Estreno
'La mujer tigre': cuando la ópera y el flamenco convergen
La primera coproducción del Maestranza y el Lope de Vega, una obra compuesta y dirigida por Manuel Busto, se estrena este próximo sábado 12 de marzo

«El arte puede entretener, pero el entretenimiento no siempre es arte. El entretenimiento no intenta hacerte pensar, hacerte crecer como persona y, por ende, mejorar la sociedad. El arte sí intenta provocar eso, que la sociedad se plantee cosas, piense lo que está pasando ... y actúe». Quien habla es Manuel Busto , compositor y director de ‘La mujer tigre’ , la ópera de cámara que se estrena el próximo fin de semana en el Lope de Vega (sábado 12 y domingo 13) y cuyos ensayos están teniendo lugar estos días en el Maestranza .
En una pausa para descansar, el artista nacido hace 35 años atiende a este periódico junto a la cantaora Reyes Carrasco , que encarna el papel protagónico de mujer tigre, para hablar de esta primera coproducción entre ambas instituciones que ha generado gran expectación. Los dos teatros unen sus fuerzas con el ánimo de defender y reivindicar este género –tan próximo al teatro musical– como un formato necesariamente vivo, al que hay que proyectar hacia el futuro.
El Maestranza tenía interés en hacer una producción conjunta con el Lope de Vega. Una vez que llegaron a una entente el pasado mes de mayo, todos tenían claro que este primer proyecto conjunto debía ser operístico y que a la vez fuese algo verdaderamente nuevo. Fue ahí cuando contactaron con el director y compositor Manuel Busto para encargarle la pieza. Conocían su trayectoria y sus indagaciones sobre cómo utilizar la capacidad del flamenco dentro de la ópera . De hecho, la propuesta coincide con la concesión a Busto de la prestigiosa ‘Fundación BBVA Red Becas Leonardo’ para una ópera de grandes dimensiones.
Poseedor de una envidiable oratoria, Busto desgrana con pasión los entresijos de esta aventura operística: « Parto de una temática general: el individuo y la sociedad . Qué aporta el individuo a la sociedad, y cómo ésta repercute en el individuo y lo desarrolla. La obra plasma las sensaciones y emociones que genera esa interacción a través de la cual la sociedad es capaz de hundir o encumbrar (o ambas cosas) a alguien por el simple hecho de tener una singularidad, de ser especial. Aparecen muchos personajes de la sociedad actual a los que se les estigmatiza por estos motivos», explica.
Aparte de esa idea general, el director, que ostenta de una arraigada obsesión artística por la autenticidad, la profundidad y la investigación, también tenía claro que quería escribir para una cantaora, una soprano y una bailaora (es la primera vez que se escribe para una bailaora): «Es la primera vez que dentro de una ópera se utilizan los códigos flamencos con tanta profundidad, aunque Mauricio Sotelo sí ha utilizado el flamenco en alguna de sus obras. De hecho, en ‘La mujer tigre’ las tres están al mismo nivel que tradicionalmente ostenta una soprano en una ópera, porque para mí el cante y el baile flamenco tienen una capacidad expresiva increíble, igualable a la de una soprano dentro de una ópera».
Ambos coliseos apuestan por traer a nuestros días este formato histórico, visualizar sobre sus escenarios lo contemporáneo, tanto en forma como en contenido, y de la mano de varias generaciones de jóvenes creadores – intérpretes o profesionales– del ámbito andaluz. Desde la precoz autoridad vocal de la cantaora Reyes Carrasco, hasta el arte contrastado de la bailaora Paula Comitre o la frescura canora de la soprano Natalia Labourdette. Manuel Busto firma la partitura y Fran Pérez Román y Julio León Rocha –integrantes del colectivo La Ejecutora– la dirección de escena y el libreto, respectivamente.
Busto deja claro que «La mujer tigre no es una ópera flamenca, eso para mí no existe. Es una tonadilla séneca contemporánea o una ópera de cámara (solo cuatro artistas), y dentro de ella están los elementos y los códigos flamencos. De hecho, el armónico contraste que logra en esta obra es la punta de lanza de un doctorado que Manuel Busto está realizando sobre el flamenco en la ópera como necesidad creativa, sobre las posibilidades de converger de ambos géneros, de hacer una simbiosis entre el mundo operístico, el lenguaje actual y el flamenco.
