Hoteles en Almería
(Un refugio mediterráneo perfecto)
Entre los dorados acantilados del Parque Natural de Cabo de Gata y las cristalinas aguas del Mediterráneo, se alza Barceló Cabo de Gata, un hotel de 4 estrellas que combina belleza natural y confort moderno
Elaborado para Barceló Hotel Group
Hay lugares que no solo se visitan, sino que se sienten. Como el murmullo tranquilo del mar, la calidez acogedora del sol del sur o el aroma salobre que flota en el aire. Así es la experiencia en Barceló Cabo de Gata: un sofisticado hotel de cuatro estrellas situado entre las aguas cristalinas de la costa almeriense y la naturaleza salvaje del Parque Natural de Cabo de Gata. Un rincón privilegiado del Mediterráneo, ideal para desconectar y vivir unas vacaciones inolvidables en Almería..
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Barceló Cabo de Gata
A veces, el destino ideal no es solo un lugar, sino una sensación. El sonido pausado de las olas, el calor amable del sol andaluz, el olor salino de la brisa marina. Todo eso —y más— es lo que ofrece Barceló Cabo de Gata, un elegante hotel de cuatro estrellas que se levanta entre la costa almeriense y el Parque Natural de Cabo de Gata, en una de las franjas más singulares del litoral mediterráneo.
Ubicado en la tranquila urbanización de El Toyo, a escasos minutos del aeropuerto y con acceso directo a una playa de arena fina, el hotel se presenta como un oasis de calma rodeado de naturaleza protegida. Es el tipo de lugar que invita a detener el ritmo y redescubrir el tiempo: el tiempo para leer junto a la piscina, para degustar sin prisa un arroz meloso con vistas al mar, o para dejarse cuidar en un spa con aroma a eucalipto y luz tamizada.
El diseño de Barceló Cabo de Gata es contemporáneo, pero sin estridencias. Sus más de 4.000 metros cuadrados de jardines y sus cuatro piscinas —una de ellas infantil— crean un espacio abierto, lleno de rincones donde relajarse al sol o a la sombra de las palmeras. Las habitaciones, amplias y luminosas, muchas con vistas al mar o al parque natural, están pensadas para el descanso, con una estética serena y funcional que no descuida el detalle.
Uno de los grandes atractivos del hotel es su propuesta gastronómica.
El restaurante buffet Mare Nostrum sorprende con una oferta variada y de calidad, que incluye cocina en vivo y productos frescos de la zona. Para quienes buscan una experiencia más auténtica, el restaurante Arrozante, especializado en arroces al estilo alicantino y levantino, lleva la firma de chefs expertos y rinde homenaje al sabor mediterráneo más genuino. La oferta se completa con espacios informales como el Snack Bar junto a la piscina o el Lobby Bar, perfecto para un cóctel al atardecer.
Pero Barceló Cabo de Gata no es solo un lugar para desconectar. También es una excelente elección para familias con niños —gracias a su completo programa de animación infantil y su miniclub—, y para quienes viajan con intención de mantenerse activos: gimnasio, pistas de pádel, alquiler de bicicletas o incluso campos de golf muy próximos permiten que cada huésped diseñe su propia experiencia.
Además, su U-Spa de más de 600 metros cuadrados ofrece un circuito termal, cabinas de tratamientos personalizados y zona fitness, ideal para quienes buscan una escapada orientada al bienestar. Y si la estancia tiene un enfoque profesional o celebrativo, el hotel cuenta con más de 700 metros cuadrados dedicados a eventos, con salones modulables y luz natural, perfectamente equipados para bodas, congresos o reuniones.
Comprometido con el entorno que lo rodea, el hotel apuesta decididamente por la sostenibilidad, como lo demuestran sus certificaciones medioambientales (ISO 14001) y reconocimientos como el Travelers’ Choice de TripAdvisor. Un compromiso que se traduce en un respeto real por el paisaje y la cultura local. Y es que Barceló Cabo de Gata no es solo un lugar donde dormir: es un punto de partida.
Desde sus puertas se accede fácilmente al corazón del parque natural más emblemático de Andalucía, con sus calas escondidas, senderos volcánicos y aguas cristalinas perfectas para el snorkel. También se puede visitar el desierto de Tabernas, revivir escenas de western en antiguos decorados de cine o perderse por las callejuelas blancas de pueblos como Rodalquilar o Níjar.
