Flamenco SinCejilla
‘Chinitas’, la ópera prima del guitarrista Pedro Barragán: belleza radical
Un álbum con el instrumento al desnudo, sin más compañía que sus propias ideas

Si se acerca a estos pocos acordes, de tan desnudos que están, puede escuchar la respiración de su autor, Pedro Barragán, creador de un oasis compositivo que se desarrolla a través de dieciséis temas. Lo que suena, únicamente, es su guitarra al ... natural, sin artificio. Él solito junto a un montón de ideas que riegan de corrido el edén desde la frágil serrana que sirve de puerta de entrada.

En ‘San Diego’, las alegrías , presenta al oído las credenciales de su ópera prima: una belleza radical. Puro alarde melódico y armónico que desdibuja los palos para transformarlos en piel. Memoria de sus yemas que por peteneras viajan hasta el viejo Café Chinitas que da título al álbum. Música sin pausa, con afán de mella . Hilvanada por un loop que hace de lo bello un bucle de nostalgia destilada. A Barragán lo conocíamos, sobre todo, como acompañante, pero ha logrado una obra de gusto mayor.
Su discurso nos mancha allá por donde pasa, cuando la rondeña de Ramón Montoya, ‘Al-Hidaya’, carraspea y cae dentro de una minera, sin previo aviso. Al jugar al polvo y la huella. ‘Tunja’ no es una guajira, sino un suspiro. Los esquemas no importan, sino lo que queda de ellos, eso que a través de la técnica se percibe. Ha colocado el beso por delante de la herida. No hay gritos, solo susurros que colorean a su antojo lo poco que dura la soleá, ‘Villegas’. Entiende el silencio como un elemento para narrar. Y su sonanta, esa que le regaló Juan Habichuela , bosteza de pronto, se levanta y justo después tirita de miedo. Siente cosas. Está viva, por eso el resultado parece de lo menos superficial que se ha grabado últimamente. No pasa de largo, deposita. Es cultura de los asuntos del pecho. Aparente azar firmado por un tocaor de trazos sueltos que sabe hacernos partícipes de su intimismo.
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