crítica de música
Claroscuros barrocos
El tenor Francisco Díaz-Carrillo, solista en el último programa del ciclo 'Otoño Barroco', que ha vuelto llenar, esta vez en la iglesia del Convento Madre de Dios
Otoño Barroco en escenarios sevillanos con encanto

Ciclo 'Otoño Barroco' de la Asociación de Amigos de la Orquesta Barroca de Sevilla
- Programa: Obras de D. Mazzocchi, Monteverdi, Rabassa, Torres, J. S. Bach y Haendel.
- Intérpretes: Francisco Díaz-Carrillo (tenor), Mercedes Ruiz (violonchelo) Alejandro Casal (órgano).
- Lugar: Iglesia del Convento de la Madre de Dios.
- Fecha: 21/11/2022.
Nos venimos quejando de la falta de público creciente, actúe quien actúe y en el día que sea. Sin embargo, el ciclo 'Otoño Barroco', organizado por la AAOBS y gestionado por Rafael Ruibérriz, llegaba con este concierto a su última cita ... y parece haber encontrado una fórmula infalible para llenar. Lo último, la renovada iglesia del Convento Madre de Dios de la Piedad, un sobrecogedor espacio que lucía para la ocasión en todo su esplendor, que era mucho, amparado por un tesoro artístico e histórico descomunal, como nos detallaba el especialista José María Galán en la charla que precedió al concierto y continuó en el descanso. Es decir, la idea se basa acercarnos a algún monumento hispalense poco o nada conocido, encontrar un experto de primer orden que lo comente, y ofrecer seguidamente un concierto barroco, primando los artistas sevillanos como protagonistas. En esta ocasión, como en todas las anteriores, se lograba completar el aforo de 180 personas, lleno que se repetirá este martes con la misma cantidad de público, al margen de una lista de espera que no podrán estar. Además, han vuelto a recuperar los más de mil afiliados que tenían antes del Covid, algo que no puede igualar ninguna otra asociación musical de Sevilla.
La oportunidad la ha tenido esta vez el joven Francisco Díaz-Carrillo, un tenor que presentaba un precioso programa que cubría todo el barroco, alternando piezas poco conocidas con otras consagradas. Abría el recital 'Amar a Dios por Dios', soneto perteneciente a la mística española (atribuido a San Juan de Ávila) y que musicó maravillosamente el 'civitonisi' Domenico Mazzocchi; y aunque versionada por Andueza, Blasco o Mena, no es pieza habitual de repertorio -de momento- pero nos sirvió para tomarle el pulso a nuestro cantante. Tiene una zona central, tanto hacia el agudo y como el grave, de un hermoso color, bien timbrado, muy atractivo; pero desde esa amplia zona central hacia los verdaderos agudos o graves, la cosa está por hacer: si es más hacia arriba, la voz queda descubierta, titilante, incierta, con la consiguiente pérdida de color; si baja del todo, tiene que recurrir a su voz natural, que no le da más que, en el mejor de los casos, apuntar la nota que es, y aproximadamente. Es un problema de técnica vocal, que debe trabajar enfáticamente para cubrir esas zonas, o buscar un repertorio que encaje con la tesitura más fiable de su registro. Los melismas también fluctuaron. En 'Amar…' (es verdad que con la voz todavía fría) ya con la primera vocalización nos vino la primera 'incertidumbre'; en cambio en las siguientes, más amplias y algunas de más difícil afinación (por ejemplo sobre 'escarnecido', por sus disonancias) las dio bien. Y al tener ese registro tan natural, la dicción es diáfana y se le entiende absolutamente todo.
Porque a veces, en el medio grave, su voz se ensanchaba y ganaba volumen, como en la siguiente propuesta sobre la 'Vergene Bella' de Mazzocchi, cuya entrada fue espectacular, con un registro lleno, con cuerpo y excelente emisión. Por cierto, hemos de aprovechar en este punto para destacar el excelente trabajo de Alejandro Casal no sólo en la introducción de la pieza, sino en todo el recital. De igual manera, el chelo de Mercedes Ruiz aportó un colorido diferente, poderoso, personalísimo, y en la tercera parte de este 'soneto' cuadripartita suplió la voz de un hipotético bajo.

'O quan pulchra es' abría una terna de piezas de Monteverdi, con texto procedente del 'Cántico de Salomón', y en ella lució un registro más igualado, alcanzando algunas notas agudas sin romper el color ni la 'desprotección' de la voz y en las no tuvo que bajar más allá de su ámbito, aunque nos hubiera gustado que los melismas sonasen algo más articulados. Demostraba que el compositor cremonense le va bien, como a continuación pudimos oír en el 'Salve Regina', llena de ternura y lirismo, culminando con el 'Laudate Dominum', vigoroso y pleno de facultades. También estuvo enérgico en 'Flavescite, serenate' de Torres, manteniendo un buen nivel con las extensas vocalizaciones, si bien el chelo, en un 'ostinato' presente, hacía sombra con frecuencia a la voz. Básicamente en esa línea continuó con dos arias de Bach y una de Haendel, eso sí, con el continuo cada vez más presente.
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