Javier Macías

Redactor jefe

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Redactor Jefe de ABC de Sevilla en la sección de Local y Cultura y director de Pasión en Sevilla, revista especializada en información de Semana Santa y cofradías. Lleva, además, asuntos de urbanismo, patrimonio y política municipal. Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla en 2010. Pisó por primera vez la redacción de ABC en 2008.

Javier Macías

La muerte de la calle Vida

Y ese es el gran oxímoron de este barrio que agoniza repudiado por los suyos, y que se reencarna cuando amanece en la Bella Susona y su ilustre calavera

Javier Macías

Metro, no tranvía

El metro, en el casco urbano de Sevilla, debe ir bajo tierra, porque acelera el viaje e impide los atascos

Javier Macías

En tiempo y sin forma

La Magna fue historia de Sevilla, pero ya pasó. La consumimos y andamos ávidos de volver a probar el rito de siempre

Javier Macías

Del tararí al tururú

Si ha habido en Sevilla un embuste merecedor del premio al mayor 'Tararí sevillano' es el Plan de Movilidad Urbana Sostenible, alias 'El PMUS'

Javier Macías

Las compuertas de Sevilla

Que tengamos activo un sistema de emergencias de este calado ante las inundaciones es una suerte a la que no estamos acostumbrados

Javier Macías

Iglesias sin cofradías

Piensen qué sería de San Juan de la Palma sin la Amargura, Santiago sin la Redención, San Martín sin la Lanzada o Santa Cruz sin su hermandad

Javier Macías

Nos toman por imbéciles

¿Alguien puede imaginarse si en Barcelona una obra del Estado que debía estar acabada hace un año continúa al 40 por ciento de su ejecución?

Javier Macías

De quién depende el agua

Sólo se puede tener conciencia ecológica si uno milita por aquella banda y lleva un pin en la solapa con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030

Javier Macías

Pasan cosas que antes no pasaban

Las cofradías no están sabiendo medir determinadas situaciones y se han convertido en objeto de memes hilarantes

Javier Macías

La 'vallitis' de Sevilla

Hay mandos de la Policía Nacional que no ven más allá del telón de acero que forman las vallas que acorralan a los ciudadanos