Hazte premium Hazte premium

Crítica de música

Histórico autorretrato sonoro de Kiko Veneno

El compositor firma en el Lope de Vega un concierto sin concesiones a la nostalgia en el que alternó canciones con recuerdos de momentos de su larga carrera

Kiko Veneno durante el concierto de este viernes en el Lope de Vega Lolo Vasco

Jesús Morillo

Es una pena que esté tan devaluado en el periodismo el calificativo de histórico . Porque histórico, emocionante e irrepetible -otro clásico de la exageración informativa- fue lo que ofreció Kiko Veneno este viernes en el Teatro Lope de Vega durante un concierto, con las entradas agotadas hace semanas, que fue mucho más que una sucesión de canciones y que se prolongó durante c asi tres horas que pasaron como un suspiro para un público que aplaudió a rabiar.

Porque este músico radicado en Sevilla desde los nueve años se saltó el guion previsto, un concierto para celebrar los treinta años del esencial 'Échate un cantecito' (1992), para ofrecer un autorretrato de toda su carrera , acompañado, la mayor parte del tiempo, tan solo de su guitarra, su voz, sus canciones y comunicativos parlamentos con el respetable, con su característico sentido del humor, al que relató desde su infancia en los Salesianos de Cádiz hasta cuando decidió jugárselo al todo o nada con aquel disco, pasando por cuando se doctoró en hippismo en California o tuvo aquel encuentro fundamental con Raimundo Amador .

Nada de nostalgia ni de interpretar de principio a fin un disco no solo clave en su carrera y que le permitió lo que más perseguía desde que comenzó con la música: el respeto y «hacer las canciones que yo quisiera», como Bob Dylan , una de sus máximas influencias, tanto musicales como en la forma de plantear una carrera donde nunca hay que mirar atrás, e inspirador de su particular epifanía con la música al comprender, según confesó, que «todos podemos cantar».

El rock como punto de partida , pero con el oído puesto en la música popular española, desde los tanguillos de Cádiz de los que sacó los compases para 'Los managers' al encuentro callejero con el flamenco de la mano de los Amador en las casitas bajas del Polígono, donde aprendió, aseguró, las tres verdades de la música: el culto al compás sobre todas las cosas, la fidelidad a los compañeros de profesión y el convencimiento de tocar para provocar la emoción del que escucha. Esa aleación única creada por Kiko Veneno es lo que lo han convertido en un mito del rock sevillano y en uno de los músicos fundamentales de la música popular española del último medio siglo.

«Fino oído sevillano»

Así, lo que parecía la celebración de un álbum cuya influencia se extiende hasta la actualidad -de Grupo de Expertos Solynieve al regreso del 'indie' menos acomodaticio a la canción popular, que seduce hasta a C. Tangana , fan confeso de López Sanfeliú-, se convirtió en otra cosa, en un espectáculo que encajaba mejor que en una sala de conciertos en un teatro como el Lope de Vega y con el que Kiko Veneno, a sus setenta años recién cumplidos, pretendía hacer memoria y agradecer al público su « fino oído sevillano que me dio licencia para encontrar la belleza». «A Sevilla y a su gente debo este sonido y aquí encontré la inspiración y el apoyo que necesitaba para llevarlo adelante», aseguraba en sus notas al programa.

Raimundo y Kiko: puro Veneno en el Lope de Vega Lolo Vasco

Para ello rememoró desde la primera vez que vio una guitarra, propiedad de su hermana, hasta que compuso sus primeras canciones, con paradas en otro álbum fundamental de la música popular española, el seminal 'Veneno' (1977) que inauguró el nuevo flamenco, renovó el género y cuya alargada sombra alcanza en este siglo, del que recuperó los temas menos evidentes ('El calor me mata' y 'Aparta tu corazón de las mangueras').

También tuvo paradas en su «etapa oscura» de los ochenta, con una estupenda recreación de 'Seré mecánico por ti' , y no se detuvo en 'Échate un cantecito', sino que reivindicó su vitalidad posterior, en temas como 'Dice la gente', 'Vidas paralelas' y el reciente 'Hambre' (2021), porque en Kiko Veneno nunca cualquier tiempo pasado fue mejor.

Homenaje al rock sevillano

Capítulo aparte merecen los invitados, todo un homenaje al rock sevillano, con nombres reconocidos como Raimundo Amador -espectacular como siempre en su concepción del toque-, con el que firmó uno de los momentos de la noche con 'Lobo López', y Antonio Smash , y otros menos conocidos pero que forman parte del ADN de la manera de entender el rock la ciudad, como un inspirado Lolo Ortega , fundador de la Caledonia Blues Band y presente en 'Échate un cantecito', y Andrés Olaegui , fundador de Guadalquivir y colaborador de Pata Negra y el propio Kiko Veneno.

El final con 'Superhéroes de barrio' y todos los invitados en el escenario fue un prodigio de flamenco-blues, con el público entregado y obligando a los músicos a improvisar un bis. Porque el público no sólo se revolvió con el cambio de guión previsto, sino que disfrutó sin moverse, aplaudiendo y, por momentos, cantando las casi tres horas de un concierto que los que asistieron no olvidarán y que muchos lamentarán haberse perdido. Dentro de unos años seguro que los que afirman que estuvieron allí, como sucedió con los conciertos del Colectivo Karma en el Fun Club , sumarán siete veces el aforo de la mítica sala de la Alameda de Hércules .

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación