CRÍTICA DE MÚSICA
Tránsito de divino a humano
Al Ayre Español, con Eduardo López Banzo al frente, regresa con éxito al FeMÀS después de seis años
Cappella Neapolitana, plato fuerte de la tercera semana del FeMÀS

Hace seis años que no tenemos con nosotros al grupo zaragozano en el FeMÀS , y siempre es un placer. Su director ha orientado su carrera a un determinado período álgido de la historia de la música española, esencialmente vocal, y a él ha dedicado ... no sólo a su interpretación, sino a la investigación de materiales nuevos, que luego ha llevado a la escena y/o al disco.
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Es por ello que s us conciertos resultan luminosos, frescos , diversificando la presentación de cada una de las piezas con numerosas combinaciones de cada uno de sus miembros. En principio, la proporción de cantantes (8) era ligeramente superior al de instrumentistas (6), con la sección de cuerda frotada a 1 (sin violas), un laudista y el director y organista. Y tanto a ellos como a las voces mencionadas los conocemos de sobra, por ser colaboradores habituales de la OBS .
Gran trabajo de investigación
También los autores guardaban una relación pedagógica, y López Banzo por eso nos ofreció su interpretación cronológicamente, destacando precisamente el descubrimiento a su cargo de que José de Torres fue maestro de Juan Francés de Iribarren , mérito de investigación que se complementaba con la autoría de las transcripciones de los manuscritos originales inéditos de las piezas de ambos compositores, incluidas en este programa, y que Banzo las está dando a conocer por primera vez en 300 años . Y así Torres abrió el recital, cerrándolo su alumno; y en medio, dos piezas instrumentales de Corelli y Seixas.
Este inicio se ofició de manera brillante con dos soberbios villancicos a 8 voces, que desplegaban la belleza del elenco vocal, de excelente calidad general. Puede que el número resultase grande para el consort pero, excepto en los momentos de mayor intensidad sonora, en el resto la potencia y entrega del conjunto instrumental compensó sobradamente .
Luego disfrutamos de otro villancico de Torres, 'Pues el cielo y la tierra' , para cuatro voces masculinas, donde se representan los cuatro elementos que adoran a Cristo, adoptando el esquema de estribillo (aquí Coro) y Copla, y en donde se enlazaron las voces de Gabriel Díaz , exquisito contratenor, Jorge Enrique García , también interesante aunque su registro nos parezca algo más heterogéneo, Víctor Sordo y Víctor Cruz , que interdialogaron de manera imitativa y homofónica de manera viva, sobre una base rítmica subyugante.
Refirámonos brevemente al villancico que da nombre a este programa, aunque en realidad pertenece al estribillo del nombrado como 'Luciente, vagante estrella' , y al que sigue la estrofa '¡Ay, bello esplendor!', todo un derroche rítmico, en el que brilló Aguiló con un 'ostinato' tan agotador como alentador de la frenética sección y en la que coincidieron las 8 voces y los instrumentos, cerrando así de brillantemente la primera mitad.
Otro momento para recordar fue la 'Tortolilla' , otro villancico, ya de Iribarren, en el que Espada estuvo especialmente expresiva por la variopinta naturaleza de un texto que se reflejaba en la música, con unos graves y medios naturales y transparentes, y agudos poderosos y algo más acerados. A su lado estuvo el tenor Víctor Sordo, excelente partenaire, de voz potente y bien modulada.
Cerraba, como decíamos, Iribarren con dos piezas: la primera 'Cesen' , también a 8 voces, un villancico de la Iglesia triunfante, en el que destacan sus figuralismos sobre términos como 'pelean', 'combaten', 'ecos' y 'ayes', etc., terminando contrapuntísticamente, muestra del carácter culto de la pieza. En contraposición, 'Digo' era villancico sustentado sobre ritmo de animada y popular jácara, protagonizado espléndidamente por Cruz, en donde aunaba su registro amplio, natural, de agudos potentes y seguros, con graves serios, todo ello con gran inteligibilidad y dominio escénico, en el que sobresalía la diversión y el buen humor que se daba a la divina narración.
No podemos obviar la gran labor de los instrumentistas, desde Alexis Aguado como violín I, extraordinario, con esa energía e impulso que lo caracteriza, pero hecho uno con Kepa Arteche (violín II), también habitual colaborador de la OBS, pero como viola. Impresionante también el chelo de Guillermo Turina , intenso, concentrado, expresivo; y finalmente Xisco Aguiló , igualmente contrabajista de la Barroca de Sevilla muchas veces, y que aquí fue marcando con sus tremendos y sonoros 'pizzicati' los pasos por donde discurrían melodías superiores, de las que fue fiel contrapunto. Y qué decir del laudista Juan Carlos de Mulder , casi de plantilla de la OBS, y que en esta ocasión, al haberse quedado la orquesta en cuarteto, su destacado trabajo se dejaba oír con más frecuencia y sonoridad de lo que suele (pensamos, por ejemplo, en 'Cesen').
Y aunque destacaron en los acompañamientos, los disfrutamos muy especialmente en la 'Sonata op. 3 nº 10' de Corelli , un trabajo en el que brillaron con luz propia todos, incluyendo al director con su habitual entusiasmo. Debemos añadir una 'recuperación' más de aquel triste acompañamiento que sufrió Scholl: después de rendirnos al trabajo de Barneschi , luego estrella de Antonini , así como al del laudista Passotti o Doni al clave, hoy tocaba el turno al oboísta Pedro Lopes e Castro, acertado y expresivo en la 'Sonata para oboe' de Seixas (o en 'Luciente'), y recuperado de tal 'maleficio', tememos que del director de aquel conjunto de cuyo nombre no queremos acordarnos.
No se llenó del todo el auditorio, pero los que estuvieron aplaudieron con ganas, y al convertirse las palmas en el característico ritmo ternario, arrancó a Banzo a la reflexión pública de que seguramente así deberían recibirse estas músicas, con la complicidad y entusiasmo manifiesto del público, y sobre un espectáculo gozoso para disfrutarlo dentro de iglesias y catedrales.
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