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Literatura

Miguel Hernández, la alegoría de la tauromaquia

Un libro recupera la huella taurina en la obra del escritor así como su trabajo para el tratado «Los toros» de Cossío

Hernández, en una dehesa de Jaén en la primavera de 1937 «Legado de Miguel Hernández»

Eva Díaz Pérez

Toros que corren por los campos de España, un ruedo en la noche, lunas corniveletas, morlacos de color zaíno muertos en mitad de la plaza. En los versos de Miguel Hernández hay un paisaje de tauromaquias , de simbolismo de amor y de muerte en la metáfora de una corrida. Y quizás fue su vida una estremecedora alegoría del toro libre y feliz que termina sacrificado en el coso.

«Nacido(s) para el luto. Miguel Hernández y los toros» (Universidad de Jaén) es el libro que acaba de publicar el catedrático de Literatura de la Universidad de León José María Balcells y que rescata el imaginario taurino del poeta . Autor de otras obras relacionadas con el tema como «Sujetado rayo. Estudios sobre Miguel Hernandez» o «Miguel Hernández: espejos americanos y poéticas taurinas», Balcells rastrea la huella de toros y corridas en diversos poemas, en sus piezas escénicas, en las cartas y en el trabajo que realizó para el tratado «Los toros», que dirigió José María Cossío y que no se publicó hasta 1943 justo un año después de que Hernández muriera en la cárcel.

Balcells indaga en la relación de Hernández con el mundo del toro desde su infancia recordando las celebraciones de corridas en su Orihuela natal donde además existía la costumbre de que los toros venían sueltos por las calles hasta que llegaban a la plaza lo que provoca gran animación en el pueblo.

El autor de la obra plantea que Miguel Hernández fue un aficionado desde joven y que incluso participara en algún acontecimiento taurino tal y como revela en una de las prosas de su inicio titulada «La capea». «Parece muy verosímil que Hernández fuese espectador de festejos taurinos en Orihuela », asegura.

La huella taurina está presente en muchas de sus obras como en el soneto «Como el toro he nacido para el luto» , « Perito en lunas» , textos como «Elegía media del toro» o las piezas teatrales «Quien te ha visto y quien te ve y sombra de lo que eras» o «El torero más valiente» .

Balcells apunta además que en muchas de las composiciones de «El rayo que no cesa» se descubre la mirada erótica que Miguel Hernández tenía sobre el mundo del toro. «Hay una posibilidad de lectura de la tauromaquia como un juego complejo de intercambio de roles erótico s».

También desvelaba un sentido teológico en muchos poemas: «A punto está la corrida./ Y en el momento de verte,/ toro negro, toro fuerte/ estoy queriendo la vida/ y deseando la muerte».

Sin duda una de las relaciones más singulares de Miguel Hernández con el mundo del toro es la de su trabajo como redactor en el tratado «Los toros» que dirigió José María de Cossío. y que publicó Espasa-Calpe en 1943 .

Es labor compleja averiguar cuáles son las partes que escribió el poeta, puesto que los textos no están firmadas y sólo se descubre la autoría gracias a las pistas que aporta ocasionalmente su epistolario. «Sabemos que las tareas que realizaba eran de tres clases: copia de documentos manuscritos ; recogida y por tanto aporte de datos mediante algún que otro desplazamiento a distintos lugares, y redactado de fichas biográficas. La labor de copia la realizaba en instituciones como la Biblioteca Nacional, el Archivo Histórico Nacional y la Hemeroteca Nacional», explica José María Balcells.

El poeta recitando versos y animando en las trincheras «Legado de Miguel Hernández»

Otra de las aportaciones sugeridas por el autor de esta investigación es que muchos de los trabajos de Hernández también sirvieron a Cossío para otro libro, la colección de rarezas bibliográficas de los siglos XVII y XVIII que componen el volumen «Advertencias y reglas para torear a caballo» , que se publicó en 1947.

Miguel Hernández investigaba, copiaba a mano de textos históricos y luego mecanografiaba y escribía. En una carta que envía a su amigo el también escritor Juan Guerrero Ruiz en junio de 1935 explica vagamente su tarea:«Me mantengo en Madrid por ahora trabajando en una enciclopedia taurina que va a editar Espasa Calpe, dirige Ortega y Gasset y ordena José María de Cossío. Gano muy poco; cuarenta duros mensuales , pero estoy en el ambiente que necesito en estos tiempos míos».

Balcells analiza con detalle los textos que podrían haber sido escritos por el poeta como las semblanzas dedicadas a Manuel García El Espartero , Reverte y Lagartijo o Tragabuches , donde destaca el ambiente de pintoresquismo. El autor de esta investigación rastrea incluso algunas palabras muy usadas y queridas de Hernández para avalar el argumento de la autoría hernandina comoel uso del verbo llantear, que aparece en buena parte de su obra e incluso en sus cartas.

Además del trabajo en archivos, Hernández hizo un trabajo de campo que aprovechó de su colaboración en el proyecto de las Misiones Pedagógicas . Este programa iniciado durante la Segunda República consistía en que jóvenes artistas y profesores recorrieron las aldeas y pueblos de España más alejados y donde no llegaba la cultura. Los ‘misioneros’ de la cultura representaban piezas teatrales, llevaban bibliotecas ambulantes, copias de los cuadros del Museo del Prado, proyectores de cine, fonógrafos para oír música clásica.

Miguel Hernández participó en este proyecto y concretamente su expedición de la primavera de 1935 por los pueblos de Salamanca la aprovechó para ver toros en el campo . «Los parajes donde se enclavan los cuatro pueblos en los que se desarrolló el programa son lugares de dehesas de bravo, dado que se trata de la comarca conocida como La Ramajería», asegura José María Balcells.

Miguel Hernández junto a su esposa, Josefina Manresa «Legado de Miguel Hernández»

Apunta el autor de «Nacido(s) para el luto» un suceso ocurrido a comienzos de 1936 y que está relacionado con el mundo de los toros. Después de participar en una capea, la Guardia Civil lo detiene en la localidad de San Fernando del Jarama . «Le propinaron una paliza so pretexto de no llevar consigo documentación alguna, y encontrándole en un bolsillo una cuartilla con la anotación «Juan de Oro» , alusiva a una pieza teatral suya en ciernes inspirada en la tauromaquia».

El profesor Balcells analiza los tanteos creativos de esta segunda pieza escénica sobre toreros y picadores y de la que desgraciadamente sólo se conservan dos escenas que fueron escritas a mano en siete páginas de un cuaderno. «En una hoja aparte anota los nombres de tres picadores como Manuel Ledesma, Juan Gallardo y José Trigo, pero no sabemos si planteó incluir sus historias», asegura Balcells.

Con esas anotaciones de «Juan de Oro», Miguel Hernández regresa a Madrid y va a casa de los Alberti y muy indignado decide afiliarse al PartidoComunista. María Teresa León lo comentó en su «Memoria de la melancolía»:«Estoy con vosotros. Lo he comprendido todo». Pocos días después el periódico «El Socialista» publica una protesta en favor de Miguel Hernández dirigida al ministro de la Gobernación y firmada por intelectuales como Neruda, Lorca, Bergamín. Alberti, León o Altolaguirre.

Luego llegaría la guerra arrastrando a un Miguel Hernández comprometido que lucharía en las trincheras convirtiéndose en poeta soldado hasta que, terminado el conflicto, es encarcelado y fallece en 1942 cuando toda España era ya un campo de muertos.

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