Ciclo Alternativas de Cámara
Cuando el saxo se humaniza
Manu Brazo trae al Maestranza un repertorio muy variado, acompañado de la violinista gaditana Claudia Gallardo y la pianista indonesia Prajna Indrawati

El ciclo camerístico que propone Juventudes Musicales de Sevilla en la programación del Maestranza contaba en esta ocasión con la presencia de Manu Brazo, un interesantísimo saxofonista de Utrera , que hace la mayor parte de su vida artística en Inglaterra, como ... fue contando a lo largo del concierto al presentar cada uno de los temas que tocaba de forma sencilla y afable.
Para quienes están acostumbrados a oír el instrumento en bandas de pop, rock o jazz sin duda les sorprenderá el registro 'natural' del instrumento fuera de estos contextos. Es más, no esperarán un sonido que a veces resulta similar a la voz humana, a un sonido cálido y franco. Se presentaba en trío poco habitual , formado por la violinista gaditana Claudia Gallardo y la pianista indonesia Prajna Indrawati, lo que además supone la necesidad de constantes transcripciones para su repertorio, ya que de forma nativa hay pocas obras pensadas para un ensemble de este tipo.
Y con estas premisas es igual el tipo de repertorio porque lo tendrán que adaptar, así que aquí se mostraba enormemente variado y atractivo. Además, el hecho de que la sala Manuel García sea tan eufónica, donde no se pierde un detalle por lejos que se esté de la escena, junto a su pequeño tamaño y disposición, en conciertos como éste implica necesariamente al espectador en el programa.
En el famoso 'Intermezzo' de la ópera 'Cavalleria rusticana ' de Mascagni, que abría el programa, se recreaba no sólo el dolor inherente al momento operístico, sino el de otros momentos de intenso desconsuelo de la historia del cine ('El padrino III', 'Toro salvaje'), en el que el saxo entona la famosa melodía, replicada al poco por el violín y sustentada en todo momento por el piano. Y nos preguntamos por qué esta combinación de instrumentos no suele oírse, y nos la vamos respondiendo a lo largo del recital: seguramente está más que relacionado por el hecho del absoluto equilibrio de fuerzas en un conjunto 'a priori' desequilibrado: el saxo es de sonido poderoso (de hecho, lo inventó un clarinetista buscando esa mayor proyección al colocarle un cuerpo de metal sobre una caña parecida), junto a un delicado violín y un corpulento piano de concierto con la tapa completamente abierta y en un recinto tan pequeño. En un estudio de grabación se registrarían los tres instrumentos por separado y luego en la mesa de mezcla se conseguiría que sonaran como ellos lo hacen al natural. Es decir, había un empaste como es difícil oír en directo, fruto -ya lo decía Brazo- de su trabajo durante el confinamiento inglés , y luego en las giras que siguieron. Pero giras hacen muchos músicos y no todos (casi ninguno) logran ese nivel de unión.
Brazo saca ese sonido humano de saxo alto de sonido aterciopelado , con cuerpo, sin aristas, de maravillosa articulación y envolvente expresividad. La violinista no le va a la zaga, consiguiendo un sonido brillante sin estridencias, locuaz, perfectamente afinado en toda la variedad de recursos que presentaba el programa. La pianista indonesia posee una sensibilidad especial, sobre todo en el acompañamiento, con el que disfruta al interactuar con sus compañeras, y desde luego es una gran solista cuando la partitura se lo permite.
Y podría pensarse que esta sonoridad funciona bien en el 'Intermezzo', que parece nacer con vocación de banda sonora, pero es que en la música propiamente camerística también se mueve de manera increíble. Ahí estuvieron la selección de las 'Ocho piezas' de Max Bruch , en donde el intercambio funcionaba con el mismo acierto. Hubo hueco, naturalmente, para la música española con la 'Danza nº 1' de 'La vida breve' de Falla, donde la agilidad del saxo en un registro agudo con un violín igualmente dinámico y resuelto, ya daba muestras de su virtuosismo; y casi finalizando el recital oímos la 'Sevilla' de Albéniz, que nos resultó demasiado rápida. Sabemos que el ritmo de sevillanas que sustenta las secciones extremas de la pieza están estilizadas, pero en este recurso entra no sólo un patrón métrico, sino también el carácter danzable de la pieza, que sería imposible de bailar a esa velocidad. La parte que Brazo nombró como 'saeta' fue de un lirismo arrebatador.
Virtuosismo desaforado también hubo en 'Devil's Rag' de Jean Matitia por parte de ambos, y a la vez puso de relieve a una pianista verdaderamente espectacular, de una musicalidad inmensa. El gran Jordi Sabatés , amante de los 'ragtime', reconocía en uno de sus conciertos que le costaba tanto trabajo tocarlos como cualquier pieza difícil de Chopin.
Hubo un recuerdo para el saxofonista recientemente fallecido Pedro Iturralde a través de sus 'Memorias', todo un ejercicio de diversidad estilística, y que resumía muy bien las inquietudes del instrumentista navarro, y que además añadió colorido al programa. Claro que donde echaron el resto fue en las 'Czardas' de Vittorio Monti, cuya dificultad extrema incluía motivos y escalas a velocidades desorbitadas, que consiguieron ambos con una limpieza prístina tanto en solitario como a dúo, con una sincronización extraordinaria, así como una etérea y difícil melodía por armónicos en el violín. Fuera de programa ya, destacamos el tango 'Otoño en Buenos Aires' de José Elizondo, cargado de añoranzas y emociones.
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