Novela
Felipe Benítez Reyes: «Estamos en la época dorada de los charlatanes»
El escritor regresa a la novela con «La conspiración de los conspiranoicos», una sátira escrita en el confinamiento sobre los negacionistas de la pandemia y agoreros de conjuras internacionales

Felipe Benítez Reyes (Rota, 1960) regresa a la novela con la hilarante «La conspiración de los conspiranoicos» (Renacimiento), una sátira sobre los negacionistas de la pandemia y agoreros de oscuras conjuras para el dominio del mundo encabezadas por Barack Obama, ... George Soros y Bill Gates .
Escrita durante el confinamiento por el también poeta y ensayista, la narración sigue a un grupo de gaditanos, entre los que hay un funcionario de baja de la Diputación y el propietario de una gestoría, que mantiene alucinadas tertulias con todo tipo de razonamientos delirantes, sacados de «fake news» de la web y proclamas de «youtubers» .
Porque Felipe Benítez Reyes ha decidido tomarse con distanciamiento irónico en esa novela un asunto, como el de los conspiranoicos, que de otra forma podría tomar los perfiles aterradores que adopta en numerosas ocasiones el denominado pensamiento o verdad alternativa .
Durante el confinamiento muchos se preguntaron si se podía hacer literatura de la pandemia y cómo sería. Usted en «La conspiración de los conspiranoicos» ofrece una de las posibles respuestas, ¿cuándo pensó que ahí había una novela?
Los primeros meses estuve paralizado, con el ánimo ensombrecido y sin ánimo para escribir, porque intuía que esto no iba a ser un episodio pasajero, sino lo que finalmente ha sido. Es decir, un poner boca abajo nuestra realidad. Lo que menos me apetecía era convertir esa calamidad en materia literaria. Pero está visto que cada cual es la persona más sorprendente para uno mismo.
Imagino que de todas sus novelas es la que ha escrito más rápido, ¿su escritura tuvo también algo de alivio o consuelo en tiempos adversos?
La novela anterior me ocupó diez años. Esta, apenas unos meses. Y le digo lo mismo: el más sorprendido soy yo. Mis novelas no suelen tener vínculos con el presente, y el reto era escribir una novela dictada por los acontecimientos del día a día, y hacerlo desde una perspectiva de pensamiento del todo contraria a la mía. Me supuso, en efecto, un alivio frente a las suposiciones descabelladas que leía por ahí, las de los negacionistas convertidos en virólogos espontáneos. Me irritaban, de modo que decidí transformar esa irritación en inspiración.
«Si te tomas en serio a esos chalados te sale una novela de terror gótico. Preferí que tuviera un espíritu chestertoniano»
El humor, tan importante en su narrativa, reaparece con fuerza en una novela cuyos personajes, como una suerte de Quijotes posmodernos, ven en la realidad solo lo que sus mentes conspiranoicas quieren ver, ¿por qué eligió el humor para acercarse al tema de los conspiranoicos?
Creo que no había otra opción, al menos para mí. Si te tomas en serio a esos chalados, te sale una novela de terror gótico. Preferí que fuese una novela de espíritu chestertoniano, aplicando una lógica narrativa a un discurso del todo absurdo. Algo así como racionalizar la sinrazón.
Los protagonistas de su novela son gente gaditanos que deambulan por bares de la ciudad. No son gente ni antisocial ni que vive aislada en una cabaña en el campo, ¿ver conspiraciones por todos lados es uno de los delirios o alucinaciones sociales mayores de nuestro tiempo tanto a la derecha como a la izquierda?
No puedo saberlo, pero intuyo que la conspiranoia responde a un cóctel de trastornos mentales. La negación de la evidencia es un proceso delirante muy complejo. De pronto, tu mente decide que una pandemia es de origen artificial, que Bill Gates va a inocularnos un chip que interactuará con el 5G, que los chemtrails son ataques químicos y que tienes que forrar tu casa de papel de aluminio para no quedarte estéril. Pues vale. Enhorabuena.
¿Su novela puede leerse como una especie de diálogos platónicos alucinados donde los integrantes de la tertulia parecen perseguir la posverdad más peregrina y más rocambolesca?
Sería un buen patrón. Ellos no buscan la verdad ni la posverdad, sino más bien ese punto intermedio que existe entre la alucinación metódica y la idiotez visionaria. No buscan información, sino la constatación de sus delirios. El conspiranoico desarrolla un instinto infalible para detectar las hipótesis más enloquecidas y ascenderlas de inmediato a la categoría de tesis irrefutables.
«La mayor parte de la población mundial podría vivir en cavernas sin desentonar.Eso sí, en cavernas con wifi»
¿Por qué cree que las historias de ovnis y sucesos paranormales han pasado de la superchería a convertirse en una creencia seria por parte de una población que rechaza las vacunas o cree que Soros, Obama y Bill Gates están bajo una conjura para dominar el mundo?
Quizá porque vivimos rodeados de prodigios tecnológicos, pero nuestra mentalidad de fondo sigue siendo supersticiosa. El pensamiento mágico es un privilegio irrenunciable de la gente que tiende a pensar poco. La mayor parte de la población mundial podría vivir en cavernas sin desentonar mucho. Eso sí, en cavernas con wifi.
¿Cómo se puede llegar a negar la realidad de una pandemia a pesar de los enfermos y los muertos?
Ese es precisamente el misterio que detonó esta novela. Intenté meterme en la mente de unas personas convencidas de que una pandemia no puede ser un fenómeno natural, como los terremotos o los huracanes, sino un plan diabólico concebido por unos magnates empeñados en destruir el mundo, como si fuesen los hijos de Fu Manchú.
¿Esta es su novela más humorística pero también de alguna manera una de las más políticas?
Política no sé. Me atrevería a suponer que es una novela humorística, menos por el propósito de serlo que por la materia tan descabellada en la que se sustenta, que es un disparate, pero, a poco que te pares a pensarlo, es también una novela aterradora. Un pensamiento averiado puede causar una emoción muy extraña que está entre la carcajada y el pánico.
«La política actual tiene mucho de youtubería»
La ausencia de grandes consensos políticos como en el pasado y el final de la cultura libresca frente a un ecosistema digital con Youtubers y redes sociales, ¿está detrás de todo este irracional relativismo actual?
No quisiera que pareciese un reproche, sino un diagnóstico: estamos en la época dorada de los charlatanes. Ya ni siquiera tienen que echarse a la calle para pregonar sus majaderías, sino que se plantan delante del ordenador y predican urbi et orbi, y hay gente que está aún peor que ellos y los toman por oráculos. Aparte de eso, la política actual también tiene mucho de youtubería.
Las teorías conspirativas se pueden tomar con humor, como en su novela, pero ¿realmente son para tomarlas muy en serio?
Creo que a la idiotez no se le debe perder el respeto, porque puede ser muy peligrosa. La diosa Idiotez tiene más adeptos que la diosa Razón. La historia de la Humanidad es en gran parte la historia de una idiotez cíclica.
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