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Conciertos

Manuel Quijano: «En esta gira mezclamos el culto al bolero con el pop clásico»

El grupo leonés presenta este sábado en el Cartuja Center su último disco, «La vida no es la, la, la»

Café Quijano regresa a Sevilla tras seis años de ausencia ABC

Fernando Rodríguez Murube

Café Quijano actúa mañana sábado en el Cartuja Center . Tras seis años sin mostrar su música en la capital hispalense, el grupo leonés regresa a Sevilla para presentar «La vida no es La La La» , su último álbum. En las horas previas a la cita cartujana, la voz del trío, Manuel Quijano, atiende a ABC para hablar de la trayectoria de esta banda que derrocha elegante pop por sus poros y que ya supera los veinte años de carrera.

Después de mucho tiempo sin estar en la primera línea habéis enlazado dos giras consecutivas, entre los boleros y esta del nuevo disco. ¿Había ganas de volver a pisar el escenario?

Eso siempre lo hay. Ante todo somos músicos y nos encanta el directo. Mucha gente piensa que hemos regresado ahora con este disco, pero lo cierto es que llevamos seis años casi sin parar. Eso se debe a que en 2012 empezamos con una gira de boleros llenando en todos los teatros. ¿Qué ocurre? Que es un género que no suena en la radio ni en la televisión, y que no era muy comercial, y ha podido dar la sensación de que hemos estado desaparecidos. Pero nada más lejos de la realidad, porque resulta que estábamos llenando en todos sitios, lo que pasa es que es menos notorio. Ahora con esta gira estamos mezclando las dos vertientes, la parte de culto del bolero y la más comercial del pop clásico.

Dejasteis de grabar y de tocar cuando el grupo está triunfando a lo grande, luego, al cabo de nueve años volvisteis con tres discos de boleros y ahora volvéis a cambiar. ¿Sois vosotros los que marcáis los tiempos de vuestra carrera?

En ese sentido hemos tenido mucha suerte, ya que hemos hecho siempre lo que nos ha dado la gana. También es cierto que nunca hemos llegado a la compañía (Warner) con sobresaltos musicales. Sí es cierto que en algún caso nos han recibido un tanto escépticos, por ejemplo con el tema de los boleros, pero tardaron media hora en cambiar el chip y darse cuenta de que estábamos proponiendo algo interesante. Y luego, de repente, cuando estamos triunfando con los boleros, con cinco nominaciones a los Grammy, les comunicamos que queríamos volver a hacer pop, para ver qué pasaba después de 15 años sin grabar este género.

En esos 9 años que pasaron entre un disco y otro, ¿ha percibido muchas diferencias entre la industria musical de entonces y la de ahora?

Muchas. Nos hemos encontrado una película totalmente distinta. Por poner algunos ejemplos, en 2003 no existían —o si existían no eran de dominio público— Facebook, Twitter, Instagram, Youtube, Itunes o Spotify. Sin embargo, en 2012, cuando empezamos con el disco de boleros, la primera sorpresa fue que por primera vez en nuestra carrera fuimos número uno en ventas digitales (Itunes), una plataforma en la que nunca antes habíamos participado sencillamente porque no existía, y que si nos la hubiesen explicado hace unos cuantos años nos hubiera costado entender. Ahora, Internet y las redes sociales tienen más importancia a la hora de promocionar un disco que la tele o la radio.

Del Pop clásico de vuestra primera etapa pasáis al bolero, y del bolero a este pop con bases latinas. ¿Qué provoca esos cambios de registro artístico? ¿Ese viraje hacia lo latino es una manera de adaptaros a los tiempos o porque realmente os apetece?

Nos gusta adaptarnos a los tiempos, pero sin dejar de hacer lo que nos dé la gana. Bastaría que alguien nos obligara a hacer algo para que no quisiéramos hacerlo. Nosotros vivimos la mitad del tiempo en un territorio muy latino como es Miami, y estamos continuamente escuchando música latina. Entonces, sin perder nuestra identidad ni nuestra personalidad, añadimos bases y ritmos actuales porque también somos artistas de nuestro tiempo. Somos muy conscientes de lo que se hace en la actualidad musical, pero del mismo modo en el coche podemos ponernos música tradicional cubana, rock de los setenta o trap.

¿Incluso reguetón?

Claro, ¿por qué no? ¿Sabes qué pasa? Lo del reguetón creo que está mal interpretado, porque no deja de ser un género musical en el que como cualquier otro se puede hacer buenas y malas canciones. Al final, lo que cuenta es la calidad de la canción, el género termina siendo secundario. Puedo entender que haya letras que no gusten, de hecho hay algunas que a mí tampoco me gustan, pero no se puede criticar un género por eso.

A los artistas nuevos les puede parecerle normal, pero a quien ha vendido un millón de copias con «La taberna del Buda», por ejemplo, ¿cómo concibe ahora 20.000 como un éxito?

¡Es que vender 20.000 discos es un éxito! Es la época más difícil que he conocido para que un grupo o artista se pueda mantener en la lista de ventas. Vivir cómodamente de la música es muy complicado a día de hoy, incluso para los grupos con una dilatada trayectoria.

Al hilo de esto último que ha dicho, a Café Quijano le ha ocurrido algo realmente llamativo. Desaparecer de la primera línea del panorama musical durante nueve años (2003-2012) y luego tener la pretensión de volver y recuperar el lugar que se deja es un movimiento arriesgadísimo, porque cabe la seria posibilidad de quedar defenestrado. Sin embargo, vosotros lo habéis hecho por la puerta grande, siendo número uno en Itunes, disco de platino con «Perdonarme» y llenando los teatros.

Llevas toda la razón. Lo reconozco, fue muy arriesgado. Pero por suerte nos está saliendo bien la jugada. La gente que nos seguía antes, lo sigue haciendo ahora. Incluso, las nuevas generaciones también se están sumando a nuestra propuesta.

Para terminar, quería preguntarle acerca de dos artistas de primerísimo nivel que han colaborado con vosotros en distintos momentos de vuestra carrera: Armando Manzanero y Joaquín Sabina. Dos estilos muy diferentes de música y de vida. ¿Hacia qué lado tiran más los Quijano en lo artístico?

¡Uf! Eso que lo que me planteas es como elegir entre papá y mamá. Date cuenta que estamos hablando de Armando Manzanero, que es el compositor de boleros más importante de los últimos cuarenta años, y luego hablamos de Joaquín Sabina, el que para mí es el dios de la composición en castellano.

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