdobladas , es decir, utilizar ambos géneros. Es lo que ocurrió en los estatutos de la institución que siguen siendo inclusivos a pesar de la modificación. Y es que el sexismo no está en la lengua, sino en el uso que hacemos de ella. «Las formas duplicas no son incorrectas. De hecho, la propia Academia las utiliza en su diccionario cuando son necesarias para no generar ambigüedades», asegura.

Acertadas o no, el ‘todos’ y ‘todas’ (y ahora también el ‘todes’ de la ministra Montero) han levantado ampollas en un lado y en otro, cuando la solución está en pensar antes de poner blanco sobre negro. Cuando un texto se limita a contener ese tipo de formas «se convierte en algo pesado y estilísticamente insostenible» , señala la profesora, quien asegura que ni siquiera la clase política, punta de lanza de este feminismo lingüístico, aguanta estoica hasta el final. «Empiezan así el discurso, pero acaban abandonándolas».

El mal trago de la Universidad no habría sido noticia si se hubieran hecho bien desde el principio. Algo posible -subraya Susana Guerrero- gracias riqueza del castellano. «Con el abuso de las formas desdobladas le estamos dando una patada al principio de economía del lenguaje, pero también al estilo lingüístico. No solamente hay que escribir de un modo correcto, también hay que facilitar que la lectura sea agradable », señala.

«Se puede jugar con los tiempos verbales para evitar los sujetos, manejar las voces activa y pasiva, emplear perífrasis, metonimias…Hay muchas posibilidades para redactar de una manera distinta y no dejar ninguna duda de que estamos utilizando un lenguaje inclusivo», sostiene.

La sensatez es la receta de Guerrero para hablar y escribir acogiendo a todos sin necesidad de caer en el ridículo. «En los medios siempre aparecen dos frentes: la Real Academia y el feminismo. Estaría bien alejarse de las anécdotas fáciles de parodiar y aunar posiciones. Hay lingüistas que también son feministas y han estudiado mucho al respecto y saben que existe un punto intermedio con el que no cargarse el estilo y hacer que las mujeres se sientan cómodas a la vez.

El mitin de la ministra de Igualdad durante la campaña madrileña prendió la última mecha que ha vuelto a enfrentar a partidarios y detractores. De un lado, los más puristas de la lengua, y de otro, quienes encuentran en esa ‘e’ un lugar en el que buscar cobijo «al no reconocerse dentro del género binario». La catedrática asegura que se trata de un fenómeno que «se ha cocido entre gente joven, en ambientes informales, y al que no se le puede dar mucha credibilidad porque no ha pasado al ámbito público.

«La primera vez que lo hemos visto ha sido con Irene Montero y era claramente una estrategia para conseguir lo que quería: que todo el mundo hablara de ese discurso», subraya. El futuro no está escrito y la lengua está en continua ebullición. Según Susana Guerrero ni la RAE ni cualquier ley de igualdad podrá jugar sus cartas en el asunto, porque son los hablantes quienes deciden lo que se queda y lo que no. «Lo inútil cae por su propio peso» , señala, «si las formas desdobladas no se han instalado después de décadas con la clase política pesadísima en los mítines, ¿creemos que la forma triplicada se va a quedar? Ahí lo dejo».

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