«Dentro de mis investigaciones, me doy cuenta de que a lo largo de la historia esta confluencia no ha surgido prácticamente nunca. La única vez que se ha dado fue en el siglo XVIII, cuando en la época borbónica, en pleno apogeo de los autores y repertorios italianos, aparece un género que se llamó tonadilla séneca , el cual consistía en coger todo el mundo preflamenco (boleros, jaleos, fandangos) y mezclarlo con la estética barroca. De todo aquello solo se ha rescatado el cinco por ciento. Desde principios de este siglo se está llevando a cabo un trabajo de investigación muy interesante en este sentido».
Paralelismos con la tonadilla séneca
«La idea era tener como referencia la tonadilla séneca, pero no quería que ello me subyugara», reconoce. Por eso se ha librado de las imposiciones del género y ha sabido poner a crecer nuevas pieles, nuevas formas, incluso nuevas maneras de hacer soleares. No obstante, hay una serie de paralelismos que atestiguan que ha sido un referente a la hora de componer: compositores como José de Nebra mezclaban el mundo preflamenco con la estética reinante , y ahora Busto utiliza las formas y la estética flamencas con el mundo operístico predominante. En la tonadilla séneca de la época había texto (no cantado), cosa que en la ópera italiana no sucedía; en ‘La mujer tigre’ sí hay texto con un tratamiento operístico: las alturas, las velocidades, está todo escrito, no es libre como sucede en la zarzuela, por ejemplo. Todo está sujeto a la partitura, con la dificultad que ello implica. Además había baile (de bolero) y una parte cómica, elementos que también se dan en esta obra.
«Una de las complejidades de este proyecto es conseguir encorsetar a la cantaora sin que pierda la frescura , que parezca que está improvisando, algo que no es nada fácil», confiesa. «El cantaor flamenco tiene un nivel interpretativo y un nivel de expresión vocal increíble, Reyes es el máximo exponente, pero nunca ha desarrollado toda la capacidad corporal y teatral que puede tener. En ‘La mujer tigre’ defiendo esa capacidad, algo que históricamente no ha desplegado, mientras que el cantante de ópera sí lo ha hecho».
Busto tuvo claro desde el minuto uno quién era la persona ideal para desempeñar este complejo papel era Reyes Carrasco . Algo a lo que en un principio mostraron ciertas reticencias ambas direcciones debido a la juventud de la cantaora (cumple dieciséis años el día del estreno). Entonces propuso a los directores de ambas instituciones que fueran a verla al Teatro de Los Palacios en junio del año pasado. «Ahí se disiparon las dudas», sentencia con satisfacción.
«Para ella todo es nuevo, está acostumbrada a una guitarra, aquí canta acompañada de piano y un ensemble, pero igualmente estaba tranquilo de que ella iba a dar la talla porque para interpretar a la mujer tigre hay que tener una capacidad y una personalidad como las que posee Reyes, yo sabía perfectamente que ella iba a captar la idea e iba a ser capaz de llevarla a cabo».
«En estos meses de trabajo está explorando una barbaridad, y fruto de ello está alcanzando unos registros a los que nunca había llegado. Yo quería investigar con ella todas las posibilidades. Aquí la llevo al extremo, por arriba y por abajo. Le digo que quiero que brille, y la manera de hacerlo es llevándola al extremo. Lo que está haciendo es increíble, está dando muestras de ser una artista extraordinaria».
Con la serenidad de los genios, Reyes Carrasco afronta este nuevo reto en su carrera con ilusión y responsabilidad, pero siempre dominando la situación. Aceptó encantada y ha trabajado duro para responder a la confianza depositada en ella: «Para mí esto es una novedad total, y eso que yo no soy de las que se queda quieta en el escenario. Pero aquí hay innumerables detalles a nivel escénico que en el flamenco no se tienen en cuenta , es totalmente diferente, pero poco a poco vas asimilando los conceptos y vas sintiendo que no es tan complicado, que es cuestión de adaptarse. Estoy aprendiendo muchísimo, me estoy descubriendo a mí misma. Hay cosas que ni yo sabía que tenía y ahora las estoy desarrollando».
En los ensayos se puede observar cómo la palaciega, pese a las diferencias respecto a su hábitat artístico natural, funde en la fragua de su privilegiada garganta los lamentos y las alegrías de un ser tan especial como es esta mujer tigre con el mismo desparpajo y talento, o incluso más, que cuando canta en una peña flamenca.
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