Hazte premium Hazte premium

Cincuenta años del Parque Nacional

Doñana: territorio literario y artístico

El Parque Nacional, que ha cumplido medio siglo, ha inspirado obras que lo han mostrado como un exuberante espacio natural pero también mítico

Escolares contemplando en el CAAC un cuadro de la pintora sevillana Carmen Laffón ABC

Jesús Morillo

Doñana es una de las mayores reservas naturales de Europa . Una gran extensión de marismas , pinares y dunas móviles que son un tesoro para los ornitólogos. La semana pasada cumplió medio siglo desde la creación del Parque Nacional de una zona que durante siglos fue coto de caza vinculado a los duques de Medina Sidonia , pero con una historia de pobladores que se remonta centurias atrás hasta perderse en las nieblas de la historia, hasta el punto de que hubo quien buscó allí —el arqueólogo alemán Adolf Schulten — la capital de Tartessos .

Esa combinación de santuario natural y territorio mítico ha marcado los modos de representación cultural que han acompañado a Doñana, polo de atracción para escritores y artistas plásticos , que han tratado de aprehender sus paisajes y su condición de naturaleza indomable que, sin embargo, pasaron desapercibidas para un artista como Francisco de Goya , que dicen que pintó sus «majas» durante la estancia que disfrutó en el palacio de los Medina Sidonia en el coto junto a la XIII duquesa de Alba .

Ese territorio natural sí ha inspirado la pintura de otros artistas, como, por solo citar a algunos contemporáneos vinculados con Sevilla, Rubén Bilbao y Juan Lacomba , que actualmente expone esta serie en la Casa Colón de Huelva.

Pero si hay una creadora asociada con Doñana esta es Carmen Laffón , quien le ha dedicado numerosas obras desde 1979 hasta la actualidad. Sus visiones desde la desembocadura del Guadalquivir en Sanlúcar de Barrameda presentan una concepción del paisaje «como una imagen suspendida, como continuo temporal», en palabras de la comisaria independiente Lorena Martínez del Corral en el catálogo de la antológica que le dedicó el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo en 2014.

El paisaje del coto lo han pintado artistas como Carmen Laffón, Rubén Bilbao y Juan Lacomba

Pero es quizás en la literatura donde ha dejado una mayor huella el paisaje natural y humano de Doñana. Citas a su condición de coto de caza pueden encontrarse en el inicio de la «Fábula de Polifemo y Galatea» , de Luis de Góngora .

Ya en el siglo XX aparecen citas como lugar para la ganadería, no exento también de leyenda —esa referencia a «los moros que no se quisieron ir»— que Fernando Villalón expresó en su poema «Islas del Guadalquivir» . «Braman los toros negros en su feraz orilla/y los potros retozan. Un jinete vaquero/pelea con la garrocha y su moruna silla», escribió este ganadero y miembro de la Generación del 27 , vanguardista y popular.

Otro de sus compañeros de generación, como Rafael Alberti , dedicó también poemas a Doñana, aunque quizás sea Juan Ramón Jiménez el poeta más asociado al espacio natural en la primera mitad del siglo XX.

El responsable de ello es uno de sus libros más conocidos, «Platero y yo» (1914). «Estaban las marismas risueñas , ceñidas de oro, con el sol en sus espejos rotos, que doblaban los molinos cerrados. Entre el redondo trote duro de los caballos», escribió el poeta de Moguer.

En la segunda mitad del siglo XX resulta capital en la aproximación a Doñana el poeta y novelista José Manuel Caballero Bonald , quien ha elevado a este territorio a las mayores y más complejas cotas literarias.

Pero no es el único narrador andaluz que se ha acercado al antiguo coto en los últimos setenta años, como señalan en un esclarecedor artículo el catedrático de Geografía, Historia y Filosofía de la Universidad Pablo de Olavide Juan Francisco Ojeda Rivera y el escritor almonteño Juan Villa .

Autores como Fernando Villalón, Rafael Alberti y Alfonso Grosso se han acercado a este territorio

Este último es el autor que actualmente más se ha preocupado en presentar el paisaje y el modo de vida de Doñana, en novelas como «El año de Malandar» (2009). Además, ha mostrado su visión de este espacio en publicaciones conjuntas con el pintor Rubén Bilbao.

En «La Doñana contada. País y paisajes de Doñana en la novela contemporánea», Ojeda Rivera y Villa repasan las diversas aproximaciones de autores andaluces a este territorio.

En esta nómina de títulos se encuentran ejemplos de novela social, como «Por el río abajo» (1966), de Alfonso Grosso y Armando López Salinas ; referencias a la actividad cinegética en al zona, «Baldomero Rodríguez. Picolao» (1999), de Joaquín Vázquez Parladé , una historia de cazadores en las marismas del Guadalquivir; y un «híbrido entre el reportaje y la ficción», titulado «Doñana, todo era nuevo y salvaje» (2011), de Jorge Molina , sobre el proceso de creación del parque nacional desde el final de la Guerra Civil.

Capítulo aparte merece «El mito de Doñana» (1977), de Aquilino Duque , por su carácter pionero en la defensa de este espacio, su calidad literaria y por resumir esa doble condición de este territorio, natural y mítico. «Doñana para mí es un espacio sagrado , un espacio mítico.El espectáculo de las marismas, la población que hay ahí es algo sobrenatural», señaló el escritor cuando presentó en 2004 la reedición de este libro.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación