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Lírica

La delicadeza del canto barroco

La soprano Alicia Amo asume valientemente el papel de la británica Julia Doyle, que no pudo actuar por el confinamiento de su país

La soprano Alicia Amo durante un momento de la obra «Orpheus Britannicus» Guillermo Mendo

Carlos Tarín

Los dos conciertos previstos en el teatro de la Maestranza entre semana se han cambiado al sábado, ya que el horario de comienzo a las 16.30 horas no sería posible para una parte de los aficionados si no es en fin de semana. El primero de ellos nos traía «Delicatessens Británicas», y era intención que lo cantase la soprano británica Julia Doyle, pero el confinamiento impuesto en Reino Unido ha impedido su salida de las islas. Valientemente lo ha asumido Alicia Amo , a las órdenes de Andoni Mercero . Sentimos decir que la Barroca ha encontrado la acústica perfecta en este teatro; la del Turina no está mal, pero siempre nos parece algo «encajonada» mientras que en el Lope necesita de la magnífica amplificación; en cambio, aquí respiraba de forma «natural» por los cuatro costados y su emisión era limpia y directa . El telón de fuego precedido de un cortinaje acorta el espacio escénico y sonoro, y dispositivos en forma quebrada en las esquinas evitan la distorsión en ellas; por último, se sacaron todas las «morcillas» (especie de sacos de boxeo de 2,5 m. por 0,5) que cierran el anillo en que se apoya la cúpula del teatro. Es una acústica sin reverberación prácticamente, ideal para hablar, por ejemplo. Pero lo sentimos porque la OBS está sólo un par de veces en temporada; aunque a lo mejor teniendo este hecho acústico podría hacer su temporada aquí (sólo son seis conciertos).

Por otro lado, de Mercero siempre hemos destacado su energía, su vitalidad, su nervio musical; sin embargo, y acaso por primera vez -que recordemos-, afrontaba un programa mayoritariamente lírico , delicado, cortés. Pues bien, apenas hizo sonar los primeros compases de «The Morning» de Thomas Arne en la mirífica acústica comentada, quedamos maravillados ante la etereidad/sedosidad de toda la orquesta, el sonido claro, limpio, transparente, elegante, sin perder su intensidad, una sensación que se prolongaría durante el resto del concierto.

Apenas empezada la cantata de Arne , notamos la voz de la soprano burgalesa distinta, con un registro más irregular , no tan bien asentado como recordábamos, y un poco ajena a la nube en que la envolvía la orquesta. Como es habitual, se sucedieron el canto y la música instrumental para que la voz descansase, y así nos encontramos el programa divido en tres bloques alternantes. El segundo de ellos (vocal) estuvo dedicado a Henry Purcell , impulsor decisivo del barroco inglés, finalizando el conjunto con el famoso «Lamento de Dido» , y aún aquí tuvo ciertos problemas en la zona media-grave, donde tuvo que engolar para sacar el sonido necesario para igualar su fraseo. Sin embargo, al inicio de la última sección, reaparecía la Alicia Amo que nos sorprende cada vez que la oímos, máxime en la parte más difícil -técnicamente- del programa, con las virtuosísticas arias de Haendel , que ella cantó con la naturalidad que suele, tanto en los portentosos agudos como en los maravillosos graves, en su fraseo, los adornos, las articuladas escalas, etc. Una sonrisa se dibujaba en su cara, como encantada de haberse encontrado. No sabemos si un embarazo evidente podría ser la causa de estos cambios tan marcados (el diafragma es el motor de la voz, es conocido por masajear al bebé cuando la madre canta, tanto como en el momento del parto). Ya en este estado de excelencia nos ofreció otra propina de Haendel, «Il trionfo del tempo e del disinganno», donde se unieron la idílica orquesta con la delicadeza de una voz esplendente. Aún Mercero quiso repetir «Fairest Isle» de Purcell acaso para que la recordáramos como sin duda lo haremos, como fruto de una voz prodigiosa.

Es necesario que dejemos también constancia del patrocinio de este concierto por parte de la empresa sevillana Teknoservice , que en estos tiempos tan difíciles no sólo mantiene puestos de trabajo, sino que favorece la cultura de excelencia.

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