Crítica de música
Real Orquesta Sinfónica de Sevilla: iridiscencias
La ROSS interpretó por primera vez la versión completa de ‘El pájaro de fuego’

Segundo programa dedicado a los grandes orquestadores del siglo XX ( Strauss triunfó a finales del XIX, pero este ‘Concierto para oboe’ fue una delicatesen de senectud, a mitad del siglo XX), para lo que nuevamente hemos de insistir en la necesidad ... de una batuta/puntero que vaya señalando los cauces sonoros a seguir. El oboísta onubense Lucas Macías es una figura mundial de su instrumento pero, como tantos, ya va alternando su labor solista con la de director. Y hemos de confesar que nos resultó sorprendente , toda vez que en el concierto prácticamente no pudo ejercer como tal durante su actuación, confiándolo todo, sin duda, a los ensayos, ya que demostró que el trabajo anterior lo liberaba de señalar entradas o matices, o cualquier otra indicación. Y aunque es un concierto que mira a Mozart y ansía la transparencia, se trataba de una limpieza textural straussiana , es decir, adensada, sinuosa, irregular; y a pesar de ello Lucas rodó por ella con gran soltura. Sus dos ‘cadenzas’ aunaron su virtuosismo en los movimientos extremos con el lirismo y expresividad temática del ‘Andante’.
Parece mentira que en 30 años sea la primera vez que oigamos esa perla sinfónica que es ‘El pájaro de fuego’ en su versión completa, y no en suite. No sólo evidencia el aluvión colorístico de las enseñanzas rimskianas sobre Stravinski, sino la inventiva desbordante del todavía joven compositor ruso, a poco de dar el zarpazo con ‘La consagración de la primavera’ . Magia, misterio, pintura, atmósferas etéreas… Precisamente sus ricas tonalidades permitieron, una semana más, deleitarnos con el buen hacer de todos los miembros de la orquesta. Lo que sí vimos es una cierta descompensación tímbrica , que nos pareció más notable que en el programa anterior, entre algunos instrumentos que figuraban en el mismo número que en la partitura, como las 3 arpas, los 3 fagotes, a los que se añadieron 2 contrafagotes (en principio, se exige 1) o los metales; y en cambio faltó cuerda: es verdad que la partitura pide 6 contrabajos y aquí hubo 4, pero tantos los primeros como los segundos violines debieran haber sido 16 y aquí quedaron -nos pareció- sobre 10, así como 14 violas (aquí la mitad). Indudablemente, mandaba el Covid, pero acaso podría haberse pospuesto para cuando las circunstancias vuelvan a ser normales . Desde luego, su belleza es tal que no deberíamos esperar otros 30 años para volver a oírla completa. Aun así, fue un cuadro (una serie entera más bien) excepcional, en brillo, en trepidantes y/o hipnóticos ritmos , o en conocimiento de la paleta sonora orquestal profunda, sabiendo destacar esos colores ‘nuevos’ por efecto de la inédita aleación de distintos instrumentos, que el oboísta de Valverde del Camino supo recrear extraordinariamente, así como una inteligente dosificación de las dinámicas, que en otras ocasiones similares (y no queremos acordarnos de nadie) han terminado en inundación decibélica.
Sabemos que hay decisiones que sobrevivirán a la pandemia, y una de la que esperamos que subsista es la proyección de los movimientos o escenas de las obras del programa , especialmente de uno como el que nos ocupa, ya que el concierto de oboe no tenía pausas entre los tiempos y su proyección los clarificaba y, por otro lado, la versión completa del ballet consta de una introducción y 23 escenas, cuyo seguimiento permitió disfrutar mejor de la interacción entre la plasticidad de la música y la correspondiente escena de la historia a la que corresponde, especialmente en la versión de concierto.
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