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Novedad editorial

«Edison dijo que el autogiro era el mayor progreso hecho en la aviación desde los hermanos Wright»

Fernando de la Cierva publica su novela «Un invierno en Filadelfia» (Alfar), sobre su abuelo Juan de la Cierva

El autogiro sobrevolando Sevilla en 1934 ABC

Andrés González-Barba

En el año 1920, Juan de la Cierva y Codorníu (1895-1936) dio a conocer el primer modelo de su autogiro , uno de los grandes inventos que revolucionarían la aeronáutica en el siglo XX. Admirado por personajes tan destacados como Edison o Marconi , en diciembre de 1931 realizó su segundo viaje a Estados Unidos, país donde conoció a Henry Ford , quien lo convence para que publicara sus memorias. Este es el punto de partida de la novela «Un invierno en Filadelfia (Juan de la Cierva y su autogiro)» (Alfar), que acaba de ser publicada por el nieto de este ingeniero, Fernando de la Cierva Bento, que es director médico del Hospital Genral Universitario Reina Sofía de Murcia .

¿Cómo ha sido todo el proceso de documentación a la hora de elaborar esta novela? ¿Tiene muchas licencias el texto o todo lo que narra es riguroso?

Se trata de una biografía novelada en la que cuando lo que escribo no se ajusta a la realidad histórica lo reflejo en notas a pie de página. Llevaba muchos años documentándome a través de charlas con los hijos del inventor, publicaciones, revistas aeronáuticas, audios de conferencias que dio mi abuelo, informaciones de prensa y, sobre todo, la magnífica biografía de José Warleta «Juan de la Cierva y su obra», publicada en 1977 (en mi opinión demasiado técnica para el gran púbico ya que el autor era un ingeniero aeronáutico y desarrolla fundamentalmente los progresos mecánicos del autogiro). Hace tres años llegó a mis manos un documento inédito, el testimonio escrito que redactó Antonio Hernández-Ros Codorníu, primo hermano de mi abuelo que compartía con él la pasión por el aeromodelismo (hacían juntos modelos a escala del autogiro con los diseños de Juan), y en ese momento supe que tenía que ponerme a escribir esta novela. Como yo soy un escritor de ficción, y no un biógrafo, decidí plantearlo de esta forma.

Escribir sobre un familiar, un abuelo en su caso, no siempre es fácil por la cercanía emocional que esto conlleva. Encima hacerlo sobre un personaje tan popular en la España del siglo XX debe de haber sido doblemente complejo, ¿no?

Hay que tener en cuenta que Juan de la Cierva murió muchos años antes de que yo naciese. Lo cierto es que, como explico en el prólogo, tampoco su vida era un tema habitual de conversación en mi familia, quizás porque los dramas familiares que se habían producido, empezando por el fallecimiento del propio inventor a los 41 años y de tres de sus hijos, dos muy jóvenes y el otro siendo un bebé, hacían que los recuerdos resultasen demasiado dolorosos. Las referencias que yo tenía de su vida me llegaron a través de algún documental de televisión y a través de las fotografías que teníamos en casa. Ni siquiera hablé de Juan de la Cierva con mi abuela, que pasaba largas temporadas en Murcia en mi casa. Empecé a recabar información y empaparme de la vida y obra de mi abuelo mucho más tarde, cuando terminé la carrera de Medicina.

En su libro narra el encuentro con Harold Pitcairn en el segundo viaje que De la Cierva realizó a Estados Unidos. ¿Cómo fue la relación que mantuvo con su socio?

Harold Pitcairn fue un entusiasta de los comienzos de la aeronáutica que fundó una empresa de transporte aéreo y que estaba empeñado en construir un helicóptero, hasta que leyó acerca del autogiro. Viajó desde Pensilvania a Londres para conocer a Juan de la Cierva y al ver volar el autogiro no cejó en el empeño hasta que el inventor se asoció a él para el desarrollo del aparato en los Estados Unidos. Más allá de la relación comercial, Juan de la Cierva viajó a Filadelfia en cuatro ocasiones y terminaron por entablar una buena amistad. Pitcairn fue un personaje también clave al convencer en uno de los viajes al inventor de que escribiese la «Teoría del autogiro», que se encuentra depositada por la familia en la Biblioteca Nacional, y que se trata de un documento de un valor incalculable, ya que es uno de los primeros inventos perfectamente documentados y objeto de estudios y tesis doctorales.

Fernando de la Cierva ante el monumento dedicado a su abuelo en Murcia ABC

Henry Ford lo convence para que escriba sus memorias. ¿Cómo fue este proceso? ¿Qué opinión tenía el famoso fabricante de coches americano de su abuelo?

