Patrimonio artístico
El icono feminista que atesora la Catedral de Sevilla desde hace siglos
El Cabildo es propietario de un lienzo de Artemisia Gentileschi, pintora sobre la que la National Gallery ha inaugurado la muestra retrospectiva más esperada del otoño

Es la artista del momento . Gozó de fama indiscutible en vida, reclamada por todas las cortes, pero es ahora, cuatro siglos después de su muerte, cuando se ha convertido en un icono cultural de primer orden . Las investigaciones más recientes han descubierto ... en su biografía el leitmotiv indiscutible para examinar toda su producción pictórica a la luz de un feminismo «avant la lettre» desde hace cuarenta años que la hace especialmente interesante en estos tiempos.

Así lo ha entendido, por ejemplo, la National Gallery de Londres , que a primeros de octubre inauguró una muestra retrospectiva en su honor con la que quiere reparar, en parte, el ninguneo histórico a las mujeres artistas concediéndole máximos honores a Artemisia Gentileschi , pintora italiana del siglo XVII discípula de Caravaggio cuya producción goza ahora del aplauso de la crítica y el público que se le denegó en el siglo XIX.
Las pinturas seleccionadas para la exposición londinense exaltan virtudes de las llamadas «mujeres fuertes de Israel» como la reina Esther intercediendo ante el rey babilonio Asuero por su pueblo; o Judith degollando con todo lujo de detalle al general enemigo Holofernes . En el caso de «Susana y los viejos» , algunos estudiosos relacionan el abuso sexual al que se ve sometida la bella esposa de Joaquín en la Biblia con la violación que sufrió la joven Artemisia cuando era una joven pintora en ciernes en el estudio de su propio padre. Pero su maestría con los pinceles supera de largo la empatía que pueda sentirse por una víctima sexual de hace cuatro siglos.
La Catedral de Sevilla guarda un lienzo de esta artista de la que Francisco Pacheco hace mención refiriendo que el III duque de Alcalá había traído de Italia algunas de sus pinturas. Sin duda, el retrato de María Magdalena ha de ser una de ellas.

El cuadro se titula «Magdalena penitente» o «María Magdalena como la melancolía» y es uno de los tres únicos lienzos de esta artista italiana que se conservan en España . La más renombrada, el «Nacimiento de San Juan Bautista» que se conserva en el Museo del Prado y que la propia pinacoteca ensalza como «el más logrado estudio lumínico de interior de toda la pintura italiana del siglo XVII», aunque hasta 2018 durmiera el sueño de los justos en el almacén con una exposición muy intermitente desde 2012 e inexistente con anterioridad a esa fecha. Todavía no había surgido el imparable fenómeno Artemisia.

En la Catedral se exhibe en la sala del tesoro en un lugar nada preeminente. Tampoco en el apartado de pintura de la página de internet del primer templo metropolitano salta a la vista la que está catalogada sencillamente como «Magdalena» . Artemisia Gentileschi no dudó en retratarse a sí misma como Santa Catalina de Alejandría , doctora de la Iglesia; como intérprete de laúd o como alegoría de la pintura. ¿Se retrató también como la melancólica María Magdalena, el cuadro de esta pintora que se conserva en el tesoro de la Catedral de Sevilla?

