Mordiscos a la española
Actuó en más de 80 películas y se hizo un hueco en la meca del cine en su época dorada. ABC descubre la vida Carlos Villarías, el «Drácula cordobés»

Antes, muchísimo antes de que actores como Penélope Cruz o Antonio Banderas se hicieran un hueco en la meca del cine, otros intérpretes de la gran pantalla allanaron el camino, si bien la mayoría se perdió tras las grandes estrellas hollywoodienses.
Uno de los que logró brillar con luz propia fue el cordobés Carlos Villarías, que, según algunos críticos, llegó a ensombrecer al propio Bela Lugosi en la versión española de «Drácula». Supo envolver a su personaje de un halo especial. Sin duda, el actor húngaro ha sido la imagen más emblemática del conde transilvano, hasta el punto de ser enterrado con la capa que le sirvió para caracterizar su personaje; y sin embargo, la actuación del cordobés para nada desmerece a la de Lugosi.
Villarías nació el 7 de julio de 1892 y falleció lejos de su tierra, en Los Ángeles, California, el 27 de abril de 1976. Su infancia estuvo marcada por los cambios de residencia a los que obligaba el cargo que ocupaba su padre, general del Ejército español.
Comenzó sus estudios en San Sebastián y terminó la carrera de Derecho en Valladolid. Llegó incluso a abrir su propio bufete, pero el gusanillo de la interpretación le llevó a abandonar la abogacía para dedicarse al teatro.
Empezó coger tablas participando en pequeñas compañías de zarzuela y opereta hasta que decidió probar fortuna en París. Su nombre comenzó a sonar con fuerza. Aclamado por la crítica italiana desde su debut en el Teatro Víctor Manuel de Torino, recorrió el país en los meses anteriores al estallido de la guerra en Europa.
En marzo de 1915 cruzó el charco y su perfecto dominio del inglés llamó la atención del actor y empresario Lou Tellegen, que le propuso incorporarse a la compañía dramática que dirigía. Formó parte del grupo fundador del Teatro Español de Nueva York, en cuya inauguración representó el drama de Ángel Guimerá «Tierra baja».
Llegó a California en 1923 y, tras breves apariciones en el cine mudo, junto a Rodolfo Valentino o Pauline Frederick, el 19 de julio de 1930 firmó con Fox un contrato.
Fue en ese periodo cuando participa en gran cantidad de películas, como «Estrellados» (1930), la versión española de «Free and easy», primera cinta sonora de Buster Keaton rodada para la Metro Goldwyn Mayer y con diálogos castellanos del cineasta catalán Salvador de Alberich; la mejicana «Nostradamus», con el papel protagonista (1937) o «La vida secreta de Marco Antonio y Cleopatra» (1947), donde el cordobés interpretó a Septimio, entre los más de ochenta largometrajes en los que participó.
Sin embargo, el papel que le confirió más éxito fue la citada «Spanish Drácula». El filme se grabó cuando el desconocimiento de la técnica de doblaje obligaba a volver a rodar las películas con actores oriundos de los países a los que éstas iban destinadas.
Esta circunstancia se aprovechaba para introducir variantes que facilitaran la aceptación del público al que iban dirigidas, introduciéndose cambios. Por ejemplo, la versión hispana de Drácula atesora un contenido erótico más explícito. .
En esta cinta, que se grabó durante 22 noches y de forma paralela a la versión norteamericana, el cordobés fue el único actor al que se permitió, o más bien, se obligó a ver el metraje filmado de la versión en inglés.
Resulta llamativo que el director de la película, George Melford, no supiera una sola palabra de español. Ésta es, quizás, la razón por la que muchos de los actores adolecen de problemas de dicción, como Martín, el celador encargado de vigilar a Reinfield en el sanatorio, que confunde murciélago con «muerciégalo» y haya con «haiga».
Es posible, también, que esta circunstancia ayudara a que al director no le extrañase que todos los actores del reparto, que pertenecían a distintas nacionalidades, parecieran haber escapado de una Torre de Babel hispanoamericana.
La película pudo verse el pasado lubes en el Festival de Cine Europeo de Sevilla, en el marco de su Noche de Terror, y resultó todo un éxito de público, que llenó el patio de butacas y casi todos los palcos del teatro Lope de Vega. El largometraje, sin embargo, no se ha proyectado, de momento, en la Filmoteca de Andalucía, con sede en la ciudad del emblemático actor.
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