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Turismo en Andalucía

Los ayuntamientos de Andalucía toman medidas para poner coto al turismo masivo

Más oferta de ocio y entradas limitadas a monumentos, principales soluciones

Cola de turistas para acceder a la Alhambra ABC

J.J. Madueño

Es adaptar la oferta a la demanda , sin que crezca por encima de los números deseados o que implique una masificación de los destinos. También es evitar que los centros de las ciudades andaluzas se despueblen, que sus vecinos sean un recuerdo entre franquicias y visitantes armados con cámaras de fotos. «No es convertir el centro de las ciudades en un parque de atracciones», como reclaman siempre en sus acciones de protesta los vecinos del centro de la capital de la Costa del Sol.

En esa lucha, hay tres zonas que la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA) creen que pueden tener problemas con la masificación. Son la Costa del Sol, Sevilla y Cádiz. En Granada depende de las zonas, ya que en lugares como el Albaicín hay picos donde transitar es complicado, pero reconocen que las restricciones de acceso a la Alhambra –el monumento más visitado de Andalucía– por parte de la Unesco evitan que la avalancha sea aún mayor. La ciudad nazarí se ha convertido en un destino estrella desde hace unos años, pero no está desbordada, según sus responsables, pese a que ha subido un siete por ciento la llegada de visitantes.

El Ayuntamiento Málaga ya ha tomado medidas para desconcentrar a los turistas que visitan la ciudad disponiendo de una variada oferta urbana cultural y de ocio en distintos puntos de la ciudad. Así, el Consistorio dice que acuden de forma repartida a los diferentes lugares en vez de concentrarse en el casco histórico . Receta similar a la que el Ayuntamiento de Sevilla tiene diseñada para evitar la saturación de zonas como el barrio de Santa Cruz, la Catedral y el Alcázar, cuando los flujos de turistas van circulando.

Evitar las aglomeraciones es el objetivo también en los servicios públicos. En la Costa del Sol, Fuengirola se reconoce como un oasis capaz de absorber una población que se multiplica por tres sin problemas, pero las esperas en los hospitales o los atascos se hacen notar en el mes de agosto. Es lo que pasa también en los destinos de playa de Huelva. Matalascañas pasa de 3.000 habitantes a rozar las 150.000 personas en verano y Punta Umbría de 15.000 vecinos a los 140.000 en periodo estival . Algo que afecta, sobre todo al tráfico, y que se subsana con regulaciones de aparcamiento o planes específicos de movilidad.

Casuística parecida a la de Almería, donde sólo en las playas se nota la afluencia «masiva» de personas. En los lugares protegidos, como el Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, la Junta de Andalucía restringe el paso de vehículos y se impone un aforo máximo que impide la aglomeración en las playas . También se limita la práctica de deportes acuáticos para que no haya problemas. Desde CEA se informa de que la regulación urbanística de la Costa de la Luz en Cádiz permite que el destino no sufra excesivas aglomeraciones, pese a ser un lugar preferente de llegada de turistas para la playa.

Un 40% en Córdoba

Pese a que no es un inconveniente generalizado se trata de poner coto a la masificación de Andalucía. La principal línea de acción reclamada por los empresarios consiste en limitar los alojamientos turísticos. Córdoba ha despejado el fantasma de la gentrificación, pero sus gobernantes son sensibles al problema y buscan ciertos equilibrios para gestionar un crecimiento turístico de entre el 30 y el 40 por ciento en la última década. Situación similar a la de Jaén, donde cada vez llegan más visitantes, aunque lejos de masificar el destino . En Granada también quieren una regulación para los pisos turísticos tras un notable repunte. El concejal de Turismo de la capital granadina, Manuel Olivares, critica la «competencia desleal» contra los hoteles y dice «que escapan de los controles».

Fiscalización es lo que pide el presidente de la Federación de Empresas de Hostelería y Turismo de Granada, Gregorio García, cuando pide una regulación estatal «para que los pisos turísticos garanticen la seguridad, coticen y estén en regla» . En esta petición tiene como aliada a la Junta de Andalucía que también ha pedido al Gobierno de Pedro Sánchez que regule este tipo de negocios, como afirmó Juan Marín, vicepresidente de la Junta de Andalucía, «para que no se conviertan en un problema», tras reconocer que esta falta de regulación la tienen que asumir los ayuntamientos con medidas.

Tratan de evitar casos como el de Cádiz, donde hay una vivienda turística por cada cien. O peor aún, llegar a las cotas de Málaga con tres alquileres turísticos por cada cien. «Hay que poner un tope. Un número limitado de viviendas turísticas por ciudades, saber la carga de apartamentos turísticos que puede tener cada destino y restringirlo», explica Miguel Sánchez, representante de la Confederación de Empresarios de Andalucía, que dice que la instalación de este tipo de negocios necesita de un estudio como el que se hace para una inversión hotelera. «La diferencia es que el hotel se juega muchos millones y el piso turístico se monta muy barato y da rédito», recuerda Sánchez.

Ante esto, los propietarios de las viviendas turísticas aseguran que alquilar es una salida para aquellos domicilios vacíos que está generando un coste a sus dueños. «Una vivienda vacía genera gastos, pero si la alquilas como alojamiento turístico te da una rentabilidad» , explica Nicole Kostadinova de Rafleys Costa del Sol, quien dice que no hay viviendas turísticas donde no hay demanda de ellas.

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