Música
Fahmi Alqhai y Rocío Márquez: «Los artistas tenemos piel de cocodrilo, sin ella no podríamos seguir»
La Accademia del Piacere presenta mañana martes 19 de enero en el teatro de la Maestranza «Gugurumbé. Las raíces negras», un espectáculo en el que participa la cantaora onubense

Justo antes de charlar con ellos, mientras planteo sobre el papel una pregunta acerca de la incertidumbre, se ponen en contacto conmigo para comunicarme que no saben si le aplazarán su cita en el teatro de la Maestranza. Esperan, evitando ponerle verbo, conocer las nuevas ... medidas para combatir la pandemia en Andalucía. Tanteo el asunto como punto de partida y entiendo que esto de ensayar sin saber si mañana se podrá presentar el espectáculo no resulta novedoso. «Los artistas somos cocodrilos, tenemos la piel dura de años de trabajo. Si no, no podríamos seguir en estas condiciones», comenta Fahmi Alqhai, quien al fin lleva su nuevo proyecto con la Accademia del Piacere, «Gugurumbé», a Sevilla. Para su tarde frente al río por el que fluyó el toma y daca de cultura ancestral durante el Barroco, también le acompañarán la cantaora Rocío Márquez, la soprano Nuria Rial, la bailaora Mónica Iglesias, la bailarina Ellavled Alcano y el guitarrista Dani de Morón , entre otros. A estas alturas, con el BOJA por delante, las dudas ya son algo más escasas: desembarcan, en principio, el martes a las 16.30 horas.
Se nos agolpan por aquí varios momentos esenciales antes de ahondar en la obra. El primero, del que parte, se remonta a los siglos XV y XVI, cuando entraron en la península los ritmos y las músicas que ahora ellos recogen desde diferentes prismas. Según explica el violagambista sevillano, «la danza tuvo un papel esencial. Calaron unos compases en Europa que aportaron una sencillez y efectividad desconocidas hasta entonces. Eso produjo un enorme enriquecimiento que definió la música que a partir de ese momento hemos desarrollado. De esos viajes y de la ruta de los esclavos, aprendimos el 6x8, las hemiolias, los ritmos cruzados del 3x4.. . Todo ello nos empapó para siempre. Nos hizo avanzar, porque aquí la rítmica estaba algo anticuada. Cuando esa gente se bajaba de los barcos y hacía cerca del muelle sus movimientos, era toda una performance para un pueblo sorprendido». Flamenco, música antigua, estilos en desuso... De eso y algo más trata esta propuesta que se adentra en las raíces negras.
El segundo momento esencial para la conclusión del programa, sin embargo, es mucho más reciente. Se empapela entre correos electrónicos e ideas. Mucho tiempo libre durante el primer confinamiento y Alqhai en un estudio hurgándose en el cerebro con el arco con el que habitualmente frota su instrumento. Allí, en la soledad de las calles y con distancias, entre llamadas de teléfono y estupefacción ante el panorama, tan insólito, comenzó a balbucear «Gugurumbé» . Tras presentarse en Pamplona, la evocación remota que hoy parece ensueño nos ofrece su próxima parada en Sevilla.
Cien Rocíos que son una
En esta iniciativa convergen géneros que en su conjunto arman una estética a la que cuesta poner nombre. Los que desde hace tiempo siguen los trabajos de Rocío Márquez podrán hacerse una idea. Es cantaora de flamenco, pero quienes se prenden de una sola de sus versiones corren el riesgo de sentir la decepción en la siguiente aventura. Es cambiante, avanza y ya nada sucede igual a lo anterior. La suerte es que todas sus pinceladas, llamemoslas cuadros, las va empaquetando en discos. Desde el 2017, ha publicado uno al año. «Gurumbé», según nos comentan, tal vez acabe como tal. ¿Y por qué esta forma de crear sin mirar demasiado por los retrovisores? «Pues porque me llama la atención colocarme en la cuerda floja . Ahora estoy trabajando, por ejemplo, con un grupo de polifonía vocal contemporánea que me está rompiendo la cabeza. Me gusta indagar; que más hay. Buscar. Cada vez que me surja la oportunidad de estar con un artista diferente, lo voy a aprovechar. Eso me lleva a cuestionarme a mí misma y a plantear una reflexión al público. En esta ocasión, me sumerjo en un cancionero nuevo para mí. Tiene una parte flamenca y otra que no lo es, aunque la esencia sí se huela», detalla. Hay cien Rocíos que son una.

La onubense se hizo con la Lámpara Minera en 2008. Un espaldarazo agridulce que le proporcionó reconocimiento por los lares jondos y a su vez una crisis identitaria: «Me sentía con la responsabilidad de no defraudar a nadie, así que hacía el repertorio de los cantes de Levante siempre igual, sin modificar nada. Las mismas entradas, las mismas falsetas... Llegó un punto en el que me sentía un reproductor al que le dan al “play”; no sentía lo que cantaba, estaba vacía y a punto de dejarlo. En esas anduve hasta que entendí que tenía que permitirme una mayor libertad. Me di seis meses para recuperar la chispilla. Conocí al tenor José Manuel Zapata y trabajé en obras sobre tango, también cosas de Falla, Albéniz... Tuve que aceptar que no se le puede gustar a todo el mundo . Empecé a buscarme no desde la reproducción, sino desde la producción. A atender aquello que siento y que me nace desde la absoluta curiosidad. Y ahí sigo».
«Cuando gané la Lámpara Minera tuve una crisis. La responsabilidad que sentía me privó de libertad. Dejé de sentir»
Rocío Márquez
Visto con los ojos de hoy, parece que la decisión fue más que pertinente. Rocío Márquez lloró por las malas críticas que recibieron algunas de sus propuestas más arriesgadas, o disruptivas, como «El niño», pero nada le ha frenado durante su carrera a la hora de juntarse con un grupo rockero como Derby Motoreta´s Burrito Cachimba para cantar por Camarón, grabar un álbum flamenco con saxos y marimbas pero sin guitarra («Firmamento») y hacer justo lo contrario en «Visto en El Jueves», donde se arrima a unos trastes para desempolvar piezas atávicas del arte cabal. Su voz, con cada vez más adeptos, es una de las más personales y honestas de la actualidad .
Músicos y sevillanos
Tampoco lo tuvieron fácil desde la Accademia del Piacere. «Hace unos años era impensable actuar en el teatro de la Maestranza, ahora es una realidad. Fuera de España, tocamos desde hace tiempo en escenarios más grandes, pero en nuestro propio país el ser de aquí te cierra muchas puertas . En el terreno de la música clásica, se considera que lo de fuera es mejor. Esta situación está cambiando. Cuando empezamos era horroroso», sentencia Fahmi Alqhai, a quien su acento, lejos de ayudarle, le ha supuesto un lastre laboral al que se ha abrazado con orgullo.
«Fuera de España, actuamos en escenarios más grandes. Ser de aquí nos ha cerrado puertas en la música clásica»
Fahmi Alqhai
Hubo un enamoramiento artístico entre ambos, Fahmi y Rocío, Rocío y Fahmi, en su anterior proyecto, «Diálogos de viejos y nuevos sones». Ahora la relación se ha consolidado y la exprimen junto a la complicidad de sus compañeros. Guitarristas, sopranos, percusionistas, bailaoras y bailarinas... Una formación entre el aquí y el allá que a cada paso mira a otra parte. Los dinka , una etnia de Sudán, conservan un aserto que dice así: «Si usted puede caminar, usted puede bailar; si usted puede hablar, usted puede cantar» . La música del viejo pueblo queda mañana en manos de los profesionales.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete