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Mairena, Fosforito y Camarón, los tres cantaores más caros de Pulpón

El de los Alcores cobraba 40.000 pesetas por festival. El cordobés, 30.000. Y el de la Isla, 27.500. Si iba con Paco de Lucía, el caché se doblaba. Esta es la lista de precios de Pulpón en los setenta

Mairena, Fosforito y Camarón, los tres cantaores más caros de Pulpón abc

alberto garcía reyes

Jesús Antonio Pulpón ha sido, sin duda, el representante artístico más trascendente que ha tenido nunca el flamenco. Por sus oficinas de la Plaza del Duque número 4 han pasado todos los grandes maestros del género de la segunda mitad del siglo XX. Todos. Sin excepción. Y tanta gente venía a contratarle espectáculos, que el genial corredor de flamencos tuvo que poner una lista de precios. Como si fuera un restaurante. Muchos de esos documentos se han perdido. Otros los conserva su familia con mimo. Y otros quedan vivos en las hemerotecas. Porque Pulpón publicaba los cachés en periódicos para ahorrarse los regateos. El 1 de mayo de 1973 hizo un listado con la «cotización» de los artistas en aquella época. ABC lo publicó. El resultado es muy sorprendente en algunos casos. Pulpón era muy listo. Eso lo siguen diciendo todos los flamencos. Ponía los precios en función de la demanda. El coste no está directamente relacionado con el valor artístico de quienes aparecen en el listado, pero sí con su capacidad de influencia en aquel momento. Evidentemente, el rey era Antonio Mairena, que después de ganar la Llave de Oro en Córdoba en 1962 mandó en el escalafón sin discusión alguna. Pero las sorpresas vienen a partir de ahí.

Con apenas 23 años Camarón ya estaba en la cima. Y eso que, curiosamente, su cante tuvo muchos detractores en sus inicios. En el 73 el genio de la Isla había grabado su quinto disco, «Caminito de Totana», con Paco de Lucía. Detrás quedaban «Al verte las flores lloran», «Cada vez que nos miramos», «Son tus ojos dos estrellas» y «Canastera», aquel disco en el que los dos artistas se habían atrevido a crear un estilo nuevo. Su legado era ya majestuoso. José Monge había renovado los cantes de la Perla, de Pastora o de artistas menos conocidos como Antonio el Rubio por fandangos. Pero su metal era tan distinto que el público tardó en aceptarlo. Pulpón, en cambio, lo tuvo claro pronto. Y le puso un precio meteórico para la época: 27.500 pesetas. Por delante en el escalafón masculino sólo tenía a Antonio Mairena, con 40.000 pesetas, y a Fosforito, ganador histórico del primer Concurso Nacional de Córdoba, con 30.000. En el caso de Camarón, además, había que multiplicar por dos su precio para verlo en un festival. Porque Paco de Lucía cobraba lo mismo. Era el guitarrista más cotizado ya con diferencia y sólo tenía 25 años. Sólo se le aproximaban tres tocaores: Manolo Sanlúcar (15.000 pesetas), Serranito y Manolo Cano, los tres al mismo caché. Muy lejos de ellos quedaban Pepe Habichuela, Pedro Bacán o Manolo Domínguez el Rubio.

Pero las diferencias eran mucho más acusadas en el listado de cantaores y cantaoras. Pulpón los hacía por separado. Si se hubieran mezclado todos sin distinción de sexo, Camarón habría quedado el quinto. Porque la Paquera de Jerez y el dúo compuesto por la Fernanda y la Bernarda de Utrera cobraban lo mismo que Fosforito, 30.000 pesetas. Las otras cantaoras con mayor cotización eran la mítica Perla de Cádiz, las sanluqueñas María Vargas y La Sallago y, curiosamente, Geroma la del Planchero, una gitana del Puerto hoy olvidada, esposa de Alonso el del Cepillo, que volvía loco al público con su forma de cantar los antiguos romances fronterizos.

En la lista de cantaores hay otras curiosidades. Por delante de un maestro trascendental como El Lebrijano estaban entonces Manolo Mairena y el Beni de Cádiz, con 25.000 pesetas de sueldo. Y junto al de Lebrija, cobrando 20.000 pesetas como él, estaban también José Menese, Naranjito de Triana, el jiennense Gabriel Moreno y Enrique Morente, que entonces era uno de los artistas más reclamados por el público de Madrid. Por detrás de este grupo quedaban ya voces tan célebres como la de Antonio el Chocolate, Rafael Romero el Gallina o Agujetas. De esa generación, el más cotizado era el levantino Juanito Varea, que aparece escrito en el listado de Pulpón con be. Última curiosidad. Aparece ahí puesto un cantaor que hoy es conocido con otro nombre. Diego Caramosca. Un gitano del arrabal de Sevilla que hoy se anuncia como Diego el Boquerón. Apenas se le recuerda ya, a pesar de que sigue estando en plenitud de facultades. Pero hace cuarenta años se codeaba con genios como Pansequito, El Sordera o Terremoto. Porque este documento de Pulpón, en el que aparecen incluso los teléfonos de su oficina, es también una reivindicación de la memoria. Tal vez el mejor ejemplo es el de Miguel Maya. Actualmente muy poca gente sabría contestar quién fue si se le pregunta. Pero el gitano de Alcalá de Guadaíra fue uno de los cantaores de la primera línea en aquellos tiempos en los que Mairena comenzaba ya a vivir el ocaso de su reinado y Camarón de la Isla se imponía como futuro heredero de la corona. Pulpón, al fin y al cabo, fue, más que un representante, el mejor albacea de la historia del cante reciente.

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