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Picnic Interestelar

Sr. Chinarro: «Como compositor sigo buscando a mi Moby-Dick»

El cantante sevillano Antonio Luque es el cabeza de cartel de esta nueva edición del Picnic Interestelar, en la que se encuentran otros artistas como The New Raemon o Alice Wonder

Antonio Luque, alter ego de Sr. Chinarro ABC

Ezequiel Mendoza

Hoy en día todo el huerto parece estar sembrado de «indie», pero hay artistas como Antonio Luque (Sevilla, 1970) que han vivido lo suficiente como para afirmar con propiedad eso de que «antes todo esto era campo». Con casi una veintena de discos a sus espaldas, el alter ego de Sr. Chinarro , como Sísifo, ha subido y bajado de la piedra del «indie» varias veces. Incluso se ha interesado por escalar algunas nuevas.

Durante las últimas décadas, Antonio Luque ha cazado varias ballenas blancas, pero ha vuelto una y otra vez, incansable, a la búsqueda de su Moby-Dick personal. Su último intento, «Asunción» (2018), es un álbum que resulta difícil de encontrar en los estantes más generalistas de las tiendas de discos: no está ni en pop, ni en rock, tampoco en música independiente; hay que ir directamente al estante que pone «Música Chinarra» . Encasillarlo en otro lugar no tendría ningún sentido. Este sábado estará como cabeza de cartel del Picnic Interestelar, que se celebrará este sábado y domingo en los jardines del CAAC , para demostrarlo, armado únicamente de su guitarra acústica.

Antes de trabajar en la música envasaba aceite en la empresa de su padre. Después, trabajó en una empresa de bollería industrial. Diez años tardó en poder vivir de la música, justo tras la publicación de su disco «Fuego amigo» (2005). ¿No es esta la verdadera filosofía del esfuerzo y no la falsa idea que venden los concursos de televisión?

Bueno, si el que participa en un concurso tiene la suerte de tener una promoción así, de salir todo el rato en la tele y en las redes… pues es una suerte que tienen ellos. Si no entras en OT, tienes que hacerlo de alguna otra manera. Está bien que haya música en la televisión, pero yo prefiero que haya más programas de música. Ahora empieza «La Hora Musa», un programa distinto y, bueno, ha habido otros programas de música en la tele como «Aplauso» o, con la edad que tengo, he llegado a ver algunos como «A uan ba buluba balam bambú». Incluso en Telesur había música en los 80, todo el rato. Había mucha música en la tele y ahora hay otra... Es un poco duro eso.

Usted es de esos músicos que puede mirar al «indie» actual y decir con propiedad: antes todo esto era campo, ¿no?

[Ríe] Bueno, pero no es verdad, antes había mucha música. Pero tampoco, los grupos que yo iba a ver como Estertor o Los amos del mundo, aquellos grupos que había en Sevilla en los 80, que no llegaron muy lejos pero tenían mucho talento, pues también eran «indies». No tenían el apoyo de nadie. Estar en compañías pequeñas no es algo que nos lo inventáramos en los 90. Pero había gente que consiguió crear una infraestructura mayor que nunca alrededor de las multinacionales. Entonces, eso nos permitió tocar más que otros grupos sevillanos de cuando yo tenía 13 o 14 años que me parecían que no salían de Sevilla. Recuerdo yo que se los leía en las entrevistas, que las hacía Blas Fernández para algún medio local, Radio Aljarafe o lo que sea, y decían que para ellos ir a tocar en Madrid era, uf... ¡Iban a tocar una vez en la vida, a lo mejor! Pues eso, algo especial. Gracias a ese tejido «indie», grupos de distintas zonas del país fuimos visitándonos unos a otros. [Ríe]

Para grabar vuestro primer LP os vais nada menos que a Nueva York, os reunís con el famoso productor Kramer y, de allí, sacáis vuestro primer disco. ¿Cómo recuerda aquel viaje?

¡Pues el viaje, divertido! [ríe]. La grabación muy dura, me quedaba grande todo aquello. Yo tenía 23 años. Ir a Nueva York allí, así de pronto, pues no sé. Vamos, yo había grabado algunas canciones ya en San Fernando, en Sevilla, con José Casas, y ahora vas a Nueva York… y se hizo la grabación en muy pocos días. Tres días para grabar todo, corriendo, no quedan las cosas como uno quiere, pero, claro, el viaje, la estancia allí… no lo olvidaremos nunca, claro.

