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Flamenco SinCejilla

Dos generaciones del cante festero, un ritual en peligro de extinción

La pandemia ha arrasado con los eventos privados, fuente de ingresos de muchos cantaores

Vanessa Martín ABC

Luis Ybarra Ramírez

«Me da vergüenza la televisión» , dice El Nano de Jerez. «Un montón de modernitos que van de balde, sin cobrar nada, a rellenar contenido. Hay algunas excepciones, pero lo que veo es morralla . ¿Cuándo se ha cantado por soleá con dos ... guitarras, que hoy parece obligatorio? ¿Esa qué moda es? ¿Cuándo van a cantar un villancico que sea flamenco? Esta Navidad solo he visto zambombas que parecen más bien coros rocieros y modernos haciendo moderneces». Él, que ha convivido con lo más granado del cante durante los últimos 60 años, contempla a disgusto el presente del arte que ocupó su vida. Algo similar le sucede a Luis Peña, quien desde hace unos pocos menos cultiva el cante y el baile por fiestas. «Antes de la pandemia, la situación no era buena. No hay demasiados aficionados que apuesten por una reunión para escuchar al artista en cercanía, para disfrutar de su arte durante horas. Con la pandemia esto ha desaparecido prácticamente. Suerte que tengo trabajo con Los Morancos y algunas cosas que salen en festivales y ciclos, también las clases, pero el panorama tiene poca gracia. Al 2022 le pido que se lleve al virus y que vuelva la afición . Lo que yo hago no está en Spotify, solo en directo y de cerca».

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