Una red de diez desaladoras: el gran desafío andaluz para afrontar la sequía
Las actuaciones y proyectos que están en marcha y que acumulan años de retraso casi duplicarían la capacidad actual de las instalaciones
Andalucía aguarda más de 1.000 millones de inversión en presas, desaladoras y mejoras en conducciones para la sequía

La desalación llegó a España por primera vez en los años 60 como una técnica eficiente y sostenible para reutilizar agua del mar para los regadíos y para el consumo humano que tuvo su primera experiencia en las Islas Canarias. Los primeros proyectos llegaron a ... Andalucía, décadas después, a principios del siglo XXI con las grandes estaciones desaladoras de Marbella y de la provincia de Almería. Ahora mismo, la comunidad tiene algunas de las plantas más avanzadas y con más capacidad de España, e incluso de Europa, como es el caso El Atabal, en Málaga, que produce 165.000 metros cúbicos al día y Carboneras, con 120.000 y posibilidad de llegar a los 140.000 próximamente.
Sin embargo, la red no ha tenido ni las inversiones ni la continuidad necesaria en los últimos años, un escenario que ahora se intenta revertir aunque, como todos los implicados admiten, ya es tarde para que contribuyan con todo su potencial a afrontar los efectos de la sequía en el consumo humano y en el sector agroalimentario de este 2024. Si se ejecutaran todos los proyectos ahora en marcha la capacidad real se podrían incrementar en un 83%. Pero, en algunos casos, como las nuevas construcciones, esto no va a tener efecto hasta casi 2030 ya que, como señala el presidente de la Asociación Española de Desalación y Reutilización de Agua, Domingo Zarzo, se tardan cinco años en construir y activar una desaladora.
La red de desalación andaluza la conforman en estos momentos seis desaladoras dependientes del Estado, a través de Acuamed (Marbella, Carboneras, El Atabal, Bajo Almanzora, Campo de Dalías y Mar de Alborán), una privada en manos de una comunidad de regantes de Almería (Cueva de Almanzora) y una municipal, en coordinación con la Junta de Andalucía, en la ciudad de Almería. De estas ocho, dos, Bajo Almanzora y Mar de Alborán, siguen pendientes de que se culminen las actuaciones para ponerlas en servicio. Por tanto, entre todas producen realmente en torno a 480.000 metros cubicos de agua al día, lo que representa el consumo humano de en torno a tres millones de personas, unos 178 hectómetros de agua al año. No obstante, una parte importante de este agua se destina al campo.
En estos momentos, hay una batería de inversiones en marcha para ampliar esta capacidad. A corto plazo, las administraciones prevén poner en servicio Mar de Alborán (que procede de la adquisición por parte del Estado de una desaladora promovida por una comunidad de regantes) y Bajo Almanzora (cerrada desde un accidente en 2012 por una riada). El otro reto es ejecutar las inversiones que amplíen la capacidad de Marbella (una inversión que está llevando a cabo la Junta y que debe culminar en verano), Campo de Dalías y Carboneras (en manos del Estado). Esto permitiría incrementar la capacidad en unos 220.000 metros cúbicos al día, 80 hectómetros cúbicos al año.
A esto se añade el gran proyecto incluido en el decreto de sequía de mayo aprobado por el Gobierno de España: construir dos desaladoras más, una en el levante y otra en la Costa del Sol, con una capacidad cada una de 25 hectómetros cúbicos al año, aproximadamente, 90.000 metros cúbicos al día, con posibilidad de duplicarse en una segunda fase. Gobierno y Junta aún siguen enzarzados en cuanto al reparto de competencias y funciones en estos proyectos. Desde que el acuerdo se cierre hasta que se pongan en servicio pasarán al menos cinco años. Cuando este la red completa, la producción llegaría a casi 900.000 metros cúbicos al día, casi el doble de la producción real actual.
Este retraso incide en el consumo de agua, que podría estar garantizado en muchas zonas de Andalucía Oriental y en la producción agraria de estar la red ya completa. Su efecto, en cualquier caso se concentra en dos provincias: Málaga, donde estas instalaciones están diseñadas asumen la población censada y toda la ampliación que se produce por efectos del turismo pero no tanto los cultivos de la Axarquía. Y Almería, donde además de la población es fundamental para los cultivos del levante.
«Estamos en una situación crítica y vamos muy tarde. Necesitaríamos tener la nueva desaladora de la Costa del Sol ya en marcha y aún está lejos de empezar. No hay transparencia y no tenemos información», explica el presidente de la Asociación Española de Frutas Tropicales, Álvaro Palacio. Las depuradoras actuales de Marbella y El Atabal son principalmente para la población y no para uso agrícola, aunque las desaladoras portátiles en las que trabaja la Junta de Andalucía sí puede tener efectos sobre los cultivos aunque con carácter provisional.
Desde la zona de Almería, hace balance de la situación la presidenta de la ASAJA, Adoración Blázquez: «Antes usábamos aguas subterráneas y las desaladoras se usaban de apoyo. Pero cada vez dependemos más del agua desalada». De las desaladoras públicas que funcionan ahora en Almería aproximadamente la mitad de la producción global, unos 45 hectómetros cúbicos al año, se dedican al campo. El resto es para el consumo humano especialmente en el entorno urbano de Almería, según los datos de Asaja.
Ambos coinciden, no obstante, en una conclusión: si se hubiera actuado a tiempo y la red estuviera operativa ya los efectos de la sequía de 2024 serían muy distintos y habría agua para garantizar riegos y consumo humano.
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