Cristóbal Ortega: «El contrato del Instituto del Flamenco tiene una cláusula de peligrosidad»
El nuevo director del IAF de la Junta lo tiene claro: «Hay que llevar el flamenco a los colegios, promover nuevos valores... Sobra el trabajo»

Acaba de ganar el concurso para dirigir el Instituto Andaluz del Flamenco, una institución en horas bajas, pero asegura que llega con mucha fuerza porque el sector necesita reformas urgentes. Cristóbal Ortega (Valdepeñas de Jaén, 1974) dirigió la Bienal de Sevilla y después de varios ... años trabajando en el Ayuntamiento de Utrera toma el mando político del flamenco a nivel autonómico.
¿Le ha dado ya tiempo a sentarse en su nueva silla?
La consejera Patricia del Pozo me felicitó a nivel privado el 27 de agosto. Yo estaba en mi pueblo, Valdepeñas de Jaén, y mi madre se emocionó. He participado en un concurso público con nueve candidatos y después de la entrevista con un jurado compuesto por personal de la Consejería valoraron mi candidatura. Tomé posesión hace una semana y ya estoy a pleno rendimiento.
La percepción general del Instituto es que es un chiringuito que no aporta nada.
El Estatuto de Autonomía marca que tiene que haber instituciones que defiendan algo tan importante en nuestra cultura como el flamenco. El objetivo general del Instituto es promover proyectos para que sea una entidad referente en materia de flamenco a nivel autonómico, nacional e internacional. Para conseguir eso, lo primero que hay que hacer es olvidarse de la sede fija, que está bien administrativamente en la Casa Murillo. El Instituto tiene que tener la oficina en todos los lugares donde haya flamenco, se tiene que descentralizar, estar presente en todas las provincias y en todo el mundo porque de esa manera nos convertiremos en entidad referente y en espacio de comunicación. El beneficio repercutirá así en los auténticos protagonistas, que son los artistas.
El anterior, Ricardo Pachón, duró lo mismo que una pompa de jabón. Es un organismo históricamente polémico. ¿Recuerda aquel director del Centro Andaluz de Flamenco, un socialista malagueño, que nunca fue a trabajar porque ni siquiera sabía que ese era su puesto?
Eso es pasado y nos tiene que servir para no volver nunca a esos errores. A mí lo que me interesa es el presente y el futuro.
«El Ballet Flamenco de Andalucía hay que revisarlo, tenemos que sentarnos para cambiar el modelo»
¿Y cuál es el futuro?
Estoy trabajando en dividir el trabajo en distintas áreas, la administrativa, la de fomento del flamenco para regular subvenciones, la del tejido asociativo como peñas y asociaciones culturales flamencas, el departamento de programación que se encarga de buscar nuevos espacios para el flamenco y el departamento de comunicación. Y otra parte muy importante es el Ballet Flamenco de Andalucía, que actualmente depende del Instituto. Mi primera visita fue institucional, conocí al equipo y les conté que aquí venimos para seguir promocionando el flamenco, que el despacho del director siempre va a estar abierto aunque la toma de decisión final sea mía. El equipo está motivado. El Ballet Flamenco, que tiene de directora a Úrsula López, es marca Andalucía y marca flamenco, así que es uno de los proyectos que en el tiempo hay que revisar para plantear nuevos retos. Tenemos que sentarnos porque hay que poner en valor el patrimonio inmaterial de los grandes maestros y también tiene que ser un punto de formación y de impulso de nuevos valores.
«He participado en un concurso público donde había que demostrar una serie de requisitos, ¿cuál es el problema?»
Su nombramiento ha sido polémico. En la anterior convocatoria se retiró justo antes de la última fase y ahora un sector del flamenco ha denunciado que las bases le favorecían.
Sí, y tengo una opinión muy clara que creo que va a terminar con esto. En mi etapa de director de la Bienal mucha gente me preguntaba que cómo llevaba las críticas. Yo decía de forma anecdótica que en el contrato de director había una cláusula que era un plus de peligrosidad. En el contrato del Instituto también la hay. Siempre que las críticas sean constructivas las voy a escuchar, pero esta polémica se zanja rápido. Es un concurso que se publica en el Boja al que se puede presentar cualquier persona que cumpla una requisitos mínimos. Si la polémica es que se piden unos requisitos concretos para que el director tenga formación y prestigio en el flamenco, que me cuenten cuál es la polémica. Si la convocatoria dice que busca al que más formación tenga, si se pide un máster en gestión cultural, ¿dónde está la polémica? Si se pide experiencia en el sector público y en el privado, ¿dónde está la polémica? Hago hincapié. Si la polémica es que la convocatoria pública quería elegir al mejor candidato para la institución que tiene que ser referente, que me digan dónde está. Podían presentarse directores generales, directores de festivales, críticos flamencos...