No lo parece. Y tampoco tiene mayor importancia. Esta deriva de la trascendencia que el lienzo tiene para el naturalismo sevillano, como Alfonso Pérez Sánchez y Benito Navarrete sostienen en el catálogo de la exposición «De Herrera a Velázquez» que organizó la fundación Focus con el Museo de Bellas Artes de Bilbao en 2006. La atribución a Gentileschi la había aireado el profesor Enrique Valdivieso en su «Catálogo de pinturas de la Catedral de Sevilla» publicado en 1978.
Así describían Pérez Sánchez y Navarrete el lienzo en el catálogo de la exposición que revisaba el tránsito del manierismo al naturalismo en la pintura sevillana de finales del XVI y principios del XVII: «La Magdalena, sentada en su silla y acodada en el brazo derecho, reposa la cabeza en el dorso de la mano y duerme serenamente, sin duda fatigada por sus penitencias. Su vestido está compuesto por una camisa blanca con mangas que deja el hombre descubierto yb traje amarillo calabaza. En una repisa lateral, a la izquierda de la composición, aparece el tarro de los ungüentos con que ungió los pies de Cristo . Una cortina roja aparece en el ángulo superior derecho».
Fernando Afán Enríquez de Ribera , III duque de Alcalá de los Gazules nacido en la Casa de las Dueñas el 10 de mayo de 1583, había sido embajador de España en Roma entre 1625 y 1626 y allí debió adquirir los cuatro lienzos de Artemisia Gentileschi, una copia y otros retratos de ella, según el catálogo de propiedades que dejó en Sevilla al marchar como virrey de Nápoles en 1629 publicado por los especialistas Jonatahn Brown y Richard Kagan en 1987.
En algún momento y por causas que tampoco se han podido elucidar, el cuadro pasó al tesoro de la Catedral y allí permanece desde entonces. Pero no tal como lo habían visto el duque de Alcalá y sus coetáneos. La imagen rezumaba sensualidad y a buen seguro que la inclusión en el catálogo catedralicio obligó a agrandar el echarpe que la Magdalena lleva por encima para cubrir el hombro y la axila.

Lo sabemos porque hay otra versión de este cuadro, pintada en Roma en la misma época, que así lo evidencia. Está en México , en el museo Soumaya de Ciudad de México. No se trata de ninguna copia a posteriori, sino que la propia artista reprodujo la escena de la Magdalena penitente a requerimiento de algún comitente que se hubiera quedado prendado del lienzo. En la actualidad, la obra es propiedad del magnate Carlos Slim después de un azaroso viaje de mano en mano desde 1622.

De ser un cuadro olvidado pasó a convertirse en un icono de la visión feminista del arte a raíz de la obra de Mary Garrard titulada «Artemisia Gentileschi en torno a 1622» con el subtítulo de «The shaping and reshaping of an artistic identity», que llevaba a la Magdalena melancólica en su portada.
La tesis de Garrard es que «la copia de la Magdalena melancólica fue hecha por la misma Artemisia porque en ella la santa tiene un rostro diferente; un copista normalmente hubiese copiado los rasgos originales, sin crear un personaje nuevo, con la cara más redonda, la nariz más puntiaguda, la boca más curvada hacia abajo y los ojos más grandes con párpados pesados. La primera Magdalena tiene una actitud soñadora y sensual; en la copia su rostro es adusto y desconsolado. Las dos caras de la melancolía que pintó Artemisia reflejan posiblemente su propia experiencia como «pecadora», ya que sufrió de muy joven una violación y tuvo que enfrentar un largo y penoso juicio promovido por su padre contra el violador que se negó a casarse con ella».
Pero no todos los especialistas aprueban esta interpretación basada en su biografía. En el catálogo de la exposición «De Herrera a Velázquez», sus autores no dejan lugar a dudas: «La especulación de Mary Garrard acerca de un sentido oculto , en que la imagen de la Magdalena representase a la propia artista como visionaria e identificada con los aspectos intelectuales y proféticos de la imaginación femenina, carece de toda apoyativa objetiva. La imagen presente no está tan distante de las representaciones ortodoxas de la Magdalena, como la de Caravaggio en la galería Doria-Pamphilj ».
Pero la evocación del carácter de la pintora, como sucede a menudo en la historia del arte, se superpone de tal modo a la obra artística que llega a suplantarla. Lo mejor es acercarse a contemplar el cuadro en su emplazamiento original -actualmente cerrado como el resto de la Catedral a las visitas turísticas por precaución ante la escalada de contagios por Covid-19- y sacar conclusiones.
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