ópera
Ismael Jordi: «Si ser divo es ser maleducado, eso no va conmigo»
El tenor jerezano, que encabeza el reparto de la ópera de Gaetano Donizetti 'Roberto Devereux' en el Teatro de la Maestranza, debutará en el Metropolitan de Nueva York el próximo enero
El Teatro de la Maestranza pone en escena por primera vez 'Roberto Devereux' de Donizetti

Ismael Jordi está sentado en un poyete del jardín de la Caridad, tras él, la impresionante fachada de la iglesia. Espera a los compañeros del elenco de 'Roberto Devereux', la ópera que se estrena a partir de este martes 8 de noviembre ... en el Teatro de la Maestranza. Él es Roberto, el tenor y protagonista de esta obra creada por Gaetano Donizetti sobre la época de los Tudor. Devereux fue favorito de la reina Isabel I, militar y Conde de Essex. Como buen personaje de su época, participó en guerras contra España, entre otras, y al final, a los 34 años, fue decapitado por orden de la soberana.
Este artista dice que es un personaje donde él canta más: «La ópera podría llamarse 'Isabel', como las otras son 'Anna Bolena' y 'María Stuarda', pero no, Donizetti se fijó en la figura del valido, creo que eso da muchas pistas», afirma el tenor jerezano.
Ismael Jordi es un hombre alto, de sonrisa abierta y atlético. Se cuida y mucho, desde siempre, desde que era jugador del Jerez Fútbol Club, antes de entrar en el coro del Teatro Villamarta, desde donde empezó a pensar que aquello de la música podría ser su oficio. Dicho y hecho, con el dinero del fútbol se pagó las clases en Madrid con Alfredo Kraus y otros maestros. Y lo demás es historia.
Momento de madurez
Le queda un año para los 50, edad que no aparenta. «Me va bien en la vida. Estoy aquí con salud, a punto del medio siglo. Si hablo de mi trabajo ya llevo más de veinte años cantando, que se dice pronto en esta carrera, tenor encima. Además, me encuentro en un momento de madurez importante, disfruto mucho más que antes».
Este cantante vive en Jerez, su tierra. «Mi casa está en Jerez, aunque no estoy mucho, claro, pero mi casa está en Jerez. La necesidad de volver al nido es fundamental, a mis orígenes, mis tradiciones, mis cosas, pero a las cosas simples. Levantarte, salir con los amigos, tomarte una copita de vino, dar una vueltecita por el centro, dar una carrerita por la mañana..., eso es lo que me pone los pies en el suelo. Hacer esto, conservar mi vida, es importantísimo para seguir».
Se le han puesto en pie los grandes teatros del mundo, pero dice que nunca le ha tentado el 'ego'. «No, porque eso depende mucho de la educación que has recibido en casa y a mí mis padres me educaron de una manera, y me hicieron persona. Y es difícil, lo es, porque que te aplaudan dos mil personas, ¡uf!, eso impresiona..., pero si no estás bien de la cabeza, eso te puede desestabilizar. Yo tengo suerte, estoy rodeado de gente de verdad, de mi familia, mis amigos que me ponen los pies en el suelo, y me dicen: 'Ismael, tranquilo'».
Preguntado por si le reclaman las sopranos -sabido es que tenor y soprano representan los papeles más románticos de las óperas-, Jordi dice que no y se ríe: «No. Yo intento darle a todo el mundo su sitio. He sido futbolista y soy deportista, tengo esa mentalidad de equipo y no me gustan las rivalidades. Hombre, si tienes tu aria, aviátelas tu sólo. Pero creo que cuanto más haga yo por que la soprano o el barítono se sientan a gusto y mejor ambiente haya, será mejor para todos, todo crece el doble y se trabaja muchísimo mejor».
El mundo de la ópera tiene muchas leyendas negras, divos, rivalidades, 'quítate tu que me pongo yo'..., «Eso era antiguamente, quizás, ahora mucho menos. Está tranquilo el tema. Hay de todo en la viña del Señor, pero casi nada. Los divos..., no sé, ese concepto es falso. Hay que ser artista dentro y fuera del escenario. Cuando baja el telón no termina la ópera, y si eso de ser divo es ser maleducado, estás equivocado, no va conmigo».
