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CONCIERTOS SEVILLA

Andrés Suárez: «Los cantautores no siempre somos gente triste, aburrida y depresiva»

El artista gallego actuará este sábado en la Sala The Box de la mano de la plataforma Shows On Demand

El artista gallego Andrés Suárez ABC

EZEQUIEL MENDOZA

A veces el verso y la canción son como el carbón y la mina: hay que ir a buscarlo en lugares oscuros y profundos. A veces un bar, a veces en el rincón más triste de uno mismo. De esos lugares ha salido con la lección aprendida Andrés Suárez , que ahora abre una ventana mucho más luminosa, con vistas a un futuro más claro, eléctrico y oxigenado.

Con su último disco «Desde una ventana» (2017), el cantautor gallego viene este sábado a la Sala Box , de la mano de la plataforma Shows On Demand , a mostrar orgulloso la etiqueta de cantautor que cuelga en cada una de sus canciones. Y es que Andrés Suárez está en un momento de su vida en el que tiene «muchas ganas de»: escribir otro libro, sacar más discos y, por qué no, de atender esta entrevista.

Acabas de volver de Argentina, de llenar La Trastienda. ¿Qué tal por Buenos Aires?

Bueno, increíble. Es un público sumamente cálido, respetuoso, cariñoso con la trova, la canción de autor española. Uno aterriza en el aeropuerto y le están hablando de Sabina y de Serrat con una pasión increíble, o sea, que me siento muy agradecido. En deuda y con ganas de volver. Yo creo que es una relación de futuro para toda la vida ya.

Hablas de «la canción de autor» y, actualmente, hay muchos artistas como Marwan, Rozalén, El Kanka, Luis Ramiro y usted mismo, con la etiqueta de cantautor. ¿Vuelve a estar de moda o nunca ha dejado de estarlo?

Creo que somos una nueva generación de cantautores pero la palabra no puede pasar de moda. Quiero decir, es una contradicción el que estemos de moda por el hecho de ser palabra. Nosotros transmitimos mensajes de pueblo y mensajes propios con los que se queda el pueblo, porque eso es de cantautor. Por lo tanto, los cantautores estamos en los bares, que es el mejor lugar donde se podría estar. Desde los años 90 con Pedro Guerra, Tontxu, Ismael Serrano, ya demostraron que en España la canción de autor era espectacular, pues nosotros nos dedicamos a continuar un legado que no pasará de moda, porque es el de la voz del pueblo.

Hablando de eso, una vez dijo que «la canción de autor tiene que ser la voz del pueblo». ¿No es esa demasiada responsabilidad?

No, creo que alguien tiene que explicar, de una manera jocosa, con melodía y con rima, lo hijo de la gran puta y lo cabrones que son los políticos de este país. Es decir, ahora que vengo de Argentina y de América, en las noticias no siempre se cuenta lo que los de arriba nos están quitando, que es la cultura, por ejemplo. Que si los teatros se convierten en tiendas de ropa, que suban el IVA de manera injusta para obligarnos a marcharnos lejos... No es mucha responsabilidad es, solamente, que cuando hablábamos de modas, tal vez el arte o determinado tipo de arte o música pueda ser una moda, pero no la palabra. La canción protesta, la canción de amor o desamor, lo que un cantautor supone detrás, el peso de los años, eso no se puede borrar.

Otro nombre relevante de su trayectoria es el Café Libertad 8. ¿Cuántos bares hay que hacer para llegar al Palacio de los Deportes de Madrid?

Pues efectivamente lo has clavado [risas]. Yo creo que el Palacio de los Deportes es el Libertad 8 lleno muchas veces. No creo, con todo respeto, y perdón, que nadie se ofenda, pero no creo en las carreras que mueven masas en minutos. No lo creo. Lo mismo que llega, se va, y acabará vaciándose, ¿no? Creo muchísimo en una carrera lenta, en no tener prisa. He cantado muchísimas veces en Libertad 8, vacío, cómo no, y saborear el fracaso de que no venga nadie. Cuando digo nadie es nadie. Eso tienes que probarlo para valorar el éxito, es decir, estoy agradecido a esa falta de prisa que he tenido siempre y al boca a boca. Yo he cantado para cinco, para diez, luego para veinticinco y hasta hoy, y creo que eso es muy importante.

Hablando de saborear el fracaso, ¿cuál ha sido el peor bolo que recuerdas?

Bueno, ha habido algunos [risas]. Algunos en los que uno va a cantar y no viene nadie o uno canta con el público de espaldas, hablando, mientras, bueno, llegan a pegarse, tirarse copas o insultar al de al lado, en muchos locales. Pero, ¿sabes qué? Eso es maravilloso. He ido a sitios en los que tuve que convencer a la gente. Cuando empiezan hablando y acaban aplaudiendo, el trabajo está bien hecho. Es fácil llenar un teatro si la gente va a ir a verte a ti y han salido de casa y vienen con los deberes hechos, vamos, tienes un público maravilloso. Pero creo que tienes que aprender a ganarte el público, que es muy distinto. Creo que eso lo he ido haciendo en mi carrera, con los años. Me sirvió para crecer.

Dejé temporalmente la música por una depresión, por una ruptura, un dolor sumamente profundo

¿Cómo han influido las redes sociales, o plataformas como YouTube o Shows On Demand en su carrera?

