Covid Andalucía
La segunda ola de la pandemia golpea con más fuerza a los pueblos andaluces
Más de 300 municipios de la comunidad superan la tasa límite de contagios y 204 son núcleos rurales con menos de 5.000 vecinos
Mapa del Covid-19 en Andalucía de los 180.309 positivos por coronavirus: así evoluciona la pandemia
Los primeros reveses de la pandemia golpearon con fuerza a las grandes capitales . Una tendencia común a nivel nacional que también se replicó en Andalucía. Ciudades como Málaga y Sevilla, las más pobladas de toda la comunidad, comenzaron una escalada de casos que ... hoy todavía continúa, pero en esta segunda oleada de la Covid-19 el patrón ha cambiado. La enfermedad ha conseguido penetrar con más fuerza en el corazón de Andalucía: sus núcleos rurales.
Hace menos de un mes, 73 de los 786 municipios andaluces se mantenían libres de coronavirus. Hoy son sólo 40 . Muchos pueblos que hasta ahora habían sido infranqueables para el virus cuentan ya con al menos un vecino afectado. Tan sólo el 5 por ciento de los municipios de la región le siguen ganando la batalla a la enfermedad.
Uno de los datos que hace saltar las alarmas sobre la rápida propagación de la Covid-19 es la tasa de contagios en los últimos catorce días. Está entre los principales indicadores de las autoridades sanitarias a la hora de establecer las medidas de contención y, según las cifras de la Consejería de Salud, a principios de esta semana el 44 por ciento de las ciudades y pueblos de Andalucía se situaban por encima del límite, establecido en 500 contagios por cada 100.000 habitantes.
Salvo casos aislados, en la primera oleada fueron también los núcleos de población de mayor tamaño los que concentraban esta tasa en sus niveles más altos. Principalmente porque la movilidad -más dinámica en las capitales de provincia- favorecía la transmisión de la enfermedad. Con esta idea, muchos decidieron hacer las maletas rumbo a los pueblos una vez levantado el confinamiento, sin prever que la situación en otoño sería distinta.
«Ha influido enormemente que antes no había casos en los pueblos a ese nivel. Esto también ha pasado en las zonas rurales de Asturias, Castilla y León o Castilla la Mancha. Se mantuvieron vírgenes en un primer momento y con la segunda ola el virus ha florecido y se ha expandido con mayor rapidez e intensidad», explica a ABC Maximino Redondo , profesor titular de la facultad de Medicina de la Universidad de Málaga y coordinador de la unidad de Investigación del Hospital Costa del Sol.
Asegura, además, que la labor de los rastreadores se ha centrado más en las grandes ciudades, y eso ha complicado «localizar los focos» que han ido surgiendo en los pueblos desde que comenzó la desescalada. Por el momento, el municipio más pequeño de toda la geografía andaluza, Cumbres de Enmedio (Huelva) sigue sin registrar casos de coronavirus entre sus 56 habitantes. Ocurre lo mismo en Benitagla (Almería), con 58 vecinos, pero las cifras comienzan a dispararse en el siguiente de la lista.
Beires , en la alpujarra almeriense, sólo ha registrado un positivo en las últimas dos semanas. Acostumbrados a escuchar cifras récord de contagios podría parecer irrelevante, pero dada su población, 110 vecinos, un solo positivo ha elevado su tasa de contagios hasta los 909 casos por cada 100.000 habitantes . Es uno de los 204 pueblos andaluces con menos de 5.000 vecinos que sobrepasa la barrera establecida por las autoridades sanitarias. De ellos, 63 ni siquiera alcanzan el millar de habitantes.
Los datos dejan claro que esta segunda ola es, además de grave, más dispersa que la primera. Afortunadamente, el acceso a la asistencia sanitaria ha sido determinante, por lo que la realidad andaluza y española nada tienen que ver con países como la India donde, como explica el profesor, «el Covid en la población rural ha traído consecuencias trágicas».

Según Redondo, que el panorama sea distinto a los meses de marzo o abril tiene su explicación más evidente en el tiempo en que la pandemia lleva circulando por el territorio, pero también en otras variables que han cambiado a lo largo de los últimos meses. Una de ellas es el aumento del número de test que se practica a la población, que es sustancialmente mayor a las que se realizaban al comienzo de la pandemia.
Aunque insiste en que es difícil establecer una causa concreta para este incremento de los contagios en los núcleos rurales, considera que ha contribuido también el «aumento del empadronamiento» después de que «mucha gente se fuese a los pueblos buscando seguridad». De hecho, numerosos alcaldes andaluces ya han confirmado que, con la pandemia, su censo y el número de niños en las aulas de la escuela rural han crecido.
Pero precisamente esa falsa sensación de seguridad podría haber inclinado la balanza en su contra. Según el profesor, en origen «los pueblos no tuvieron la misma severidad de contagios que en las ciudades y eso les pudo llevar a estar «más relajados». En este sentido, cree que se han podido relajar las medidas preventivas conforme al tipo de relaciones interpersonales que se da en los municipios rurales, donde hay una mayor interacción entre amigos y familiares y menos reticencias para relacionarse porque «todo el mundo se conoce»
También el auge del turismo rural durante los meses de verano y hasta que volvieron a imponerse las restricciones de movilidad habrían favorecido la dispersión del virus, que ha conseguido superar el aislamiento, las malas comunicaciones y la escasa densidad de población que permitieron a los pequeños núcleos mantenerla a raya durante la primera fase. Aunque la enfermedad dura en torno a 15 días, el aumento del tránsito en el periodo estival estaría también detrás de esta escalada de casos. «Es como una maraña. Detrás de un contagio viene otro», señala Redondo.
Convivir con el virus
«Solo hay que fijarse en nuestros vecinos de Portugal, que eran un ejemplo en la primera ola y ahora están casi al mismo nivel que nosotros». apunta el profesor, que insiste en que esto es consecuencia de la falta de confinamiento y de la política que se ha adoptado frente a la pandemia en términos generales. «Aquí se ha asumido y anunciado a la población que vamos a convivir con el virus , no a erradicarlo como han hecho en China y otros países orientales, y eso ha sido un factor fundamental», subraya.
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