Flamenco SinCejilla
Israel Galván: «En Sevilla la música y la danza están en una tapa de chocos»
El bailaor, que acaba de terminar la película ‘Maestro de barra’, comenta el arte del robo y del engaño, máxima de su creación

Un niño le llamó payaso en el colegio de sus hijos. Fue al verlo bailar. La profesora rápidamente afeó el comentario, pero a Israel Galván, quien aún reflexionando acerca de la muerte deja retazos circenses, no le ofendió el comentario, al contrario: «Yo no ... quiero hacer reír cuando bailo, pero tengo un cariz cómico . Me gusta romper el silencio con sonidos que hago con el cuerpo y con la boca. Me gusta bailar ante los niños, que dicen siempre la verdad. Y ante los gatos. Para mi anterior proyecto, ‘Gatomaquia’, estuve meses trabajando en un circo. Poco a poco, los gatos, que a mí no me gustaban demasiado, se fueron acercando. Me miraban, hacían movimientos, pregunté si podía actuar con ellos y así levanté la obra».
Allí donde acude, roba, en el sentido artístico del verbo. Como Picasso. Como Paco. Cuando peregrina por los bares y cafeterías, entre golpes de vajillas, recitados de comandas y conversaciones que al fondo son solo murmullos, se queda también con la atmósfera que todo le devuelve para crear la danza. «Y de ahí parte uno de mis últimos montajes. Hemos grabado varios fragmentos que juntos forman la película ‘Maestro de barra’ . La idea era servir el baile cuando todo estaba cerrado. El vídeo dura unos treinta y cinco minutos y el cante lo ponen los camareros de Sevilla pidiendo tapas. También la comida, los cuchillos, los platos… Es una hermandad de restauración y arte. En esta ciudad, la música y la danza está en una tapa de chocos».
Como uno de esos escritores que inventan vidas por la calle, colocando biografías con clavos en la frente de los viandantes, Galván imagina la danza que todos hemos de llevar dentro; a menudo muy bien escondida. «Mi mayor inspiración para dar con nuevas poses está en la gente que veo por ahí. Tú pasas por mi lado y yo, por cómo miras, por cómo te mueves, por cómo te veo…, te imagino bailando . No puedo evitarlo».
Este hurto espontáneo y natural que acomete de forma compulsiva, con más talento que navaja, alcanza el éxtasis en las ferias. «No sé bailar sevillanas, pero me fascina ver a la gente que tampoco sabe, sobre todo hombres, resolver el problema como se pueda. Ahí hay algo que me interesa mucho». En el deporte, y en el Betis, por concretar, se halla su inventario definitivo de posturas y coreografías. « Maradona dijo que el fútbol es el arte del engaño. En un escenario sucede lo mismo . Cuando el público te dice ole es porque en vez de irte por la derecha te has ido por la izquierda. Por romper con lo predecible».
Ha llovido desde que su padre, José Galván, artista de cintura clásica, quedara estupefacto al ver a su chiquillo presentando la disruptiva ‘Los zapatos rojos’ en el teatro Lope de Vega. Ahora, al fin, lo ha comprendido. «Lo que vi de pequeño en las fiestas está también en lo que hago hoy. Y poco a poco él lo ha ido percibiendo de esa forma. Sin embargo, he tenido que ganar un montón de medallas para que otros me comprendan . O traten de hacerlo».
‘Mujer, gitana y reina del cante’: solo Pastora

Poco nos pone tan en común como el gusto, la debilidad o el reconocimiento de Pastora. La Niña de los Peines , esa figura que desapareció a finales de los 60 y que desde entonces no ha dejado de crecer, depositando una luz en cada intérprete, tiene al fin un documental en el que se analiza su vida, obra e influencia en la música en castellano.
Dignificó su arte, el flamenco, y su cultura. Se hizo icono siendo joven. Bebió de casa, junto a sus hermanos; en la Alameda, confluencia de fiesta, talento forastero y diversidad; y más allá de sus propias fronteras. Escuchó todo el cante al que tuvo acceso y la guitarra. La música clásica también. Lo latinomaericano. Fue retratada por Zuloaga y Romero de Torres. Enamoró a propios y extraños triunfando con una voz superdotada de ritmo, de enorme creatividad y velocidad, personal y de afinación exacta. Fue pureza en el significado más enigmático de la palabra . Claridad sonora. Estímulo que no hace aspaviento. Y ni las décadas ni el polvo ni la arena que como cellisca cae sobre la historia han podido siquiera nublar su legado. El que no se tomaran imágenes en movimiento de ella, además, no aminora su impacto en una cultura audiovisual como la nuestra, sino que añade romanticismo. Espacio a ocupar por la imaginación. Y todo ello, en este largometraje que dirige Pedro Callejas desde una estética casi pictórica, se perfila por periodistas, musicólogos y artistas. Manolo Sanlúcar, Fosforito, Carmen Linares, María Vargas, Mayte Martín , Faustino Núñez, Antonio Murciano, Martín Ballester, Manuel Bohórquez y Cristina Cruces son algunos de ellos. Sigue habiendo, como le jaleó quien se le adelantó a la muerte, una única emperadora.
Clausura del Festival de Jerez
La cita dedicada al baile despedirá su veinticinco cumpleaños con un recital de cante. Son cuatro, sin embargo, los espectáculos que destacan en la recta final del Festival de Jerez. Con la obra de Mercedes Ruiz cancelada a causa de su embarazo, la joven Mónica Iglesias será la única en poner el baile femenino en la programación. Lo hará este sábado. Hoy mismo, Jesús Carmona presenta ‘El salto’ en el teatro Villamarta, una reflexión acerca de los roles de género en la danza.

Uno de los pocos cantaores jerezanos vinculados al evento mayor de su ciudad natal es Jesús Méndez , que ha empleado el verso de una soleá para el título de su nuevo proyecto: ‘Los pasitos que yo doy’. Estará en los Museos de la Atalaya el viernes. Resulta extraño, pero hay una generación de cantaores que ha crecido con este ciclo, la suya, mientras que otras pasaron por él de puntillas, las anteriores, donde había ecos tan enjundiosos como los de Fernando Terremoto y El Torta. Por último, Arcángel , el sábado, se despedirá con ‘Tablao’, una reivindicación que llega cuando parece que algunos van a abrir. ¿Luz al final del túnel?
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