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CRISIS DEL CORONAVIRUS

Residencias en Andalucía: plazas vacantes por el Covid-19 y casi 6.500 dependientes en espera de centro

El presidente de la Federación Lares puntualiza que las residencias no son «un servicio low cost sanitario»

Cuidadores y mayores en un centro en Andalucía Valerio Merino

M. Rosa Font

La pandemia del coronavirus , que en su comienzo en España convirtió a las residencias de mayores en uno de sus principales focos, ha dejado vacantes en los centros a consecuencia de las muertes registradas en los últimos meses (551 fallecidos según el último dato), mientras miles de personas dependientes esperan ocupar una plaza.

El presidente nacional de la Federación Lares , Juan Vela , ha calificado de «incomprensible el « importante retraso» que existe en Andalucía en la adjudicación de plazas, tras conocerse los últimos datos (junio 2020) del Instituto de Mayores y Servicios Sociales ( Imserso ) , que sitúan a la comunidad andaluza como segunda en todo el territorio nacional –por detrás de Cataluña (16.296 dependientes) y delante de Madrid (5.685) con más personas dependientes (6.477) reconocidas que esperan autorización de ingreso.

«No se están tratando con la misma agilidad los expedientes administrativos en una comunidad que en otra», ha manifestado para señalar que aunque hay permisos por parte la Junta para volver a incorporar personas en los centros, «los retrasos son muy considerables y hay un número importante de plazas vacantes que podrían estar ocupadas por personas que los necesiten y tienen ese derecho, que tienen reconocida la plaza».

De hecho, ha afirmado que ee están dando más solicitudes en residencias porque las familias «ven la necesidad de una atención más profesionalizada».

Por otro lado, el presidente de Lares, que cuenta con unos 130 centros en Andalucía – con un total de 7.480 plazas -, ha lamentado «la falta de coordinación sociosanitaria » que se ha evidenciado en la emergencia por el Covid-19 y ha considerado que debe haber una comunicación «más efectiva» entre las administraciones, entre el ámbito sanitario y el social, para dar «una atención adecuada». «Tanto es que no se hablaban que nos llamaban todos los ministerios o consejerías a la vez, esto lo tienen que arreglar, buscar una coordinación única que facilite la atención de estas personas en todo momento».

Desde el tercer sector, ha subrayado, solo pedimos a las administraciones que «asuman sus obligaciones», ya que « no queremos ser un servicio low cost sanitario en los centros sociales, sino que nuestros médicos y el personal de enfermería sean del sistema público , ya que es lo que garantiza que la atención sea continua y no se interrumpa por la entrada en un centro social, como es una residencia».

Queda mucho por hacer

Tras remarcar «el gran esfuerzo» del tercer sector en momentos de escasez y el trabajo desarrollado en la crisis sanitaria por los cuidadores, Vela ha indicado que «si bien estamos todos yendo al máximo de nuestras posibilidades para adecuarnos, las residencias y las administraciones, porque todos tenemos mucho que hacer, no podemos decir que estamos preparados para otra epidemia».

En el caso de las residencias, ha considerado que se deben llevar a cabo planes de contingencia para el momento en el que se produzcan positivos de Covid-19 y tener capacidad de aislamiento , de manera que en el supuesto de no disponer de tal capacidad, hay que generar y potenciar recursos intermedios para personas positivas que no requieran de hospitalización.

Además, ha añadido, hay que reforzar las plantillas , en un momento en el que no hay profesionales que quieran trabajar por «falta de reconocimiento», y que se pague el coste de las plazas al sector, que ha considerado puede ser «motor de empleo y de bienestar»,

Vela ha criticado que, con la emergencia sanitaria, el Gobierno cerrara antes las residencias de mayores que el país. «Esta pandemia nos ha enseñado que tenemos que tomar medidas con la población general antes que la población más vulnerable , y no que sean los mayores los que tengan que asumir acciones preventivas con coste de calidad de vida, aislamiento y soledad, que deberían haber sido las últimas medidas».

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