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concierto

Duncan Dhu, un regreso soñado que ha merecido catorce años de espera

El grupo donostiarra convence en el nuevo auditorio Fibes después de su última gira de 1999

Duncan Dhu, un regreso soñado que ha merecido catorce años de espera jesús spínola

andrés gonzález-barba

Pocos músicos españoles como Duncan Dhu se pueden permitir el lujo de defender sobre un escenario 27 canciones con un sonido impecable en donde el rock clásico se deja impregnar de toques de rockabilly y folk en una mezcla perfecta. Porque lo que el viernes por la noche protagonizaron Mikel Erentxun y Diego Vasallo en el nuevo auditorio Fibes no fue un simple ejercicio para los más nostálgicos, sino un concierto en donde los donostiarras supieron ofrecer al público nuevas propuestas musicales, además de recuperar viejos clásicos vestidos de unas sonoridades nuevas.

Aunque a priori pudiera parecer un handicap que el aforo sólo se llenara a la mitad, esto lejos de ser un inconveniente al final no dejó de resultar una anécdota, pues desde el primer compás Erentxun y Vasallo supieron conectar con los espectadores, muchos de los cuales estuvieron de pie en numerosas fases del recital.

Después de la publicación el año pasado de su nuevo minielepé, «El duelo» (2013), estos interpretaron numerosos temas nuevos, como «Cuando llega el fin», «No dejaría de quererte» o «Los días buenos», en donde Diego Vasallo exhibió una voz más rota que nunca pero que le da ese toque de rockero veterano que ha gastado sus cuerdas vocales en mil y una batallas. También mereció la pena disfrutar de canciones de su disco «Crepúsculo» (2001), del que no hicieron gira. De ahí que temas como «Siempre (al abandonarnos)» o «Lobos», adquirieron un sentido muy especial en directo. Otro de los momentos más mágicos se alcanzó con «La herida», una perfecta canción pop que el público coreó.

El concierto sirvió también para recuperar los clásicos más recordados de Duncan Dhu, como «A tientas», «Rozando la eternidad», «Una calle de París», «La casa azul» o «Rosa gris» —con la armónica de Diego Vasallo sustituyendo a la mandolina original—. Otro momento cumbre fue cuando interpretaron «A tu lado» con la pedal steel de Fernando Macaya. El clímax de la primera parte del concierto se alcanzó con «Entre salitre y sudor», «Palabras sin nombre» y «En algún lugar».

Después de las palmas típicas sevillanas de ritmo ternario, comenzó el primer bis de la noche con «Llora guitarra» —nuevo tema de Vasallo con ciertos toques balcánicos—, «La barra de este hotel» —con un increíble Mikel Erentxun que al final de la canción bailó sobre el escenario y encima de los teclados— y «Cien gaviotas». El público, totalmente entregado, pudo disfrutar de un segundo bis en donde sonaron «Esos ojos negros» —que había sido muy solicitada—, «Casablanca» y «Mundo de cristal». Así se llegó a un final apoteósico de uno de los mejores conciertos que han pasado por Sevilla en los últimos años.

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