Crítica de música
Un canto de superación
La 'Novena' de Beethoven pudo verse como una metáfora de la valentía con que la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla y el Teatro de la Maestranza han sacado adelante la temporada

A pesar del éxito en su estreno vienés, la sinfonía por excelencia, esta ‘Novena’ , no volvió a escucharse hasta que la dirigió Wagner , y luego tardaría mucho más tiempo en oírse completa nuevamente, hasta que el público y sobre todo numerosos ... compositores aceptaron el trágala que supuso el planteamiento -sobre todo- del último movimiento. Es más, numerosas orquestas alemanas, principalmente, optaron durante muchos años por terminar sus temporadas programando esta obra .
Así que no sabemos si por este motivo, que consiguió hacer volver a mucha gente de la playa hasta llenar el aumentado aforo, o por ese canto de esperanza gozosa que tan bien se ajusta a estos tiempos de congoja -y sin que una razón excluya a la otra-, lo cierto es que esta sinfonía sonó y triunfó en el último concierto de la temporada de abono.
Casi medio centenar de coralistas aumentaba la sonoridad sinfónica y era el responsable de que volviésemos -justificadamente- al formato 3D, ese que se sale de la boca escénica hasta meterse en el patio de butacas. Y lo mismo que comentábamos que la en el concierto de celebración del XXX aniversario del Teatro Juanjo Mena no pareció implicarse mucho, en este dejó claro que se trataba de una obra que conoce bien y a la que ama.
Desde el primer movimiento, el director vitoriano se mostró firme, enérgico, como hizo ver a través del timbalero de la ROSS , Peter Derheimer , a quien nos parece que no hemos citado nunca, pero que fue al primer miembro de la orquesta que oímos en el ensayo previo a la presentación de la entonces OSS durante la charla que mantuvimos con el maestro Šutej , y del que el croata destacó sus méritos: hoy seguimos valorando sus ganas y acierto con que sigue tocando después de estos treinta años.
Las texturas fueron claras , el enunciado de los temas muy preciso, incluso en momentos en los que aceleraba el ‘tempo’, resultando aún así de gran flexibilidad el fraseo sobre los acordes y golpes marciales del timbal.
El ‘Scherzo’ compendió las luces y sombras de la dirección musical: en el final del scherzo propiamente dicho, el control de la masa orquestal quedó un tanto dislocado ante una orquesta completa y muy rítmica, pero no del todo simultánea; pero por otro lado, el ‘Trio’ (no señalado como tal en la partitura), a cargo habitualmente de las maderas, y aquí con una trompa añadida y la cuerda, consiguió unas dosis de sutileza, de elegancia y atmósfera pastoral notables, en uno de los momentos más emotivos de la obra.
La aparente docilidad del ‘Adagio’ siguiente puede resultar cenagosa . Su belleza, su intimidad, su continuación supuestamente campestre oculta un filtro adormecedor, si no se van destacando las ideas que, disimuladas, subyacen entre tanta benignidad.
Tremendo y famoso final
El tremendo y famoso final es un caleidoscópico momento que no sólo añade los cuatro solistas y coro, sino infinidad de situaciones muy desiguales con las que el director debe luchar. El cuarteto solista estuvo en un lado de la escena, y de alguna manera parecía dejarlos fuera de juego: cada cual dio rienda suelta a su voz, de manera que López abría con un registro enormemente poderoso , bien timbrado, muy completo, adecuado a esa tremenda irrupción fraternal de la voz, tanto como Lojendio hacía sobresalir el suyo con semejante poderío, claridad y desparpajo .
Sanabria quiso estar a la altura , pero debió pasarlo mal en algún inquietante momento, porque quería alcanzar semenjante derroche decibélico desde su registro de tenor lírico. Faus , que nos cautivó con su Paloma en el reciente ‘Barberillo’ aquí prefirió no forzar la voz , porque acaso la hubiese llevado a calar. ¿Fue una lucha de egos y cada uno impuso el suyo, o el director no llegó a ver esta desigualdad en los ensayos?
El coro del Maestranza estuvo magnífico , como siempre, esta vez a las órdenes del maestro Juan Luis Pérez , toda vez que Sampil se marcha ‘por razones personales’. Nos quedamos especialmente con la entrada de los hombres en ‘Seid umschlungen, Millionen!’, de compacidad y empaque verdaderamente ‘maestoso’ , al que le siguieron las mujeres con semejante acierto. Sin embargo, de nuevo en los momentos más tumultuosos, es decir, donde más falta hace la clarificación, Mena no consiguió el ajuste de la orquesta con el coro .
Su dirección es muy ‘sui generis’: puede dar una entrada a los chelos y quedarse con ellos, a la vez que una pléyade de instrumentos entraban y salían sin que conseguir captar la atención del maestro. Naturalmente, la clarificación de texturas hacia el final aunó a todos los actantes hacia el impactante final, haciendo olvidar cualquier desavenimiento o tropiezo. Toda una metáfora de la valentía con que Orquesta y Teatro han sacado adelante esta temporada que nunca olvidaremos.
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