Crítica de música
Cómodamente impulsivo, sin prisa
Marc Soustrot firmó junto a la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla un gran concierto con una extraordinaria 'Cuarta' de Mahler

Lo que llevamos de la temporada de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla (ROSS) es de no creer. Si alabábamos la dirección de Smith en el último concierto, a Michel Plasson desde el primero y al titular, Marc Soustrot ... , en su debut como tal en el Lope, llega este donde una orquesta al completo bulle de principio a fin, sin que parezca que los límites estén cerca. Y justo cuando los músicos se han volcado con el proyecto, cuando aquel cuento de la lechera que pensábamos sería el Soustrot que se retiraba para enseñarnos cuanto sabía, con la tranquilidad de un músico en una propina, resulta que va y se cumple. Sólo que falta el público. De nuevo, si acaso, media entrada . Y con unos autores y obras que, como decía un aficionado, si los melómanos no asisten a estos programas, no sabemos a qué van a venir.
Desde los primeros compases, la música del Beethoven borboteaba en la orquesta como una olla hirviendo. Había calor, sí, energía, intensidad y una muy buena cabeza rectora que equilibrase tales fuerzas. Era ese Beethoven que te engancha : sus medidas dinámicas, su tremenda articulación y, sobre todo, la magia de que suenen las secciones 'solistas' en cada momento, sobresaliendo entre las texturas del resto de la orquesta.
La cuerda sigue intratable , y si en el Lope señalábamos a violines y violas, en esta ocasión, ocuparon la parte solista los chelos con una perfección (por eso habían vuelto a ‘su’ sitio), con una expresividad notable durante todo el concierto, a lo que hemos de añadir también a los contrabajos, siempre más discretos, pero cuya labor es primordial para conseguir una compacidad en pos de un sonido redondo.
En la segunda juventud que está viviendo el maestro francés con la ROSS (no es normal que a sus 72 años salga su batuta disparada, si no es por la fuerza juvenil que desde el podio exige a sus músicos, y que da ejemplo consigo mismo), no está dispuesto al acompañamiento sin más, y menos con Richard Strauss : menuda densidad, gran riqueza textural, qué diversidad de colorido y de qué manera maneja la gran orquesta.
Camilla Tilling venía precedida por una fama en este repertorio, habiendo cantado con grandes directores y orquesta, fama que desde luego refrendó aquí, aunque no sabemos si el tiempo empieza a recortar algunas de sus cualidades, como un volumen más amplio con que enfrentarse a la gran orquesta, un registro algo opaco y plano, sobre todo en los dos primeros lieder, aunque es cierto que se fue coloreando y redondeando a partir de ahí, hasta culminar en la esperada ‘Morgue’, acierto que continuó en la ‘Cuarta’ de Mahler .
'Cuarta' extraordinaria
Lo que no ha perdido es la elegancia , la perfecta articulación , su capacidad de ‘legato’, aunque nos pareció que sí adolecía de un poco de ‘fiato’ e incluso algunas notas no las planteó con total seguridad. Pero firmó una buena actuación sobre un repertorio raro de oír no sólo en directo, sino en disco, ya que de las 4 canciones que componen la op. 27 sólo se escucha habitualmente la última, la mencionada ‘Morgue’.
Soustrot firmó una ‘Cuarta’ extraordinaria . Está demostrando un conocimiento del repertorio germánico amplio y profundo -usaba la partitura casi como una mera ‘chuleta’, un apoyo-, tanto como de la orquesta. Casi todos los solistas participaron en la obra con gran acierto, aunque podemos fijarnos especialmente en el arranque del segundo movimiento, donde se van entrelazando trompas, violín, clarinete, oboe, fagot… y las cuatro flautas (nada menos).
Por secciones, aparte de las ya mencionadas, destacamos los trombones y tuba en el inicio de ‘Ruhe meine seele’, por su difícil aunamiento nada más empezar y en ‘piano’. Por último, fijémonos en los tiempos: a pesar de la vehemencia con que empuña la batuta, es sorprendente cómo maneja los tiempos, cómo los apura, sin impaciencia: ‘Cómodamente impulsivo, sin prisa ’ indicaba certeramente el tercero para la sinfonía mahleriana, y que él hace extensivo ya a su manera de dirigir. Querido público, corran a la ROSS, por si no dura esta estancia en el paraíso terrenal a la que hacía mención el último movimiento mahleriano.
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