Como explico en la novela, Henry Ford y Juan de la Cierva conectaron desde que se conocieron en una fiesta que se celebró en una mansión de Michigan y que describo en la novela. Desde entonces la admiración fue mutua y mi abuelo decía que era seguramente la persona que había conocido cuya inteligencia más le había impresionado. Por lo demás, me invento en la trama de la novela que Henry Ford lo convence para que escriba unas memorias, eso es absolutamente ficticio y lo explico en las notas. Es el truco que utilizo para que sea el propio Juan de la Cierva el que vaya narrándole al lector su vida y los progresos de su obra.

Cubierta de la novela ABC

España no había sido nunca un país de grandes adelantos científicos, pero el autogiro de Juan de la Cierva comenzó a cambiar esta tendencia. ¿Qué visión tenían de este ingeniero personajes de la época como Alfonso XIII, Marconi, Edison o Henrich Focke?

El padre del inventor, Juan de la Cierva Peñafiel, fue ministro conservador en cinco gobiernos diferentes, y era un monárquico convencido que mantuvo una relación estrecha con Alfonso XIII. El rey siguió de cerca los progresos de Juan de la Cierva y en más de una ocasión le dijo que le gustaría volar en el autogiro pero que no se lo permitían sus consejeros. De hecho, ya en el exilio, Alfonso XIII pudo volar en Londres con el inventor. Fueron múltiples las ocasiones en que se reunieron. Cuando Juan de la Cierva vivía en Londres, don Alfonso le recibía en las ocasiones en las que venía a España. Tuvieron una relación de cercanía y en algún telegrama, la reina y el mismo rey le comentaron lo orgullosos que estaban de que un español estuviese triunfando en Inglaterra.

Marconi vivía en Londres como Juan de la Cierva y se hicieron amigos. Incluso, Marconi le regaló al inventor del autogiro uno de los primeros aparatos de televisión que funcionaron en el Reino Unido en los años 30 y que había salido de su factoría.

Edison, que nunca quiso volar en aeroplano por lo inseguro que le parecía, pidió una demostración del autogiro en Newark. Cuando lo vio volar exclamó «Esta es la respuesta». Después añadió que era el mayor progreso que se había hecho en el mundo de la aviación desde los hermanos Wright.

Focke, constructor del primer helicóptero con certificado de aeronavegabilidad, dijo que él había construido el helicóptero porque Juan de la Cierva no quiso hacerlo, ya que éste, con sus conocimientos e ingenio, lo habría hecho mucho antes y mucho mejor.

Injustamente asociado al Dragon Rapide

La figura de Juan de la Cierva se asoció en su momento a la operación del avión Dragon Rapide, que trasladó a Franco de Gran Canaria a Tetuán y le permitió posteriormente ponerse al frente del ejército del norte de África. ¿Qué me podría decir de este capítulo, ya que hay historiadores que piensan que su abuelo sí apoyó el alzamiento nacional y otros que no lo hizo?

Estando en casa de un colaborador en Londres el corresponsal del ABC, Luis Bolín, le pidió ayuda para contratar un avión que llevase a unos amigos de Canarias a África. Juan de la Cierva hizo las gestiones y le consiguió uno que resultó ser el Dragon Rapide. En varias ocasiones el inventor había llevado a toda su familia a Francia y a Inglaterra. Si él hubiese sido consciente de estar participando en una intentona golpista primero habría sacado a su familia de España, algo que no le habría planteado ninguna dificultad, y de esa forma se habrían evitado los riesgos para los suyos. De hecho, su padre, monárquico reconocido, tuvo que refugiarse en la embajada de Noruega, donde falleció dos años más tarde, y su hermano Ricardo, abogado de la embajada de Noruega, fue detenido y murió fusilado en Paracuellos al poco de comenzar la Guerra Civil.

¿Cree que Juan de la Cierva ha recibido el reconocimiento que merecía en España?

Seguramente los intentos de politizar artificialmente la figura de Juan de la Cierva han impedido un mayor reconocimiento en nuestro país. Por el contrario, en los Estados Unidos ocupa su sitio en los museos aeronáuticos, llegando su busto a compartir espacio en los hall of fame junto al de Leonardo. También se celebra en la Royal Aeronautical Society de Londres una conferencia anual en su nombre en el aniversario de su nacimiento. Estos últimos años se han celebrado exposiciones en torno a su figura en Filadelfia y en Londres, y ninguna en nuestro país. Juan de la Cierva se centró en su autogiro y no se interesó por la política. Trabajó con gobiernos monárquicos y republicanos de España por igual, a los que regaló las patentes del autogiro. Incluso, hay quién desconoce que su gran valedor en nuestro país fue don Emilio Herrera, después presidente de la República Española en el exilio, e incluso fue premiado con la Banda de Oro de la República por sus servicios.

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