Crítica
Extraña conmemoración
Ainhoa Arteta luce en la gala lírica con motivo del 30 aniversario del Maestranza y la ROSS

Es verdad que 30 años no es nada, si comparamos la existencia de nuestro Teatro con otros centenarios europeos o americanos. Pero si consideramos la desazón de algunos de estos años, con sus conflictos, riesgo de desaparición (ya desde apenas terminada la Expo), etc. podemos ... sentir que han sido intensos, tanto como la sensación de superar tanto aprieto. Naturalmente, esta gala lírica no puede dejar de retrotraernos a aquella otra mítica que reunió a las mejores voces de segunda mitad del siglo XX, de preeminencia española entonces, de la que sólo queda en activo, y todavía en loor de multitudes, Plácido Domingo , que apadrinó voces como la de Carlos Álvarez o Ainhoa Arteta .
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A lo mejor se podía haber orientado esta ocasión tan especial a presentar voces muy interesantes nacidas en Andalucía , algo imposible hace 30 años. Echamos de menos al inmenso barítono verdiano Juan Jesús Rodríguez, un onubense que puede jactarse de haber hecho llorar al mismísimo Leo Nucci con su ‘Cortiggiani ’. Y en Sevilla tenemos a Bonilla e Ignacio, que se presentaba por primera vez como solista en el Maestranza , pero a dos tenores de fuste como Juan Sancho y Francisco Fernández Rueda, así como a la malagueña Berna Perles y esa grandísima pareja vocal que son Ismael Jordi y Mariola Cantarero. No somos chauvinistas, sino estamos convencidos de somos nosotros quienes debemos potenciar nuestros valores más firmes.
Finalmente, Carlos Álvarez no pudo estar con nosotros por enfermedad. Esperamos su pronta recuperación. En su lugar actuó Jean-Kristof Bouton, Escamillo en la próxima ‘Carmen’ , que se ofreció valientemente a sustituir al barítono malagueño. Alternará en el papel con Simón Orfila, un barítono-bajo de poderoso registro y sorprendente claridad, también con un vibrato marcado, que abrió su parte con una romanza poquísimo conocida del sevillano Gerónimo Giménez , donde mostró su lado más dramático e intenso, cambiando completamente de registro al afrontar el más cómico de ‘Madamina’ de Carnicer.
Un dúo muy aplaudido
Volvía José Bros a Sevilla con el brillante pasodoble de ‘El gato montés’, a dúo con Ainhoa Arteta , uno de los números más aplaudidos de la noche. Conserva su portentoso volumen, su inteligibilidad e incluso su ‘fiato’, pero le cuesta apianar, de lo que se resintió la delicada aria de la flor de ‘Carmen’. La verdad es que al principio pensamos lo mismo del joven Hernández en su dúo con Bonilla , porque ni él ni Orfila apianaron junto a la voz sedosa de la joven soprano; sin embargo, sí que era capaz, como lo demostró en la riqueza de ‘Il mio tesoro’. Arteta, en cambio, en silla de ruedas unos días antes por secuelas del covid, casi se comía tanto a Hernández y a Orfila juntos. Es verdad que vibra frecuentemente y que el agudo de ‘El gato’ lo engatilló; pero aportó una vitalidad desbordante, con su mantón de Foronda, tanto como dio luego una lección de canto en la lóbrega ‘Pace, pace mio Dio’ de ‘La forza’. Bonilla lució su voz fresca, bien colocada, exquisita, con agudos portentosos y relajados, al igual que sus coloraturas, con perfectas articulaciones que la incardinan en el belcantismo más seductor. Rocío Ignacio atesora un registro diferente, más asentado, firme, con una línea de canto bellísima, como demostró en ‘Dove sono’ de ‘Las bodas’ mozartianas, de un lirismo desbordante y que nos pedía más. Agudos bien templados, directos, firmes culminaban su desconocida aria de Conchita (Zandonai).
El coro cumplió su cometido milagrosamente, dada la profundidad a la que obligaba el virus en la separación de los músicos: era sorprendente que con la distancia hasta el director no hubiese ningún desajuste. Aunque Mena parecía reservarlos para la orquesta , y especialmente para los violines primeros, a su aire, al igual que adoleció de energía y contrastes en los momentos instrumentales, especialmente en la obertura de ‘Don Giovanni’ . Programa largo, de mucho número poco conocido, sin sobretítulos, con presencia de tres números de Carnicer y ninguno de ‘El barbero’, por nombrar algo que el público hubiese disfrutado más. Finalizar con el funesto trío de ‘La forza’ restaba carácter de conmemoración al evento, la verdad. Luego, se entregaron, como en la inauguración, al chispeante brindis de ‘La traviata ’.
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