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POLICÍA

La Policía, pionera otra vez en la Costa del Sol con una unidad contra los ajustes de cuentas

Un nuevo equipo ha resuelto ya cuatro de los cinco asesinatos que tienen en cartera desde febrero de 2019

Una de las operaciones realizadas por miembros de la Udyco en la Costa del Sol ABC

J.J. Madueño

La Costa del Sol vuelve a ser pionera en la lucha contra el crimen organizado. Si en los años 70 del pasado siglo se creó en una pequeña oficina de Torremolinos la primera brigada antidroga de España, que ha llegado a tener hasta una serie de televisión con su nombre y es el germen del Grupo de Respuestas Especializada al Crimen Organizado (GRECO) de la Policía Nacional, el año pasado este mismo cuerpo decidió implantar el primer grupo de expertos en resolver ajustes de cuentas en la Comisaría Provincial de Málaga . Es el grupo II de Crimen de Organizado de la Udyco (Unidad de Drogas y Crimen Organizado). Un puñado de agentes que vuelve a ser vanguardia en la lucha contra mafias desde esta parte de Andalucía.

La guerra de bandas del narcotráfico llegó en 2018 a que los sicarios hicieran del litoral malagueño su campo de batalla. Bombas, armas automáticas y asesinatos en la calle a plena luz del día dibujaron un paisaje de terror que poco tenía que ver con el idílico destino turístico que la Costa del Sol quiere ser.

Entonces, la Policía Nacional reclutó a algunos de los mejores agentes que se dedicaban a la investigación de las mafias. Los mandos superiores del Cuerpo eligieron a un experimentado inspector en la lucha contra el crimen organizado a nivel internacional para liderar un comando que atajara el problema. Este a su vez escogió a todo su grupo buscando los perfiles más destacados. «Tengo a los mejores. Todos son voluntarios y están en el top de los investigadores de este tipo de organizaciones criminales», asegura el jefe del grupo, entrevistado por ABC.

Comenzaron a operar en febrero de 2019. Se hicieron cargo de los asesinatos de todo ese año y han resuelto la mayoría. El primero fue el de un empresario de la noche marbellí ejecutado cuando llegaba a su casa . Lo tomaron como caso práctico para aprender a moverse en un terreno inescrutable. Esta semana se ha dado cuenta de esa operación con doce sicarios detenidos y otro asesinato abortado antes de que se cometiera. Un crimen que se usó por el grupo para desarrollar un método de trabajo específico con el que abordar este tipo de asesinatos.

Nuevos métodos

Y es que han tenido que crear metodologías de trabajo nuevas para poder resolver este tipo de homicidios. Pautas de investigación que les han llevado a encontrar un casquillo a un kilómetro de distancia del lugar del asesinato . Prueba angular con la que se desveló quién había matado y luego abandonado a un búlgaro en la carretera de Marbella a Istán. «No son asesinatos normales. Aquí nadie ha visto nada. Los testigos no sirven. Tienen miedo y pocas veces te dicen algo», asegura el jefe del grupo II, que insiste en que han tenido que buscar otros caminos a los habituales.

«Las familias en un asesinato suelen hablar, pero aquí no y si dicen algo, mienten. Siempre te cuentan que el fallecido no era traficante y que se han equivocado. Todos se equivocan», añade este agente, quien dice que tampoco se puede esperar una confesión, como sí sucede en otro tipo de homicidios, cuando se captura a los culpables. « Los detenidos no dicen nada. Estar con ellos en un interrogatorio es como hablar contra una pared . Prefieren ir 25 años a la cárcel por un asesinato, que decir más de la cuenta y sufrir las consecuencias», explica el agente, quien añade que es muy complicado actuar en un lugar limpio. «Son profesionales, los escenarios y las herramientas que usan para matar está todo limpio. No se encuentran casquillos, ni ADN, ni huellas… Eso dificulta mucho las investigaciones», explica.

Pese a las complicaciones, están teniendo éxito . A su cargo recibieron la investigación de cinco ajustes de cuentas en la provincia de Málaga y ya sólo les queda uno por resolver . El primero fue el asesinato de un congoleño junto a una depuradora en el Polígono Guadalhorce, luego el búlgaro asesinado en un paraje de Istán, después resolvieron el de un marroquí asesinado y otro herido grave en un robo de droga entre bandas en Marbella y el cuarto el empresario marbellí en la puerta de su garaje.

