Crítica de música
Las Cantigas vuelven al Alcázar
Voces limpias, prístinas y naturales para recrear las cantigas de Alfonso X en el FeMÀS

Aunque hemos hecho nuestra la Sala Turina para el FeMÀS por su excelente condición acústica, el traslado al Real Alcázar para oír cantigas del rey sabio no dejaba de ser obligado. Es de suponer que Hana Blazíková , que ... ha participado en la programación de la Orquesta Barroca de Sevilla como de la Accademia del Piacere , se haya sentido especialmente a gusto al cantar donde se gestaron buena parte del extenso corpus de las cantigas .
Se eligió la sala de las bóvedas, de siglo XIII -igual que las piezas-, y las nervaduras de las mismas protegían de reverberaciones indeseadas, aunque los azulejos del friso -que acústicamente actúan como cristales- podían descompensar algo. Las hermosas voces recorrían toda la estancia sin dificultad alguna, así como sus instrumentos: arpas para las dos cantantes y un salterio para Übellacker, que intervino siempre con constancia y acierto. Ahora, llamar a Novák percusionista puede resultar exagerado, que tocó poco, y al final una suerte de darbuka con poco fuelle.
Además de la belleza de sus composiciones , las cantigas suponen un compendio de monodia profana extraordinario (el tratamiento de la Virgen es similar al de un caballero a su dama, según los parámetros trovadorescos), así como un sumario instrumental imprescindible mostrado en sus miniaturas, que ha servido para reconstruir estos instrumentos y su manera de tocarlos, aunque queda a criterio del intérprete cómo y cuándo usarlos.
Voces limpias, prístinas, naturales de las cantantes, que acaso se tensara algo en el caso de Blazíková en las zonas más agudas (que eran pocas), resultando de una belleza extraordinaria la afinidad de sus colores y sincronías, que podían parecer una sola, y de gran hermosura cuando se desdoblaban. Ahora bien, quizá nosotros estemos acostumbrados a ritmos más vivos (menos al final con ‘Como poden per sas culpas’) y al uso de una instrumentación más variada: usaron cuerda pulsada y ningún instrumento de viento, o algo de cuerda más grave y distinto, como una zanfoña, que hubiera aportado diversidad y color. Aunque sus bellísimas voces resonando bajo las bóvedas del palacio gótico debieron llegar a la cercana tumba del rey sabio.
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