Estas cosas al final acentúan la imagen de chiringuito que tiene el IAF.
Es cierto que hay que mejorar la imagen del Instituto para que se perciba que tiene unas funciones muy necesarias. Esa percepción hay que arreglarla. Hay que cambiar entre los artistas, las empresas que se dedican al flamenco, los investigadores y todo el sector, incluida la prensa especializada, esa idea. Lo vamos a hacer coordinando labores de conservación de los bienes tangibles e intangibles del flamenco, impulsando la industria cultural, internacionalizando el género, poniendo en valor este arte como recurso educativo...
El flamenco en los colegios
Si el flamenco hubiese nacido en otra región, llevaría años impartiéndose en los colegios, ¿no cree?
—Yo creo que la actividad educativa dentro del Instituto Andaluz del Flamenco tiene que ser prioritaria. Hay que dar a conocer entre los alumnos este arte para que lo conozcan y lo amen. Vamos a coordinarnos con los colegios andaluces y vamos a ser centro de la acción pedagógica. Pero sobre todo la educación tiene que servir como generador de nuevos públicos. Si analizas los públicos actuales, vemos que tenemos un público con nivel adquisitivo medio alto y de una edad más alta de la que nos gustaría. Hay que dar a conocer la historia del flamenco a través de los grandes artistas de nuestra música y danza. Por ejemplo, si los niños están estudiando matemáticas, ¿por qué no utilizar el compás por bulerías? Si el alumno de bachillerato está estudiando Literatura, ¿por qué no analizar las letras flamencas? Si se habla de Bethoveen, ¿por qué no de la Niña de los Peines? Si hablamos de las vanguardias artísticas, ¿por qué no hablamos de María Pagés?
Otra de las deudas históricas de la Junta de Andalucía con el flamenco es el fomento de la investigación profesional. El flamenco es un arte con muchas incertidumbres. Ni siquiera sabemos con seguridad por qué se llama así.
Todavía no nos ponemos de acuerdo, es cierto. Hay que profesionalizar la investigación flamenca. Tenemos que conservar nuestro patrimonio inmaterial, pero también recuperarlo. Hay auténticos tesoros que tenemos que conocer mejor. En eso hay que trabajar con las universidades para que cada vez más investigadores profesionales se interesen por el flamenco. Ese legado hay que rescatarlo y aprovechar las cátedras de flamencología, que ahora están dispersas.
Fomentar la investigación
¿Hay más flamencólicos que flamencólogos?
¿Cuál es la definición de flamencología? No es un experto quien ha escrito un libro de flamenco, sino quien dedica toda su vida con herramientas científicas y formación específica a investigarlo. Los otros son aficionados y son muy importantes, cualquier aportación que enriquezca es bienvenida, pero hay que profesionalizar la investigación.
Toma usted la dirección en un momento crítico en el sector a nivel económico por la pandemia. Por primera vez se ha creado una entidad, Unión Flamenca, para dialogar con las instituciones.
Unión flamenca es una institución muy necesaria para el flamenco porque es el primer colectivo de artistas que engloba a todas las disciplinas y se une en una situación como la actual para que haya una voz que sirva de interlocutora y que aúne las inquietudes de todos. A quienes tenemos responsabilidades públicas, saber que existen estos colectivos nos pone las pilas. Cuando salieron las subvenciones específicas para colectivos afectados por la pandemia, Unión Flamenca levantó la mano y dijo: los flamencos también estamos aquí.
«El impulso de nuevos valores es un objetivo crucial, igual que llegar a los colegios»
En lo artístico, quizás hay un problema con el relevo generacional. ¿Le preocupa?
Uno de los objetivos del IAF es el impulso y la promoción de nuevos valores. Ese es un objetivo crucial. La consolidación de artistas que encabezan actualmente los principales festivales es otra de las políticas fundamentales, pero siempre con la mirada puesta en los que están llegando. El circuito de peñas es muy importante en eso para que esos artistas funcionen y crezcan. En ese sentido, tenemos que hacer una revisión profunda de la línea de subvenciones para que sean más útiles. No podremos hacerlo ya para 2022, pero las de 2023 estarán orientadas en ese sentido.
Usted dirigió la Bienal y ahora se mete en esto. ¿Es masoquista o qué?
Todo lo contrario. Soy un auténtico privilegiado y afortunado. Como director de la Bienal, me consideré muy afortunado, y mira que se cruzaban todos los días gatitos negros, pero siempre disfruté y aprendí mucho, al igual que en mi etapa en el Ayuntamiento de Utrera. Lo único que quiero es seguir siendo un privilegiado, un afortunado y que nadie me quite la sonrisa de la cara.
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