Ya sólo tienen en cartera la investigación de un francés tiroteado en el parking de un restaurante en Cabopino (Marbella). El trabajo para resolver estos crímenes requiere sacrificios que no todos los policías pueden hacer. «Estos asesinatos sólo se aclaran con gente muy meticulosa, exhaustiva y que sigue la metodología al pie de la letra» , afirma el jefe de grupo de la Udyco, quien dice que su equipo tiene «una dedicación plena». «Por esta razón, nadie está obligado a pertenecer al grupo. Trabajar aquí exige decir que no a las familias y a la vida personal. Todo queda al margen cuando suena el teléfono», relata el jefe del grupo II de Crimen Organizado.

Amplia experiencia

Son un puñado de policías bregados sobre el terreno con amplia experiencia en las unidades más complicadas y especializadas del Cuerpo Nacional de Policía. Además, su buen trabajo les ha hecho ser conocidos de forma individual en el resto de policía del grupo con las que han participado en operaciones durante años. Todos son veteranos convertidos en novatos para acabar con la actividad de los sicarios en la Costa del Sol . «Esta gente viene, mata y se va. Por eso, es tan importante la cooperación de otras policías de otros países» , explica este inspector.

Tener buenos contactos en el exterior es uno de los requisitos exigidos para poder entrar a formar parte del grupo. «Una persona que no lleve años trabajando en esto no tiene los contactos internacionales suficientes para poder crear enlaces que permitan perseguir a estas organizaciones más allá de nuestras fronteras», afirma el policía, cuyo equipo ya ha detenido a sicarios franceses, rumanos, búlgaros y holandeses , en este último caso es una de las organizaciones de «asesinos por encargo» de Europa con, al menos, diez supuestos asesinatos cometidos en diferentes países.

Policías para los que no existe la jornada laboral. «Los casos se resuelven por cabezonería», afirma el agente, que dice que las investigaciones «tienen que salir para adelante como sea». «Si hay que entrevistar a dos mil taxistas para encontrar una pista válida y resolver un caso, se les interroga uno por uno sin contar las horas y sobreponiéndose a la frustración», afirma el jefe de grupo.

Así desvela cómo consiguieron la pista clave para esclarecer el asesinato del congoleño en el Polígono Guadalhorce de Málaga. «Vimos que se montaba en un taxi y no paramos hasta que lo hallamos, pero antes nos topamos con alguien que creía haberlo identificado y no era una pista real. Eso nos retrasó el trabajo», relata el policía, quien dice que muchas veces llegan a un punto muerto en las investigaciones que desanima. « No hay que frustrarse, sino trabajar para buscar otro camino por el que ir hasta conseguir resolver el asesinato», sentencia el jefe de grupo.

Alto riesgo

Cuando llegan a un asesinato se hacen cargo de toda la investigación. «Como el FBI en las películas» , asegura con una sonrisa, una de las pocas que esboza en la entrevista. En todas las comisarías de Málaga saben que ellos son los que se hacen cargo de la situación y todos los medios se ponen a su disposición. « Si te dedicas a muchas cosas, esto no lo haces bien . Nosotros estamos para sumar. Dirigimos las investigaciones, pero nos valemos de todos los grupos de la Costa del Sol o de la central de Madrid», explica el policía, que insiste en la importancia de estar bien conectado. «Te falta información si no estás comunicado con el extranjero. Luchamos contra redes internacionales, por esto también nos apoyamos en las policías de fuera», afirma el jefe del grupo.

La presión en el trabajo es alta, pero no tanto como el riesgo. «Estamos deteniendo a gente que se dedica a matar», afirma el policía, quien asegura que toman muchas medidas de seguridad, como el anonimato absoluto, pero no son menores que las que toman los sicarios. «Cuando nos abalanzamos sobre ellos y oyen que somos la Policía, se relajan. Saben que van ante el juez y que, si ese asalto lo hace otra organización, acaban muertos», explica el policía, quien señala que los asesinatos no están tasados como los cargamentos de droga. «Pueden matar por 10.000, 50.0000, 60.000 euros… Eso depende de los medios que se necesiten para ejecutar el encargo», remarca.

Habla con orgullo del buen ambiente que reina dentro del grupo. «Tenemos pocas carencias en el equipo, pero si un agente decae, hay otro que está para suplir ese momento», señala el jefe de grupo, quien dice que cuando se resuelve un caso siempre hay fiesta. «Nos juntamos todos para comer, pero ya nos ha ocurrido en varias ocasiones que, en medio de la celebración, ha habido un ajuste de cuentas y hemos tenido que salir corriendo para empezar otra investigación», recuerda este policía.

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