Pues mira, lo cierto es que Shows On Demand está demostrando que, con las entradas agotadas en Sevilla, creo que ya en Bilbao, en Madrid, que uno no puede evolucionar sin la tecnología. Es de imbécil. Lo digo porque yo lo hice. Yo era anti MySpace, porque te quitan horas, tienes que hacer eventos y compartirlos y grabarte vídeos. Yo protestaba porque no quería hacerlo, quería tocar la guitarra, el piano y estudiar. Eso me quitaba ese tiempo. Pero es que gracias a subir un vídeo me están viendo en Tokio o en Perú. Creo que Internet y las redes sociales, como toda droga, si se utilizan bien, pueden darnos algo maravilloso. Como esta iniciativa que yo al principio casi ni entendía, y hoy me parece genial. Y es que la gente vote por una sala y una ciudad y, si hay un número de votos determinados, vaya a cantar a esa ciudad. Es decir, que el público decida. Me parece un acierto absoluto. De ahí que vaya a cantar a tantas ciudades, lugares que la gente ha escogido. Voy a ir con más ganas que nunca porque sé que me han llamado para ir.

«Desde una ventana», como se llama su último disco, es una expresión que suena a mirada externa pero, luego, este es un trabajo muy introspectivo.

Sí, puede ser esa la lectura. A lo mejor he abierto mis vistas cuando menos lo necesitaba o he mostrado una parte de mí que jamás pensé que iba a hacer. Es un disco muy intimista pero sí es un disco diurno y por eso lo reivindico así. Es un disco con un tono blanco, con esa pureza, paisajes de mar, de montaña, de oxígeno... Porque venía de un disco muy nocturno, que se llamaba «Mi pequeña historia» y que tenía que ver con una etapa más nocturna, más de bares, más de ojeras. Hoy reivindico más amor que desamor, más vida, más amistad que desamistad, y por eso este disco tiene un estilo más roquero, más de banda.

En cuanto a «diurno» o «nocturno», ha llegado a decir que con este trabajo se quería desviar de esa percepción depresiva del cantautor. Suena a nadar a contracorriente.

Bueno, es que no siempre somos gente depresiva, melancólica, aburrida, triste, oscura... Iván Ferreiro no creo que sea eso, ni Robe Iniesta. Y sí que son cantautores porque hacen música y letra con su obra, nada más. Entonces, sí utilicé la tristeza, la utilizo en las canciones. Estar triste produce a veces una gran canción. Ahora bien, no ser capaz de salir de la tristeza y ser un verdadero coñazo, maldiciendo la vida, pues no, ya no estoy de acuerdo. Ya no soy aquél que se iba a los bares malditos de Chueca y de Madrid para hablar solamente del dolor, de la tristeza y la ruptura. Hay más cosas y por fin las veo.

De hecho, hay una frase suya sobre las rupturas que me sorprendió: «Este disco ya no se lo va a llevar mi ex». A veces tiene que ser difícil cantar según qué tipo de canción.

Sí, sí, lo dije un poco de broma, aunque sí es verdad que hay tres discos dedicados a una persona. De esa broma viene esa lectura, es decir, yo me dije: «ya está bien», ¿no? Ya está bien de escribir de madrugada con un vino de más. ¿Por qué? Porque en un centro comercial a plena mañana puede haber una canción acojonante, cuando una tendera mira a un hombre casado y se produce un tropezón erótico-festivo, ¡yo qué sé! Hay canción en todo: en esta conversación y en mi viaje al sur de este fin de semana. Sólo hay que estar muy vivo para verlo, nada más.

He leído que hace unos años llegó a dejar temporalmente la música. Una decisión así no debe ser fácil, ¿no?

Bueno, dejé temporalmente la música por una depresión, por una ruptura, un dolor sumamente profundo que me llevó a escribir «Cuando suba la marea» y «Moraima». No siento arrepentimiento ni vergüenza, en absoluto: todo lo contrario. Un placer conocer los límites del dolor, crear tanto de esa oscuridad, pero yo no dejo la música porque estoy más vivo que nunca, con «muchas ganas de» que nunca. Tengo muchas ganas de esta entrevista, ganas de ir a Sevilla y ganas de ver público nuevo. Tengo «muchas ganas de».

Menos mal que volvió, ¿no?

Menos mal que volví, efectivamente. Mira, el otro día vi un programa de la hostia, maravilloso, considero, bajo mi punto de vista me lo pareció. Jordi Évole hablaba de la depresión y salía Iván Ferreiro, por ejemplo, ¿no? En este país no sabemos lo que es una depresión. Consideramos que una persona que tiene una depresión es una persona enferma que hay que llevar al psiquiatra y que hay que apartar. Yo tenía una depresión sin yo saberlo y consideraba que la música no me iba a aportar más que todo era dolor, falta de ganas de vivir y sí, de la depresión se sale, del dolor se sale y, aparte, con creaciones más luminosas. Nada más.

La etiqueta de «cantautor»: ¿siente que le acota o que es un espacio de comodidad y libertad creativa?

Yo estoy muy orgulloso de ser cantautor. A mí hay gente del gremio que me dijo que no debería serlo o no iba a cantar en mi vida. Y los mandé al carajo, con todas mis ganas, por respeto a Serrat, Sabina y Aute, y otros cantautores que han hecho social, política y artísticamente muchísimo. Para mí es un orgullo decir que soy cantautor, con lo cual, invito a la gente a venir a conciertos míos y ver cómo la gente está de pie al cuarto temas, pegando botes y riéndose. Un cantautor no es solamente un tipo oscuro en un bar, pequeño, maldiciendo el futuro. Ampliemos un poco las vistas y miremos al futuro.

Desde esa ventana al futuro, ¿qué es lo que usted vislumbra?

Veo más discos, no sé si más libros, tal vez sí, eh. Tengo curiosidad. Cuando tenga tiempo [risas]. Tengo claro que estando de gira no puedo, tengo que estar tranquilo, no tener prisa para escribir. La prisa no ayuda a la palabra. Pero es lo que veo, yo veo mucho futuro en esto. Tengo ganas de seguir trabajando, tengo 35 años, toda la vida por delante, y muchísimas ganas de hacer canciones.

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