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Sevilla

Alwin van der Linde: «Menos Antonio López, los pintores realistas están descartados»

El pintor holandés residente en Extremadura presenta la exposición «Naturaleza y Transformación» en la sala Murillo de la Fundación Cajasol

Van der Linde, junto a Antonio Pulido Juan José Úbeda

Marta Carrasco

Un enorme cuadro con una singular vista de Sevilla, de la Catedral y Giralda sobre la que penden aves como cuervos y buitres que llevan rosas y las dejan caer; un árbol inmenso que preside una sala y la llena de verdor; un paisaje de enormes piedras como si fuera el Torcal de Antequera, aunque es Extremadura; un chumbera cuyos higos de diferentes matices de verdes parecen salir del lienzo..., el paisaje de esta exposición llamada, «Naturaleza en transformación» es obra del pintor Alwin Van der Linde (La Haya 1957), que desde hoy hasta el próximo treinta de junio podrá verse en la sala Murillo de la Fundación Cajasol.

Alwin Van der Linde ha sido un viajero empedernido, infatigable, curioso de la naturaleza que ahora nos presenta a través de veintisiete óleos sobre lienzo y diecisiete obras sobre papel, realizadas en los últimos diez años con una narrativa que demuestra la preocupación del autor por la degradación del medio ambiente.

«La influencia de la actitud del hombre sobre el medio ambiente y la naturaleza me preocupan enormemente», comenta el artista, quien añade que, «creo que estamos en una época muy confusa, en el arte hay muchas ramificaciones. Yo soy pintor y también compositor, hago música electrónica, y no me siento fuera de mi época para nada. La pintura tiene una narrativa actual o puede tenerla, eso depende del artista y no del medio. Nos hemos equivocado en subdividir lo que es el arte y los medios de expresión, la creatividad es cuestión de la persona y de su entorno y da igual el medio».

Pintor realista desde sus inicios, cree que «cuando era joven se consideraba que todo aquello que era figurativo no estaba de moda, la pintura abstracta era la número uno, y curiosamente cuarenta años después la pintura abstracta ha desaparecido por completo y ahora los que se dedican a ello parece que están haciendo decoración de hoteles. Pero también ha desaparecido el realismo porque está rechazado cuando se trata de pintura, y no lo está cuando se trata de fotografía. Todas esas cosas me parecen un absurdo. Lo que cuenta es la autenticidad del creador y la calidad del manejo que tiene del medio que utiliza para su expresión».

En la obra de Van der Linde no hay mucha figura humana, y en la de los últimos años, algunos objetos de cristal para buscar la luz y el color, «yo no puedo trabajar al natural porque los tamaños de mi obra no me lo permite, pero en los últimos años mi pintura ha cambiado. Siempre me ha molestado que me digan que mi pintura es hiperrealista, que es una palabra que no existe y que no tiene ninguna función descriptiva, porque no existe la hiperrealidad. Yo pinto lo mejor que puedo por su belleza».

En los últimos tiempos reside en Extremadura durante mucho tiempo al año, «el paisaje extremeño ha entrado de pleno en mi obra de una manera un poco particular, con un realismo muy detallado hacia una pintura más espiritual y con narrativa».

Su idilio con Extremadura comenzó casi por casualidad, y ha llegado a tal que ha creado una fundación cultural. «Todo empezó porque me invitaron un fin de semana a pasar en Cáceres y el paisaje me fascinó. Yo creo que los seres humanos tenemos una sensibilidad a lugares, y el cuerpo, incluso antes de la mente, reconoce sitios donde nos sentimos bien. Extremadura tiene una belleza enorme, con muy pocos habitantes. Es casi extrema, como su nombre. Yo he vivido en muchos países y voy a menudo a China donde he expuesto varias veces, y cuando se ve la calidad de vida que hay por el mundo y la que tenemos en España, no nos damos cuenta del privilegio que es tener tanta naturaleza intacta a nuestro alrededor , algo que a mí me influye mucho».

Su fundación se dedica a la actividad cultural y «a la buena pintura. Yo abrí la fundación con una exposición del realismo español de los años 50, no sólo con Antonio López, sino con los grandes realistas de esa época. Al final, Antonio López es el único que se ha mantenido con un respeto institucional , el resto ha desaparecido y eso es terrible. Dentro de cien años estarán en el Museo del Prado, pero ahora están todos descartados».

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