crítica de música
Emociones transatlánticas
La Orquesta Barroca de Sevilla sobresale con un programa dedicado a Ignacio Jerusalem
La Orquesta Barroca de Sevilla celebra su undécima temporada de conciertos como residente de Espacio Turina

Temporada 2022-23. Concierto nº1
- Programa: 'Música en la Nueva España'. Obras de Ignacio Jerusalem.
- Intérpretes: Olalla Alemán y Lucía Caihuela, sopranos. Orquesta Barroca de Sevilla.
- Dirección y clave: Alfonso Sebastián.
- Lugar: Sala Turina.
- Fecha: 28/01/2023.
Inaugurábamos oficialmente la temporada de la OBS, y aunque parezca tardío, este inicio se ha visto antecedido por numerosas intervenciones de los solistas de la orquesta, desde el temprano 'Otoño Barroco' o la muy reciente participación con los chavales de la JOBS. Su vertiente de apoyo a la investigación musical es otra de las patas de la empresa a la que se han entregado, y de las más importantes, como veremos.
Así que la búsqueda de repertorios desconocidos es la que sostenía este primer programa de la temporada (aunque con la cuerda, bastión fundamental de la orquesta, a 1). El proyecto es muy interesante, toda vez que rescata la música de un napolitano de nombre Ignacio Jerusalem, que trabajó en Cádiz, Ceuta y de ahí pasó a hacer las Américas, terminando como maestro de capilla de la Catedral de Ciudad de México. Música galante, ya luminosa ya dolida, según la época litúrgica, es una obra más que interesante, no sólo por la calidad de su música en sí, sino por la importancia histórica que supone hallar esas primeras muestras de música europea en la Nueva España. Aunque podemos conocer su música a través de diferentes grabaciones, la novedad del concierto era la edición musical realizada por Drew Edward Davies y Javier Marín-López con un carácter globalizador, sistemático, y no sólo de las piezas que se incluían en tal o cual grabación (y eso que las citadas grabaciones tienen que ver con Davies).
Por ejemplo, la que iniciaba el programa, una 'Sinfonía' en Sol mayor que acaso sea la primera compuesta en América. Al margen del hito que esto supone, la música es de una vitalidad y chispa sorprendente, con una escritura bien trabada, tanto como inspirada. Pero desde el primer momento dio la cara el violín de Adrián Linares, cuyo protagonismo al asumir el rol de concertino no terminamos de entender. Tiene un instrumento de sonido pequeño, que podría pensarse como suficiente para hacer frente a cuatro instrumentos de cuerda, un órgano y un clave sin tapa y con el clavecinista-director de espalda al público, es decir, al que prácticamente no se oyó. Y aun así necesitó del buen hacer de sus colegas que estuvieron atentos para que se le oyera, especialmente por parte de Rossi, absolutamente plegado como una sombra al violincito. Probablemente este escaso sonido se relacionase con la costra de resina que acumulaba en la zona central del instrumento. Al frotar el arco contra las cuerdas la resina las impregna de un polvillo que, si no se elimina con asiduidad, forma dicha placa, debido a la naturaleza adherente de la resina. Esta costra impide que la madera vibre todo lo que debiera y puede que afectase al volumen. También pudiera deberse a la construcción del instrumento, las cuerdas, las cerdas, etc.; sin embargo, no fue lo peor, porque los músicos supieron adaptarse a sus escasos decibelios. Lo exasperante fueron los constantes 'pitidos', 'chirridos', que emitía constantemente de principio a fin. No recordamos haber oído nunca en directo esto en una interpretación profesional, siendo en cambio frecuente en audiciones de alumnos de conservatorio.
Por otro lado, Ventura Rico se dirigía al numeroso y fiel público que les apoya incondicionalmente y que llenaba la sala, y además de las palabras de rigor nos anunciaba que Lucía Caihuela estaba aquejada de un proceso vírico que podía afectar a su voz. Así que lo primero es agradecer el esfuerzo, porque un 'cover' para este repertorio hubiera sido difícil. Pero lo cierto es que cantó realmente bien, quizá con algún sobresfuerzo en algún agudo, pero sin importancia; a cambio, su registro grave es muy natural, seguro, de emisión generosa y su articulación destacaron poderosamente, además de dotarlos de una gran inteligibilidad.

Jerusalem llegó a México desde Cádiz para trabajar en el teatro; sin embargo, al alcanzar América pudo acceder al puesto de maestro de capilla de la Catedral de la Ciudad de México, el cargo musical más importante de toda América, y que hasta ahora lo habían ocupado exclusivamente clérigos españoles. Ya en Cádiz había absorbido las características de la tonadilla y desde su Nápoles natal estaba imbuido en el avance del estilo galante, en el que se priorizaba la melodía sobre el acompañamiento y el contrapunto. Sus dotes musicales, su flexibilidad a la hora de adaptar la música a la prosodia española y a las referidas formas hispanas, además, fueron suficientes para hacerse con el puesto. De estas dotes da muestras el primer dúo, tan en débito con la ópera que presenta sus correspondientes recitativos. 'Ah de la dulce métrica armonía' sirvió para que las cantantes se presentasen en un precioso dúo, que además evidenció la connivencia de sus timbres, así como el buen hacer del dúo de trompas, que además contaba con diversos tonillos (extensiones circunstanciales de los tubos para sus instrumentos que posibilita cambiar de tonalidad fácilmente en las trompas naturales).
También estos instrumentos acompañaron a la primera aria de Olalla, Si aleve fortuna, dedicada a la Virgen, de carácter guerrero, y adecuada para el registro de la soprano, ya que exige fuerza, volumen y carácter, que de todo le sobraba a la resuelta soprano. Tuvo la suerte Caihuela de que en la siguiente aria, 'Qué dolor, qué desconsuelo', la acompañase la flauta encantada de Ruibérriz y el violín colorido de Rossi, esta vez a la par de Linares, y por tanto solapándose así los 'quejíos' de su violín. Conmovedora la cantante. Terminaban la primera parte con el 'Dúo para la Asunción de María', cuya belleza angelical hacía olvidar la bravura y la pena anteriores.
De la segunda mitad destacamos la actuación de Mercedez Ruiz en 'Ecce enim veritatem', que nuevamente bordó Caihuela con esos graves de mezzo, pero más directos y relajados que el de muchas de esa cuerda. Ruiz afrontaba el momento con un chelo 'piccolo' de cinco cuerdas, ya que Jerusalem era un gran violonchelista, aunque nos parecía que de pequeño tenía poco (parecía incluso un poco más alargado que el habitual de nuestra chelista) y la poca costumbre de tocar con cinco cuerdas le ocasionó algún que otro apuro, o al menos esa impresión nos dio a quienes estamos acostumbrados a verla tocar con alborozo cualquier pieza que se le ponga delante por difícil que resulte.
Por último, la 'Lamentación 3°de Viernes Santo' reunió a todos en este gozoso estreno en Sevilla. De nuevo la OBS se pone a la vanguardia de novedades tan destacables y que nos tocan tan de cerca, con el lujo de contar con los autores de la edición de Jerusalem, que dieron una charla previa a este concierto. Y sabemos que el presupuesto no da para más y que acaso había que postular en pos de alguna empresa que quisiera hacerse cargo de los sobretítulos del Turina, a cambio de merecida publicidad, para que programas como estos resulten verdaderamente redondos.
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