Crítica de música
Alcanzando el alma de Bach
La inmersión de la sala del Turina, en introspectiva semioscuridad, que nos proponía Amandine Beyer resultó de un contraste turbador

Programa: ‘Sonatas y partitas para violín solo de Bach'. Obras de Bach. Intérprete: Amandine Beyer, violín. Lugar: Teatro Turina. Fecha: 11/12/2021.*****
Inmersos en una bulliciosa tarde navideña, con la agitación hormigueante de la calle, la inmersión de la sala del Turina, en ... introspectiva semioscuridad, que nos proponía Amandine Beyer resultó de un contraste turbador. Se trataba de completar la serie de sonatas y partitas de Bach que iniciara el mismo día y el mismo mes (11 del 12) de hace diez años, interpretando entonces la ‘Sonata nº 1’ y las ‘Partitas 2 y 3’, y ahora la ‘Partita nº1’ y las ‘Sonatas 2 y 3’ y restantes.
La cuatríada que inicia el ‘Grave’ de la ‘Sonata nº 2’ con que comenzaba el recital nos transportaba de pronto a otro escenario, a otra época, a otro momento. No hay grabación que puede emular esa sensación (y las de Beyer suelen ser espléndidas), esa de un violín de profundo sonido a madera, de cuerdas graves descarnadas, con un arco que sólo las rozaba, y que ascendían al agudo suave y naturalmente. Ni siquiera su magnífica grabación de 2011 puede dar la emoción de desnudez, de sinceridad, de naturalidad. Más parecía que el genio había tomado su cuerpo para expresarse con llaneza hacia lo más profundo de la música. No había ni vibrato, ni adornos no escritos, su sonido no se correspondía con el que llamamos ‘bonito’ , y su ejecución estaba llena de ‘imperfecciones’ : incluso se despistó en un pasaje y tuvo que parar para volver la página. Nada de eso importaba.
Las dos sonatas que le quedaban por tocar contenían dos enormes fugas, que naturalmente suponen un reto para un músico de un instrumento fundamentalmente melódico, es decir, de una sola voz. La diferencia de sus cuerdas graves y las agudas acentuaron todavía más su capacidad para hacernos caer en el trampantojo de que sonaban dos violines en imitación, y que dos cuerdas a la vez no sonaran a acorde sino que cada una seguía la dirección de su melodía, con su propia intensidad independiente.
Para los amantes del riesgo sin red, tuvimos dos momentos verdaderamente brillantes y ‘angustiosos’ porque la ‘Double’ (‘Presto`) de la ‘Partita nº 1’ supuso un momento de virtuosismo técnico, de sublimación violinística, y sin embargo seguía sorprendiendo en ella cómo corriendo sus dedos más que en su grabación de estudio (o eso nos pareció) conservaba el espíritu de la música bachiana sin caer en el espectáculo circense de ganarle el pulso al metrónomo. Y aquí hemos de dedicar un hueco al magnífico público ‘barroco’ del Turina, porque a su término sólo dispensaron un leve murmullo de admiración, evitando el aplauso cerrado que pedía semejante ejecución: ni siquiera una sola palma, insistimos, hasta que no terminó la ‘Partita’ completamente. El otro momento de brillo correspondió al ‘Allegro assai’ de la ‘Sonata nº 3’ con que terminaba el programa, y que aquí sí fue seguido de un aplauso monumental.
En perfecto español, nos introdujo en algunos entresijos de la primera y segunda pieza del programa y al referirse precisamente a esta ‘Partita nº 1’ en Si menor, confesaba haber tardado en iniciar su estudio ante el miedo que le producía: pues bien, en ningún momento de la misma -y del resto del programa- la vimos perder la sonrisa, despegarse del arrobo de tal música u olvidarse de su humildad, a pesar de saber que puede alcanzar sin aparente escuerzo el alma de Bach.
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