A lo largo de los años el sonido de Sr. Chinarro ha ido evolucionando, variando, experimentando… ¿Cuándo escribe las canciones sabe más o menos qué tipo de sonido anda buscando o es algo que sucede a posteriori?

Si compones con la guitarra más o menos sabes tus potenciales y tus limitaciones. Cuando alguien escucha a Chinarro espera escuchar a Chinarro. Pero, bueno, de pronto ahora me he pillado unos sintetizadores y quiero probar cosas con los «sintes», a ver qué sale ahí. Pero al final suena todo a Chinarro. Una vez que escribo mi letra y las canto con las melodías que me gustan y me salen, pues suenan a Chinarro y ya está. Al final, por mucho que uno se cambie la ropa pues no… tenemos unos rasgos componiendo que son como rasgos físicos, que no se pueden cambiar

Hablando del «sonido Chinarro». En su web pone que su último disco, «Asunción», retoma las canciones «100% chinarras». ¿Cómo es ese tipo de canción?

[Ríe] Pues supongo que una canción que he escrito yo [risas]. Tenemos una manera de hacer las cosas que es como la caligrafía: se reconoce la letra. La firma no se puede ni se quiere cambiar tampoco.

Tiene muchos amigos dentro de la industria, ¿de quién ha aprendido la lección más valiosa, personal o profesionalmente?

He aprendido de mucha gente, hablando mucho de música siempre se llega a conclusiones, pero, vamos, ya se sabe que Jota [Los Planetas] me ha enseñado muchas cosas que yo no sabía. Porque es mayor que yo, porque ha tenido más éxito que yo y porque empezó antes, y nada, porque es muy listo [risas]. Me ha dado más de una lección, sí, pero cada vez que estoy con un compañero aprendo cosas, claro.

Dieciocho álbumes después, parece que la fuente de inspiración sigue emanando un buen chorro de ideas frescas. ¿Ha pasado por épocas de sequía?

Sí, siempre se pasa, sobre todo después de que se termina un disco y se comprueba que no ha sido un éxito de masas, siempre queda un resquicio de esperanza que es lo último que se pierde [risas]. No es por eso, es que uno siempre se queda un poco vacío y se piensa que no va a poder hacer otro disco, unas veces tardas más, otras menos, pero al final lo haces otra vez. Es el mito de Sísifo. Un hombre que sube una piedra y una vez que está arriba no puede hacer otra cosa que caer y una vez que está abajo no puede hacer otra cosa que volverla a subir. Eso es así.

Le he leído por un lado que sus canciones son las que más le gustan de España y, por otro, que solo tiene cuatro o cinco «supercanciones». ¿En qué quedamos?

Pues eso, que solo me gustan cuatro o cinco «supercanciones» de España [risas]. Yo como crítico de mí mismo soy un poco malo… Pero bueno, siempre hay unas pocas de canciones que son las que siempre tocas y uno quiere que le salgan más así y les pasa a todos los grupos y artistas, que llegan a un culmen como compositores en su vida, pero se trata de seguir buscando, como el pescador que sigue buscando a su Moby-Dick, que es una cosa que digo últimamente, aunque hace unos años que me leí el libro. Pero, en algún lado tiene que estar la ballena blanca.

Como bético reconocido, ¿cómo ve el inicio de su equipo?

Estoy totalmente de acuerdo con lo que dice Javier León en las retransmisiones de la Cadena Ser.

¿Qué dice?

Que el Betis es un poco la broma infinita. Me gustaría hacerme del Barça o algo así, pero es que no puedo. Los sevillanos no podemos hacer como los de Córdoba o los de Málaga, solo podemos ser de un equipo y a mí me ha tocado el Betis. Y lo digo con pena. Me gustaría abandonar toda una vida de decepciones…[ríe]. Quitando algún momento feliz, la final de Copa de cuando era niño y la de 2005 y algún partido puntual de ganarle al Madrid, Barça o Sevilla y todo lo demás decepción, decepción, decepción… Es muy duro eso.

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