Crítica de música
La soledad de un gran contratenor
Andreas Scholl firmó un gran recital vocal en el FeMÀS, pese a que el grupo que lo acompañaba no estuvo a su altura

No cabe duda que Andreas Scholl es toda una referencia en el mundo de los contratenores y de la música antigua en general, acreedor desde un primer momento de su carrera de una voz privilegiada, que sigue conservando ... en la actualidad con un registro de alto muy claro, de gran tersura, muy bien trabajado, ligeramente tenso en un principio, y progresivamente distendido en el transcurso del recital, adoptando una emisión cada vez más natural e incluso ganando volumen. Hay que decir que de nuevo la acústica de la Sala Turina nos resultaba la más que adecuada para este recital.
Una primera mitad acogía un repertorio profano, marcado por el 'Cesssate, omai cessate' de Vivaldi , que ya grabara Scholl en 1995, y cuya interpretación ha preservado con toda la frescura de su voz , mejorado mediante una técnica excelente, que le permitía señalizar las incidencias del texto con la intensidad, inocencia, pasión y todo un repertorio de emociones extremas que rezuma el texto (cuánto se ganaría con los sobretítulos), llegando a usar su voz natural en algunas notas más graves que, al estar además acentuadas, resultaron sorpresivas.
La Sinfonía 'Al Santo Sepolcro', también de Vivaldi, suponía un descanso para la voz, a la vez que ponía al descubierto a una orquesta que, nos parece, no estaba a la altura del contratenor. Un ‘Adagio’ de inicio perturbador y disonante pretendía la creación de un atmósfera Pascual ('sepolcro' se refiere al altar adornado para la Semana Santa y que culmina en un cáliz con la Eucaristía), y en ella creímos oír más disonancias de las escritas por el compositor.
Música sacra
La segunda mitad -sin descanso- estuvo dedicada a la música sacra , género preferido por el cantante, y especialmente las cantatas de Bach . Hubo una indudable entrega , casi devoción, hacia una música subyugante que el contratenor tiñó de sentimiento, desde su registro delgado, con agudos intensos, medios muy bien sostenidos sin desmayo, excelentes pasajes de agilidad y sin vibrato alguno.
Sin embargo, nuevamente el acompañamiento de las cuerdas resultó decolorado, con un persistente aire mortecino , en parte también responsabilidad de una batuta que tampoco iba más allá. Juntos, eso sí, coronaron la propina del ‘Agnus Dei’ de la próxima ‘Misa’ en Si menor de Bach, en el que Scholl se entregó ya sin reserva alguna.
Seguramente el oboe de Pedro Castro se contagió de la indolencia orquestal y su continua intervención en la cantata tampoco aportó siquiera algo de ánimo a los inanes y voluntariosos músicos del Divino Sospiro . A veces no todo depende del nombre de la cosa.
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