El Covid, el palo cortado y el Metropolitan
La pandemia le pilló en su casa de Jerez. «Tuve el Covid de los primeros, estuve tres o cuatro días en los que perdí el olfato y el gusto, eso me mató. Me di cuenta de que tenía Covid tomándome una copa de palo cortado. No sabía a nada, y dije: 'Esto está malo'. Abrí otra botella y tampoco. '¡Ea, que tengo el Covid'. Fueron dos semanas en casa y cuando di negativo, me fui a Zaragoza a dar un concierto».
Sin embargo, dice que la pandemia ha sido algo devastador para el mundo de la ópera. «Se canceló todo y hubo teatros que no pagaron absolutamente nada. Yo tuve suerte porque tuve cancelaciones, pero me pagaron algo y eso es de agradecer, pero ha afectado muchísimo. Yo ese año tenía mi debut en el Metropolitan de Nueva York y se canceló. Y hubo muchos compañeros sin trabajo, y la ópera es así, no hay seguros ni nada, si no cantas, no te pagan. El mundo de la cultura lo pasó mal, aunque creo que poco a poco se está recuperando, hay mucho movimiento, eso al menos noto».
Ese debut que el bicho del Covid se llevó por delante hace tres años por fin se va a hacer realidad. «Yo tenía que haber debutado en el Metropolitan de Nueva York con 'Romeo y Julieta', y nada, menos mal que tenía también cerrada 'La Traviata' para enero que viene. Me marcho el 26 de diciembre a pasar el fin de año en Nueva York, y debuto la noche de Reyes. Es mi regalo de Reyes para mí y los neoyorquinos. Mientras vosotros aquí abriréis los regalos, yo estaré allí cantando», dice sabiendo que algunos amigos suyos aprovecharán las fechas para ir a verlo a la Gran Manzana.
Le hubiera gustado debutar en el MET con 'Romeo y Julieta', «porque hay más variedad de tesituras para mi voz, pero, claro, 'Traviata' es la ópera que más se programa en el mundo y la que más he cantando. Mi partenaire es Ermonela Jaho, con quien ya he cantado, somos amigos y nos dirige Marco Armiliato, con quien yo ya he trabajado varias veces, todo eso suma muchísimo. Además, canta también en esta producción un barítono de Mongolia, Amartuvshin Enkhbat, que tiene una voz impresionante».
El tenor jerezano nota su evolución vocal desde hace varios años. «Después de cada función me escucho y los dolores de barriga son tremendos», se ríe, pero cree que su voz ha evolucionado. «Se está volviendo un poco más lírica, aunque yo soy un lírico ligero y hago mi repertorio de bel canto, lo que más hago es Donizetti. Ahora estoy afrontando papeles un poco más líricos, pero sobre todo lírico-francés, 'Romeo y Julieta', 'Manon', el 'Werther', con el que me gustaría debutar y aún no la he cantado... es donde me siento a gusto».
En esta ópera el director de escena lo ha puesto a cantar de una forma casi antinatural, algo a lo que se negó al principio. «El concepto de la producción es que al final este aria que es un bombón, mela hace cantar físicamente de una manera que no es la más idónea, sobre todo por el concepto que el director musical, Yves Abel y yo, teníamos de la forma que debía cantarla. No dificulta, no. En los ensayos le estoy cogiendo el tranquillo, pero sí, al principio dije que no, así no canto. Pero no soy de ese tipo de cantantes, me dije, lo voy a intentar. Y, claro, estar en buena forma facilita hacer estas cosas.... El gimnasio, que nunca dejo, correr, etc.».
Sabido es que muchos directores de escena exigen a los cantantes un esfuerzo superior incluso a su voz por necesidades dramáticas. Quizás el físico y la buena forma de Ismael Jordi incita a los directores a exigirle más. «Podría ser porque cuando me ven que estoy en forma se atreven más conmigo, sobre todo en determinados papeles. Pero pienso que todo suma. Yo necesito el gimnasio, hacer ejercicio, y nunca me despisto en este sentido. La salud es muy importante para cantar ópera, no sólo la voz».
Ismael Jordi ha llevado muy inteligentemente su carrera, diciendo que no a papeles que creía no iban con su tesitura vocal, y piensa que comienza una década maravillosa. «En este momento de madurez me gustaría seguir atento a cómo he llevado mi carrera, poco a poco y cogiendo el repertorio que es mejor para mi voz, y dándome espacio para disfrutar de la vida también, porque esto no es sólo cantar. Quiero ser feliz y luego ya veremos. Mi estabilidad, la base de mi carrer,a son mi mujer, mis padres, mis hermanos..., y volver a Jerez a tomarme un oloroso».
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