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Noches de la Maestranza

Plácido Domingo: un cantante excepcional en la Real Maestranza

El tenor se crece con el repetorio español en un recital que terminó con el público en pie en el coso sevillano

Plácido Domingo: «Me conmueve muchísimo el 'San Pedro penitente' de Murillo»

Plácido Domingo en un momento del concierto en la Real Maestranza J. M. Serrano
Jesús Morillo

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De los nueve cantantes que intervinieron en la gala lírica que inauguró el Teatro de la Maestranza, de ecos legendarios para los aficionados a la ópera sevillanos, solo uno de ellos se mantiene, a sus 81 años, en una envidiable forma. Es Plácido Domingo, quien derrochó conocimiento, sensibilidad, sentido de la melodía y la potencia necesaria este sábado para clausurar el ciclo de conciertos Noches de la Maestranza, con un público entregado y que lo despidió aplaudiendo en pie rozando la medianoche.

Detrás quedaba un recital que el cantante dividió en dos bloques bien diferenciados: el primero dedicado a la ópera, con varias paradas en Giuseppe Verdi —uno de sus compositores predilectos—, y un segundo centrado en el repertorio español, en el que, ya calentada su voz excepcional, se vino arriba para dejar brillantes interpretaciones de zarzuelas, pasodobles y canciones populares, bien arropado por la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla (ROSS), dirigida en esta ocasión por Eugene Kohn.

Al recital en la Real Maestranza el barítono y tenor llegaba en un momento difícil de su ya larga carrera en los escenarios y conociendo lo que significa la cultura de la cancelación tras las acusaciones de presuntos casos de acoso que le han llovido en los últimos años.

Leyenda de la ópera

Pese a todo, Plácido Domingo es una leyenda de la ópera en España y un cantante reconocido en todo el mundo, que, además, ha contribuido al crecimiento del género en Sevilla —algo que resalta en cada conversación el crítico de ABC Carlos Tarín, que compartió asiento y, sobre todo, sabios comentarios con este periodista durante el recital—, como asesor lírico de la Expo'92, trayendo producciones del Metropolitan y siendo pieza esencial en la organización de la recordada y mencionada gala del Maestranza, teatro en el que, además, dejó títulos inolvidables como 'El Cid'.

Una relación con Sevilla que se ha reforzado en los últimos días tras haber sido nombrado en el Hospital de los Venerablespatrono de honor de la Fundación Focus.

Por todos esos motivos, el público sevillano respondió a la cita con Plácido Domingo, registrando la plaza de toros de la Real Maestranza de Sevilla tres cuartos de entrada, en un recital en el que compartió protagonismo con dos estupendos cantantes: el tenor Jorge de León y la soprano María José Siri, que alternaron con el cabeza de cartel algunas arias e interpretaron con él algunos dúos.

La primera parte del recital estuvo centrada en la ópera, con paradas en arias poco conocidas de títulos como 'Andrea Chenier' y 'La forza del destino', donde el cantante fue buscando y encontrando poco a poco un registro en el que desde el principio mostró un profundo conocimiento de sus facultades, sacando todo el partido de su instrumento y sabiendo alternar potencia y sensibilidad con un envidiable sentido de la melodía.

En estos pasajes encontró sus mejores momentos en los dúos que compartió con Jorge de León ('Invano Alvaro') y, sobre todo, con María José Siri, con una muy aplaudida 'Mira, di acerbe lagrime', de 'Il Trovatore'.

La Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, al gran nivel que tiene acostumbrado a sus abonados en los últimos años, atemperó los colores oscuros de la mayoría de estos pasajes operísticos con vibrantes y luminosas interpretaciones de oberturas de títulos tan conocidos como 'Carmen' y 'Las bodas de Fígaro', sobre la que tendrán que volver este año desde el foso dentro de la temporada lírica del Teatro de la Maestranza.

Tras el intermedio y con un Placido Domingo que cada vez se sentía más a gusto sobre el escenario, el recital discurrió por el repertorio español, al que sirvió como pórtico una colorista interpretación de la ROSS de una danza española de 'La vida breve', de Manuel de Falla.

La zarzuela como fetiche

Fue en pasajes de zarzuela, con la que siempre se ha identificado, donde logró algunos de los mejores momentos de la noche, tanto en solitario, cuando acometió 'Luché la fe por el triunfo', de 'Luisa Fernanda', como junto a María José Siri, con un 'Me llamabas, Rafaelillo', de 'El gato montés' que no podría haber encontrado mejor escenario que la propia plaza de toros de la Real Maestranza donde discurre el libreto de este título que compuso Manuel Penella.

A partir de ahí, el recital continuó en línea ascendente, con el público aplaudiendo cada intervención de Plácido Domingo, ya rendido al repertorio popular de canciones como 'La morena de mi copla'. Como curiosidad, dejó una sentida interpretación de 'Clavel sevillano', de Agustín Lara, aunque fue otra composición suya y un talismán para este cantante, la conocidísima 'Granada', la que eligió Plácido Domingo para cerrar el recital con todo el público aplaudiendo y en pie. Una prueba más de que en la octava década de su vida este cantante sigue teniendo facultades y conocimiento para seguir en unos escenarios de los que parece no querer despedirse nunca.

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