Crítica de música
Más solista que maestro
Hakan Hardenberger es un excelente trompetista, aunque esta cualidad no se ha extendido a la batuta

Hace treinta años que un joven trompetista actuaba en la Expo del 92 acompañado de la Orquesta de Gottemburgo dirigida por Neeme Järvi , justamente con este mismo 'Concierto para trompeta' de Haydn con que se abría este ... programa. No sabemos si Hakan Hardenberger no lo recordaba o ni siquiera quiso hacer mención en su alocución al terminar el concierto y antes de las propinas. Ahora volvía a este mismo escenario no sólo como trompetista , sino como director en este ciclo que se iniciaba con él de 'Solistas y Maestros' . Pues como solista sin duda sigue siendo excelente, cualidad que no se ha extendido a la batuta.
Pese un sonido poderoso , directo, excepcionalmente proyectado, de tal forma que la orquesta en ningún momento le hacía sombra; además, sigue moviendo sus dedos con agilidad y, lo que aún es más difícil, es capaz de contener el volumen del instrumento con extraordinaria delicadeza , como demostraba al final del lírico 'Andante' del concierto haydniano. Pero su 'magisterio' con la batuta no parecía ir más allá que el de dar las entradas cuando su instrumento se lo permitía, dejando que la orquesta campara libremente.
Hubo que esperar a la 'Sinfonía nº 22', también de Haydn , para acentuar aún más esta sensación. El clasicismo vienés suele presentar texturas transparentes , cristalinas, lo que quiere decir que no hay donde 'esconderse' de la misma manera que en una obra de mayor dimensión sinfónica o de texturas más intrincadas. Aquí podemos oír claramente lo que hace cada sección, como en una pintura donde se yuxtaponen distintos planos. El problema es que, para empezar, se echaba de menos la labor de la nueva concertino , tanto en las tareas de conjunción de la cuerda en general, como de los violines en particular, así como en su trabajo como solista. Así que, con altibajos, Hardenberger dejaba ver las entrañas de 'El filósofo' (sobretítulo de la sinfonía) algo maltrechas por la planicie de su lectura y los desajustes constantes.
¿Y qué decir del vivaracho, astuto e ingenioso polichinela? Stravinski con 'Pulcinella' volvió los ojos -y música- a la tradición occidental, imbricándose en un neoclasicismo que fue criticado por muchos de sus defensores, aunque lo hizo dentro de una corriente que alcanzó al arte en general. Pues los perspicaces personajes goldonianos de la 'commedia dell'arte' y las divertidas situaciones se morían de inanición hasta que fueron finalmente rescatados por los diversos solistas de la orquesta: en la 'Gavotta' (especialmente), la flauta de Juan Ronda , el oboe de Sarah Bishop o el fagot incansable de Rosario Martínez ; en el 'Vivo' la divertida intervención del contrabajo de Lucian Ciorata o el trombón de Francisco Rosario .
El clasicismo llegaba también al jazz con '3 MOB Stücke' del H. K. Gruber, una suerte de big band formada por una orquesta, con tres piezas construidas con melodías sobre acordes con frecuencia disonantes, y en donde la batería de Ignacio Martín puso el verdadero 'swing'. No es normal dar propinas en los conciertos de la ROSS, pero Hardenberger añadió aún otra pieza, 'Sputnik', con las trazas de las anteriores y algo más reiterativa. Sin embargo, todavía pudo seducirnos con la íntima versión del 'My Funny Valentine' para trompeta con sordina, sutilísima, que dejó finalmente buen sabor de boca .
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